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El tiempo de espera es tortuoso. Apenas los rayos del sol salieron por el horizonte me levanté. Me lave la cara y decidí cambiarme los vendajes de mis oídos. Antes de bañarme y salir a vestirme.

Una camiseta de manga larga oscura, de botones a un lado del cuello tortuga , el chaleco negro y encima el saco negro satinado.

Unos pantalones negros y unos zapatos de charol lustrados.

Tire mi cabello hacia atrás. Me puse un reloj de plata y dos sellos de igual material sobre las mangas del saco.

Las dos medallas de mi cargo estaban sobre la tela del saco en mi pecho , mostrando con honor mi puesto en la milicia.

Hacia mucho tiempo que había estado en la torre , muchas de las personas del primer escuadron de mi adolescencia ya ni estarían allí. Incluso dudo que algunos me reconozcan. Pero seguro mis ojos harán el trabajo de recordarles quién era.

Me cepille los dientes , tomé un pequeño desayuno , con un batido de proteína . Y salí del lugar. Rumbo a lo que sería una reunión complicada.

Mi humor seguía sin mejorar y saber que cada minuto , era un par de metros más cerca me molestaba aún más.

El auto que me llevaría hasta la torre esperaba afuera junto con un conductor destinado a cumplir tal labor. El motor del auto era tortuoso para mí . Estaba sudando y la ropa que traía no ayudaba a sentirme mejor. Al menos agradecía que el conductor no espetaba ni una palabra .

Suspiré pesadamente.

Cerré los ojos , debía resistir sin quejas, concentrándome en soportar ,en respirar , en conservar lo que me quedaba de paciencia. Era un camino largo y debía hacerse.

Y así , exactamente dos horas después  llegamos a la entrada de la ciudad. Maldito pueblo alejado del mundo y aún así no estaba tan separado de la torre. Era un lugar solitario pero que contaba con la protección cercana de la torre.

Bufé con molestia. Ya cada vez estaba más cerca. Cuando el conductor giro en un esquina y entro a los pórticos. Sentí un vértigo bajar por mi estómago. ¡Todo es culpa de ese beta !

Con un gracias forzado y un ceño fruncido me baje del auto , había un pitido en mis oídos y un dolor comenzando a expandirse. Había sido un viaje largo con el ruido constante del motor del auto.

Volví a suspirar , nunca me había sentido tan vulnerable en mi vida. Y justo ahora me sentía así , de hecho fue más aprehensivo cuando puse un pie en el suelo de la torre, pues miles de recuerdos llegaron a mi mente.

De verdad hacía mucho no me pasaba por aquí. Los soldados de la guardia , inmediatamente tomaron posición y se hicieron a un lado cuando vieron las insignias de mi cargo. Sus miradas al frente ,y un saludo de respeto.

Hice lo mismo, antes de avanzar con mis manos detrás de mí espalda con mi típico caminar.

Más adelante ví una figura conocida acercándose. Tanto los hombres del consejo como los soldados en servicio debían usar el uniforme formal para eventos de este tipo. En mi caso , al estar " retirado " temporalmente debían usar el traje.

Las insignias de la milicia licántropa y del sello de la manada de Cristofer era lo que más sobresalía del uniforme del General.

Sonreí al verlo llegar frente a mi .

- General matthew Vistrolk , tiempo sin verlo señor - lo saludé con buen ánimo.

-¡Erick!- me dijo extendiendo su mano , dandome un firme pero cálido apretón - ¡Hace vidas que no te veía ! Ciertamente ya no eres un flacucho-

Agresivo.  Segundo Libro De Silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora