TRES

5 1 0
                                    

Yoongi se dio cuenta que sus palabras les agradaban. Mucho tiempo atrás había aprendido que la adulación era la mejor defensa en momentos como ese, especialmente si era sincera. Youngjae, Jin y Mark eran encantadores. Todo corazón, lealtad y generoso sentido común.

- Bueno, sólo estoy diciendo que deberías llamarlo.

- Pensaré en eso - dijo, sabiendo que no lo haría. Se levantó de la mesa, buscando escape - . ¿Alguien quiere otra cerveza?

Yinyoung y JB alzaron sus botellas al mismo tiempo. Yoongi se dirigió al refrigerador, después se metió a cambiar la música, escuchando el son de nueva música filtrándose al jardín mientras lleva las cervezas a la mesa. Para entonces, Youngjae, Jin y Mark estaban ya charlando sobre la mujer que les arreglaba el cabello.

Yoongi sorbía su cerveza en silencio, mirando por encima del agua. Su vida, pensaba a veces, recordaba un comercial de cerveza y, la mayor parte, él simplemente se contentaba en subirse a la corriente de buenas sensaciones.

Cuando la pequeña Josie hizo su segunda rabieta poco antes de las nueve, Youngjae la cogió en sus brazos y le echó a  JB la mirada, esa que decía que era momento de retirarse. Cuando JB se levantó de la mesa, Mark echó un vistazo a  Yinyoung, Jin asintió hacia Nam y Yoongi supo que la velada había terminado.  Mark, Yinyoung y Jin se levantaron y comenzaron a limpiar la mesa, pero Yoongi los despidió.

- Yo lo hago en un momento. No hay problema.

Cuando se fueron, vagó hacia el estéreo, revisó de nuevo la lista de música y eligió Tattoo you de los Rolling Stone, después subió todo el volumen. De camino a su silla, tomó otra cerveza, subió los pies sobre la mesa y se reclinó.  Holly se sentó a un lado de él.

-Sólo tú y yo por un rato - dijo. Tenía la secreta sospecha de que su hermano se daría una vuelta por ahí más tarde. Él venía de seúl, donde trabajaba para obtener un grado de maestría en bioquímica. Aunque se quedaría con sus padres, a menudo estaba cansado después de manejar y con la disposición de platicar y sus padre ya estarían en cama.

Yoongi se sentó a beber su cerveza y observó fijamente el agua. Detrás de él, Holly aulló.

- ¿Quieres ir por tu pelota? - dijo él finalmente.

Holly se paró tan rápidamente que se pega con la silla.

ERA LA MÚSICA, pensó él, la que resultaba ser el remache de lo que había sido ya una de las más miserables semanas de su vida. La música fuerte. Bien, las nueve de la noche en sábado no era tan malo, sobre todo porque obviamente él tenía compañía. ¿Pero a las once en punto? ¿Cuándo estaba solo y jugando con su perro? 

Desde su terraza trasera, podía verlo sentado justo ahí, con los pies sobre la mesa, arrojando la pelota y mirando fijamente hacia la pequeña ensenada. ¿Qué demonios podría estar pensando?

Quizá no debería ser tan duro con él. Era su casa, ¿Cierto?. Podría hacer lo que quisiera.

Pero eso no era el problema. Con toda honestidad, le agradaba su música. El problema era su perro Hobby o como le dijera. Más específicamente, lo que su perro le había hecho a su mascota.

Molly,sin duda alguna, estaba preñada.

Molly, su caniche hermosa y dulce (lo primero que se había comprado después de terminar sus rondas como asistente médico en la escuela de Medicina en Jeju), había ganado peso notoriamente durante las dos últimas semana. Y sus tetillas parecían estar creciendo. En resumen, Molly estaba definitivamente en camino de dar a luz cachorros que nadie en el mundo iba a querer nunca. ¿Una caniche y un perro que no se sabe la raza? Torció el rostro como tratando de imaginar cómo se verían los cachorros.

Tenía que ser el perro de ese hombre. Cuando Molly estaba en celo,ese perro había rondado su casa como un detective privado. ¿Pero alguna vez habría considerado su vecino poner una valla a su patio? No. su lema parecía ser: "¡Mi perro debe ser libre!" No le sorprendería. Parecía vivir su propia vida con el mismo lema irresponsable. Cuando regresaba del trabajo, siempre estaba en bicicleta o en kayac o jugando baloncesto con un grupo de niños vecinos. Dios prohibía que el hombre trabajara un minuto de tiempo extra y él sabía que él no trabajaba los viernes. ¿Y qué clase de trabajo permitía que aparecieras todos los días vestido con vaqueros y camisetas? Él sospechaba que era más que probable que requiriera de un mandil y una etiqueta con su nombre.

Bien, quizás no estaba siendo totalmente justa. ¿Pero qué pasaría con los cachorros? Jimin se sintió ansioso de pensar en el futuro. ¿Qué iba a pasar si nadie  los quería? No podía imaginarse llevándolos al estanque. Ella no iba a asesinarlos.

Aquello no era lo que había soñado cuando vio por primera vez la casa a principio de año. Incluso aunque no estaba en Sunam-ri, donde vivía Jungkook, su novio, estaba a sólo unos minutos. Era pequeña, pero la vista era espectacular, el patio era lo suficientemente grande para que Molly corriera y, lo mejor de todo, se la podía permitir.

Apenas reunió lo necesario con lo que tomó de los préstamos que había conseguido para la escuela de asistente médico, pero los encargado de otorgar los créditos eran muy comprensivos cuando se trataba de financiar a gente como él. Gente profesional, educada.

No como el señor Mi Perro Debe Ser Libre y Yo No Trabajo lo Viernes. Respiró  profundamente, recordándose que quizás el hombre era un buen tipo. Él recordaba vagamente que había llevado una canasta de queso y vino para darle la bienvenida al vecindario cuando se había mudado, un par de meses antes. No había estado en casa, pero él la había dejado en el porche y ella se había prometido enviar una nota de agradecimiento, una que nunca se había puesto a escribir.


LA DECISIÓNWhere stories live. Discover now