Capítulo 5: Encuentros

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Había pasado la semana y era viernes por fin. Entré en la cafetería, cogí una bandeja y busqué con la mirada a Bri o a Raymond, pero no estaban, así que me senté sola en una mesa. Aunque todavía quedaba toda la tarde ya se acercaba el fin de semana y, a pesar de que iba a tener que utilizar mucho tiempo estudiando, aquello suponía un descanso y en general se notaba un ambiente más relajado.

Bri y Raymond no solían dejarme sola en la comida pero últimamente había pasado alguna vez, cada vez teníamos más deberes y menos tiempo, y por lo visto, gracias a las habladurías de Sonia y sus amigas, no era muy popular, así que nadie más parecía querer sentarse conmigo. No es que me trataran mal, pero el ser humana hacía que la gente mantuviera las distancias conmigo. A veces me incomodaba un poco pero la verdad es que en momentos como el de ahora disfrutaba de pasar el tiempo en soledad.

Miré a mi alrededor, era la única persona que estaba sentada sola a excepción de Alec, el hombre lobo, pero él siempre se sentaba solo en la misma mesa y pobre de aquel que se acercara o que intentará quitarle el lugar.

Después del día de urgencias no habíamos vuelto a hablar. Al día siguiente lo primero que había hecho había sido cerciorarme de que el chico al que había atendido Alec estaba bien y, efectivamente, la enfermera me contó que le habían dado el alta a la hora de llegar, más o menos, sin ninguna otra herida o síntoma y con la pierna en perfectas condiciones. Yo respiré aliviada. Bastantes preocupaciones tenía con lo mío como para encima tener que detenerme en lo que hacían los demás. 

Intentando disfrutar de mi momento de descanso, me centré nuevamente en mi comida. Entonces vi a Sebastian entrando por la puerta de la cafetería junto a otros dos médicos, cogieron sus respectivas bandejas y ante mi sorpresa, Byron se despidió de ellos y se acercó a mi mesa. 

Era la primera vez que coincidíamos en la cafetería. Después del día del acto de bienvenida solo le había visto ocasionalmente por el hospital.

—¿Puedo?

—¿Quieres sentarte? —Pregunté asombrada.

—Así es, a menos que tú no quieras. —Añadió él.

No sabía que decir, por supuesto que quería pero cómo explicarle que el que se sentara conmigo no haría más que despertar los rumores. Al verme dubitativa y adivinando mis pensamientos él continuó.

—¿Te importa mucho lo que piense la gente?

—No, no es eso. —¿Cómo podría explicarle? Bueno, claro que me importaba lo que dijera la gente, pero no tanto como para condicionarme la vida. Me preocupaba más lo que pudiera afectarle a él, pero no sabía por qué. —No quiero perjudicarte.

Él levanto una ceja a modo interrogante.

—¿Te preocupa lo que digan de mí? No debería. —Dijo mientras se sentaba enfrente de mí. —A mí no lo hace.

—Sé que eres muy celoso con tu vida personal. —Antes de hacer la entrevista había investigado un poco sobre el hospital y sobre Sebastian pero apenas aparecía nada de él en ningún medio público.

—Me gusta mantener mi vida privada al margen, pero tampoco podemos estar todo el rato pendientes del que dirán. Además, de vez en cuanto es divertido dar sobre lo que hablar. —Añadió con una sonrisa cómplice.

Ambos comenzamos a comer, escuchando el ruido de fondo de la cafetería y las noticias de la televisión, que seguían anunciando tumultos entre grupos de humanos y vampiros. Al cabo de unos minutos ni siquiera me importaba el resto de la gente, era como si se hubieran desvanecido dejándonos a Sebastian y a mí solos en el lugar.

—¿Es cierto todo lo que dicen en las noticias? —Pregunté yo intentando controlar mis nervios.

—Bueno, siempre suelen exagerar un poco pero sí, básicamente eso es lo que hay.

Hospital Kinston (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora