- La Taza de Café Amargo de una espectadora silenciosa-

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Al hacer una breve pausa, donde te dedicas a examinar con meticulosidad aquellos momentos valiosos y todos lo que has pasado, es cuando logras identificar con seguridad aquellas personas que brillan por su importancia en medio del océano de experi...

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Al hacer una breve pausa, donde te dedicas a examinar con meticulosidad aquellos momentos valiosos y todos lo que has pasado, es cuando logras identificar con seguridad aquellas personas que brillan por su importancia en medio del océano de experiencias en el cual nadamos sin siquiera quererlo. Te aferras a su imagen y recuerdo esperando, con suma paciencia, que te dedique su mirada llena de amor.

Como un océano inmenso, que solo es capaz de caber en una simple taza de café.

El humo poco a poco se pierde en el aire, formando perfectos espirales que se desvanecen, creando un aroma único. El color oscuro refleja a la perfección lo bello de los perdidos recuerdos, como queriendo que los mantengas siempre presentes. Sabiendo que tantas vueltas pueden dañarlos, desgarrar la delicadeza con la que fueron cuidados y así sin más: extraviarse.

Perderlos o atesorarlos, eso era una decisión agónica.

Gracias a la racionalidad que se nos otorgo como un amable regalo, sabemos distinguir entre lo bueno y lo malo, sabemos que podemos sustentar nuestras acciones, y sabemos que podemos hacernos cargo de ella; aun cuando sentimos que no hacenos algo malo hay una ley universal que nos rige desde tiempos perdidos que dicta con firmeza y crueldad la verdad: mientras tu eres feliz, traes desdicha a la vida de otro.

¿Como algo tan bello y exquisito como la felicidad puede traer desdicha a alguien que nunca le deseamos nada malo? Pues algo así ocurre con el suave aleteo de las mariposas, que pueden generar fuertes huracanes sin ellas ser conscientes de esto.

Así sabe la realidad, a café sin azúcar.

¿Pero como esperar algo malo de una realidad que te ha dado tantas cosas buenas y tantas experiencias sublimes? ¿Como desconfiar de la hora y reloj cuando es su culpa el sentir que lleva una eternidad sentada bajo el aire acondicionado esperando? ¡La emoción ardiente te hace correr a distancias y velocidades que no imaginas!

— ¿Desea que vuelva a llenar su taza? — la camarera se acerco nerviosa, sonriendole con torpeza ofreciéndole más de aquella bebida tan fuerte de la cual parecía depender. Kyoka le dedico una sonrisa, calmado la mirada chocolate de aquella joven.

— Mientras no me cobren de más, a mi me parece bien — bromeó haciendo reír nada disimulada a la camarera que no tuvo de otra que cubrir su boca para no estallar en carcajadas. Volvió a llenar la taza blanca y circular a topé, para retirarse a otra mesa donde dos chicas conversan.

Kyoka se les quedo mirando, con fijeza firme para permitirse analizar a detalle como tomaban sus manos por sobre la mesa y se dedicaban miradas únicas. Sonríe, endulzadas por el gesto tan enternecedor de aquellas chicas. Una tenía el cabello castaño y mejillas muy redondas, la otra, que le daba la espalda, poseía un largo cabello verde que ataba en una coleta baja. La castaña parecía nerviosa ante el gesto, pero se permitía sonreirme con dulzura a la otra, que aparentemente le regresa el gesto.

- Semana de relatos cortos - [Boku No Hero Academy/ BNHA] [Week]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora