Verdades a medias.

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Al día siguiente, Rodrigo se comunicó por teléfono con su hermano Román. Quería decirle algo importante sobre Alicia.
—¿Le pasó algo a mi hija?— fue lo primero que le pregunto Román.
—Ella está muy bien— le respondió Rodrigo
   Fijaron la cita a las cuatro de la tarde en la parroquia. Cuando llegó Rodrigo, su hermano ya lo esperaba en la sacristía.
—Aquí no podemos hablar, vamos a mi habitación— dijo Román—. ¡Sígueme!
    Los dos hombres se dirigieron a la casa parroquial, una vez adentro Román cerró la puerta con llave y subieron al dormitorio que se encontraba en el segundo piso, Román cerró la puerta de su habitación inmediatamente preguntó cómo estaba Alicia.
—Ella está bien— contesto Rodrigo—, solo que últimamente ha soñado con una monja.
—¿Y eso es todo?— pregunto Román
—Me dijo Raquel que la monja se le aparece con el rostro y su hábito ensangrentado.
—¿Que es lo que quieres saber?—  pregunto Román molesto—. ¿Porque me dices todo esto?
—Quiero saber que fue de la madre de alicia.— dijo Rodrigo.
—¡¿Para que quieres saber?! ¡Yo que voy a saber de ella!— preguntó Román. —. Hace más de 12 años que no sé nada de ella.
—Es que Raquel tiene la idea de que esa monja ensangrentada que ha soñado Alicia... ¡Es su verdadera madre!— dijo Rodrigo.
—¡Tu mujer está loca! ¡Es una estupidez lo que dice!— dijo Román muy molesto.
—¿Que fue de ella? ¿En donde está la madre de Alicia?— insistió Rodrigo
—No lo se— respondió Román sin gritar, resignado a hablar de esto—. Pedí que la enviaran de misionera a África y, hasta donde yo sé, se quedó a vivir allá; además, es una tontería lo que tu mujer dice, quizá Alicia vio alguna película de horror y por eso soño con esa mujer.
—Pero ella asegura que no ha visto ninguna, además, ni Raquel ni yo le permitimos ver ese tipo de películas.— comentó Rodrigo.
—Pues todo se trató entonces de un sueño. Anda vete tranquilo. Dile a la loca de tu mujer que no ande imaginando tonterías.
—Ella no está loca— dijo Rodrigo—. Solo está preocupada por Alicia.
—Y yo también— contesto Román—, por eso te la di a ti, para que cuides de ella.
—Y eso es lo que hago hermano— contesto Rodrigo.
—Pues no es lo que parece— dijo Román.
—¡La he cuidado como si fuera mi verdadera hija!— contesto molesto Román.
—Disculpame— dijo Román— Tienes razón, has sido un excelente padre, solo que... Ella me preocupa mucho.
—No te preocupes por ella, estaré al pendiente— dijo Rodrigo—. Debo irme, tengo que ir a la oficina para arreglar unos asuntos.
   Rodrigo salió de la habitación de su hermano, que ni siquiera lo acompañó al auto. El sacerdote se quedó ahí parado, preguntándose cómo es que esto estaba pasando.
   Mientras Rodrigo de dirigía al trabajo, Raquel y Alicia estaban viendo Televisión en la sala.

—¿Ya no has tenido esos sueños con la monja?— le preguntó Raquel a la niña.
—No, ya no— contesto Alicia.
—¡Me alegro mucho!— Dijo Raquel.
—Ya no la he visto en sueños.... Ahora la veo despierta— contesto Alicia.
  Raquel enmudeció con lo que había dicho Alicia.
—¿Cómo que la has visto despierta?— preguntó Raquel
—Anoche entro a mi habitación y me dijo que ella me cuidaría— respondió Alicia.
—Estás confundida hija— dijo Raquel—. Ayer la que entró a tu habitación fui yo.
—¡No es verdad! Ella entró antes que tú y no cerró bien la puerta— dijo la niña
—¿Pero cómo es que sabes todo esto? ¡Tú estabas dormida!
—Ella me contó todo. Me dijo, además, que tiró un crucifijo y que tú lo levantaste
—¿Cómo sabes todo esto? ¡Yo vi que estabas dormida!— dijo Raquel sorprendida
—¡Te digo que ella me contó todo!— Dijo Alicia molesta.
—¡No puede ser cierto!— dijo Raquel.
—Además, me dijo que tú no le agradas— dijo Alicia.
—¡Ya! Estás castigada, ve a tu habitación— ordenó Raquel
—¿Pero porque?— preguntó Alicia molesta.
—¡Por mentirosa!— dijo Raquel.
—¡Yo no he dicho mentiras!— dijo Alicia molesta —. Ayer ella estuvo aquí, y hoy vendrá
    Alicia se levantó del sofá y se dirigió a su habitación muy molesta; se escuchó que cerró la puerta con fuerza. Raquel se sintió muy nerviosa por lo que le había dicho Alicia; "Hoy vendrá".
   En ese momento, la televisión empezó a cambiarse de canales sin ninguna explicación. Eso hizo que a Raquel se le pusiera los nervios de punta. "Ya estoy muy alterada" penso. "Será mejor que me valla a dar una vuelta".
Raquel apagó la televisión, homo su bolso y salió de la casa! Se dirigió al centro comercial donde pasó el resto de la tarde. Mientras estaba ahí comiendo una hamburguesa, le llamo Rodrigo.
—¿Bueno?— contesto Raquel.
—Raquel— dijo Rodrigo—. Hoy no me esperes despierta, llegaré muy tarde
—¿Porque?— preguntó Raquel
—Hay unos problemas en el trabajo— dijo Rodrigo—. Nos quedaremos a una junta urgente y creo que terminaremos muy tarde.
—Está bien, no te preocupes— contesto Raquel.
—¿Oye, cómo está Alicia?— preguntó Rodrigo.
—Está bien— dijo ella—. Un poco rara, pero al menos ya no me ha dicho que ha visto a la monja.
  Raquel prefiero no decirle a su esposo, no quiso preocuparle; además no creía lo que había dicho Alicia; "Ella vendrá esta noche".
—Te dijo que sólo estaba jugando con eso— le dijo Rodrigo—. Bueno nos vemos mañana
—¿Hasta mañana?— preguntó Raquel desconsentrada.
—Bueno, llego como a las dos o tres de la madrugada— dijo Rodrigo—. Pero no creo que me esperes despierta a esa hora ¿Verdad?
—No, ya es muy tarde— dijo Raquel—. Nos vemos mañana... ¡Cuídate mucho!
    Raquel continuó comiendo su hamburguesa, después fue a comprar algo de despensa. Una hora después, cuando comenzaba a obscurecer regreso a su casa, estacionó su auto, vio que adentro estaba una mujer detrás de una ventana; le pareció verla con un hábito blanco. Raquel se quedó plasmada, sintió terror, pero finalmente se bajó del auto y entro a su casa. Se dirigió hacia la ventana donde vio a esa mujer, pero ya no estaba. Se encaminó entonces a la habitación de su hija, que estaba peinando a su muñeca.

—¿Qué haces hija?— preguntó Raquel con un temor.
—Jugando con mi muñeca— dijo Alicia tratando de contener la risa, pero finalmente la soltó descaradamente.
—¿De que te ríes?— preguntó Raquel aún con nerviosismo
—De tu cara— contestó Alicia—. La has visto ¿Verdad?
—¿A quien?— preguntó Raquel un poco molesta.
—A la monja— dijo Alicia riéndose.
    Raquel guardo silencio mientras escuchaba como Alicia se reía de ella.
  Raquel ignoro las palabras de Alicia y se encerró en su habitación; comenzó a leer una revista para distraerse. Más tarde se levantó de la cama solo para ver qué hacía Alicia: la niña ya estaba dormida. Fue al baño y comenzó a lavarse los dientes. Enfrente de ella había un espejo donde se estaba viendo mientras se cepillaba y al momento de agacharse para escupir el agua e incorporarse, vio a la monja reflejada en el espejo. Estaba parada justo detrás de ella mirándola con odio. Raquel se quedó paralizada de miedo y tiró el cepillo dental.
—¡Tú no puedes ser real!— dijo Raquel con horror.
—¡Tú me la robaste!— dijo la monja espectral—. ¡Morirás!
   Raquel cerró los ojos por miedo y al abrirlos, la monja había desaparecido. Presa del pánico, la madre adoptiva de Alicia tuvo que sujetarse del lavabo, pues sintió que estaba por desmayarse; le temblaban las manos, las piernas y su corazón latía muy rápido, como si fuera a explotarle.

Alicia La Hija Del Pecado [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora