Bromas pesadas 1/2.

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Eran alrededor de las tres de la madrugada, los padres de jos fina Dormida placenteramente; su hija no estaba en su casa, jugaba a las muñecas con Alicia en su habitación. Era demasiado tarde para que una niña de su edad estuviera despierta, pero Alicia quería divertirse.
—No creo que sea buena idea— dijo Josefina —. Mi madre se enojaría mucho conmigo; además, ¿Para que quieres que hagamos eso?... ¿Porque es Divertido? A mí no me parece Divertido espantar a la gente, y mensaje a mi mamá. ¡Creo que es mejor que te vallas! Ya no quiero ser tu amiga, eso que querés hacer no me gusta. ¡Te avisaré con mis papás!
   En ese momento se escucharon pisadas dentro de la habitación de Josefina, que se dirigieron hacia la puerta, la cual se abrió por si sola y se cerró con fuerza. Josefina lo que hizo fue acostarse, pues su amiga se había ido molesta con ella.
  En ese mismo miembro se abrió la puerta de la habitación de los padres de Josefina, ellos estaban profundamente dormidos y no escucharon la puerta abrirse, tampoco cuando se abrió un cajón del buró en donde se encontraban unas tijeras. Las cobijas cmenzaron a deslizarse poco a poco hacia abajo de la cama; la risa burlona de Alicia se escuchó en ese momento pero no despertó a los padres de Josefina.
  En ese instante, Alonso despertó abruptamente al escuchar que su esposa Rosa gritaba de dolor; de inmediato se levantó de la cama para encender la luz. Alonso se percató de que Rosa lloraba de dolor y miedo; no era para menos, tenía cortada de al menos cinco centímetros en su pierna izquierda.
—¡¿Que te pasó?!— pregunto sorprendido Alonso—. ¡Estás sangrando!
—¡Fue la niña! ¡Ella me hirió! ¡La vi! ¡La vi! ¡Ella es real!— dijo Rosa lloramos.
  Alonso no hizo algún comentario, observó que su mujer sangraba y que había unas tijeras manchadas de sangre en el piso.
—¡Fue Josefina!— dijo Alonso con horror.
—¡No! No fue lla— dijo Rosa—. ¡La vi!¡Te juro que la vi! Tiene una cara diabólica.
—¡Estás alucinando! ¡Fue Josefina!— grito Alonso.
   Alonso salió de la habitación y se dirigió al cuarto de su hija, quería reorenderla por lo que había hecho. Cuando abrió la puerta de su recámara, observó que su hija estaba dormida.
—¡Deja de hacerte la dormida Josefina!— le grito Alonso.
La niña despertó después de tanto jaloneo.
—¿Que pasa? — pregunto la niña soñolienta
—¿Porque heriste a tu madre? ¿Estás loca?— le preguntó su papá
—¡Yo no he hecho nada!— contesto la chiquilla.
—¡Si no fuiste tú!, ¡¿Entonces es quien?!— pregunto Alonso.
—¡Fue Alicia!— contesto Josefina—. Me dijo que quería espantar a mi mamá.
—¡Deja de decir tonterías!— dijo Alonso.
  En ese momento, Alonso escucho a su mujer gritar de nuevo, rápidamente soltó a Josefina y corrió a su recámara y al entrar, vio a una niña vestida con camisón blanco; era rubia y gemía cabello rizado. Se trataba de Alicia, tenía en sus manos las tijeras y miraba retadora mente a Rosa.
—¡Mañana se largan de mi casa!— dijo Alicia no con la voz de una niña, sino con la de una mujer madura.
  Alicia salió de la habitación y pasó frente a Alonso, el cual estaba paralizado del miedo; ahora sabía que la niña fantasma era real y que era capaz de lastimarla; en cuanto salió Alicia de la habitación, éste cerró la puerta con fuerza, temiendo a que regresara.
   A la mañana siguiente Alonso se dirigió a la iglesia de su comunidad. No había dormido del miedo (tampoco su esposa Rosa). Conducía despacio, pues sus nervios seguían alterados! Llevaba unos lentes negros para ocultar sus ojeras. Al llegar a la iglesia se dirigió a la sacristía en donde se encontraba Alberti, el ayudante del padre.
—Disculpe señor, ¿En donde se encuentra en sacerdote?— le pregunto Alonso al sacristán.
—Salió un momento— contesto Alberto—. Fue a confesar un moribundo.
—Pues lo esperaré— dijo Alonso—. No me importa cuánto tiempo tenga que esperarlo, ¡De verdad me urge!.
  Los minutos pasaron y al fin llegó el sacerdote a la iglesia, antes de que entrara a la sacristía, Alonso lo detuvo.
—¿Usted es el padre?— le pregunto Alonso.
—Así es, soy el padre Enrique— contesto el sacerdote—. ¿En qué puedo ayudarte?
—Necesito que bendiga mi casa, hay una extraña presencia en ella— dijo Alonso.
—Espera hijo, ¿Por quién me tomas?— pregunto el cura.
—¿Perdone padre?— pregunto extrañado Alonso.
—Si, ¿Acaso crees que tú casa este embrujada?— pregunto el sacerdote—. ¡Eso no existe!
—Mi hija habla con una mano que está muerta, que murió en ese lugar.— dijo Alonso.
—Los niños imaginan cosas— dijo el cura.
—¿Entonces no irá a bendecir mi casa?— pregunto Alonso con temor.
—¡Claro que sí!— contesto el sacerdote—. Solo que tendrás que esperarme a que termine de oficiar la misa de las once. Después con gusto voy a tu casa.
—Esta bien padre— dijo Alonso.
—Ahora discúlpeme— dijo Enrique—. Tengo que prepararme para la misa.
   Alosno se quedó solo en el atrio de la iglesia meditando en torno a las palabras del sacerdote. "No existen esas cosas", sin embargo, el la había visto, y mi solo el, si no también su esposa. De haberse tratado de una alucinación, solo el la hubiera afigurado, pero en ese caso, incluso su mujer, había sido atacada por Alicia.
Mientras la gente llegaba a la iglesia para escuchar la misa, Alonso saco su teléfono celular para llamar a su casa.
—Ya hable con el sacerdote— le dijo Alonso a Rosa—. El ira conmigo a bendecir la casa, no quise decirle que vimos a la niña fantasma porque él dice que das cosas son tonterías.
—Esta bien, es mejor que no le digas— le contesto Rosa a través de la línea—. Que nadie se emt te de lo que nos pasó ayer pero, ¡No me quedaré está noche en casa! ¡Tu escuchaste la advertencia que nos hizo ayer!, ¡Que nos tenemos que ir hoy!
—Eso no sucederá— dijo Alonso tratando de tranquilizar a su mujer—. Con bendecir la casa, ella nos dejara en paz.
—No importa— Dino ella—. Yo he tomado una decisión, me iré con Josefina a la casa de mi madre, ¡Me iré con ella ahora mismos! Es mejor que nos alcances allá.
—No caigas en pánico— le pidió Alonso—. Verás que con la bendición de la casa todo terminará.
—No, no lo haré— dijo Rosa—. ¡Estoy aterrada!
—Bueno, váyanse esta noche— le dijo Alonso—. Mañana nos vos entonces, yo di me quedaré está noche en nuestra casa.
  Después de esperar una hora, el sacerdote cumplió su palabra y acompaño a Alonso a su casa para bendecirla. Durante el día la propiedad Lucía hermosa, nadie podía imaginarse que ahí habitará una niña fantasma. No había otras casas alrededor, apenas se estaba habitando ese predio. Cuando llegaron a la vivienda, Rosa y Josefina ya no estaba.
  El sacerdote comenzó con la bendición de la casa y, durante se momento, nada extraño se presentó, contrario a lo que Alonso creyó, pues él se había imaginado que al esparcir agua bendita se presentaría Alicia para atacarlos.

Alicia La Hija Del Pecado [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora