Capítulo 23: Despedida

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Los últimos días antes de las vacaciones se pasaron volando, en contra de lo que yo había imaginado. 

Anímicamente estaba hecha polvo, pero con tantas cosas que hacer no tenía mucho tiempo para pensar y cuando lo tenía estaba demasiado cansada para hacerlo, caía rendida automáticamente en la cama.

Todo el mundo estaba alterado porque querían dejar todo concluido antes de las navidades. Las clases cada vez eran más estresantes y los profesores querían terminar todo el temario antes del paréntesis vacacional, ya que poco después de la vuelta tendría lugar la primera prueba. Los alumnos aprovechábamos los últimos momentos para revisar las materias en las que íbamos más flojos y para resolver todas las dudas.

Ahora que todos los grupos ya habíamos hecho las rondas en todas las áreas del hospital, esa última semana nos permitieron elegir hacer la ronda donde quisiéramos. 

Yo elegí cirugía, ya que era lo que más me gustaba y en lo que había decidido que quería especializarme en un futuro, si conseguía pasar la prueba y mantener mi plaza allí. Además, el que fuera el campo que más me gustaba de la medicina por el momento no implicaba que llevara la asignatura especialmente bien. De hecho era la que llevaba peor porque era bastante difícil con lo que me venía bastante bien practicar todo lo posible. 

Hablé con la doctora Márquez, que era la jefa de cirugía del hospital, aún no la tenía de profesora en ninguna clase, pero era una mujer bastante exigente y muy competente y me recomendó varias lecturas y prácticas que podía hacer para prepararme mejor. La verdad es que me cayó bien al instante a pesar de parecer bastante dura.  

Cuando los estudios y las rondas me dejaban algo de tiempo libre me dedicaba a estar con Alaia y a ultimar los detalles de mi viaje de regreso a casa, por lo que no hacía mucha vida social.

Bri y Raymond pasaban los días juntos estudiando y aprovechando el tiempo que luego pasarían separados y si no fuera porque vivíamos en el mismo pasillo y me los cruzaba de vez en cuando hubiera pensado que se los había tragado la tierra. Echaba bastante de menos a Bri pero la verdad es que no se lo podía reprochar, yo en su lugar haría exactamente lo mismo.

A Alec le habían dado el alta oficialmente y ya había regresado a su habitación, aunque le habían indultado de ir a las clases, ya que con todo el tiempo que había perdido en la convalecencia tendrían que buscar otra manera de calificarlo o recuperar ya después de la prueba. Así que tampoco le había visto mucho esos días y tal vez fuera lo mejor. 

Así pasó el tiempo hasta que por fin llegó el día antes de las vacaciones. Era viernes y las clases habían terminado el jueves anterior. Ese día se hacía una celebración en el salón de actos para despedirse todo el mundo.

Yo aproveché aquella mañana para ir a ver a Alaia y despedirme también de ella. Rose se iba a quedar allí. Durante las vacaciones había muchos niños que no tenían familia, o que estas tenían otras obligaciones y no podían quedarse en el hospital, y los niños no podían salir de allí por su estado de salud, así que Rose se quedaba y pasaban todos juntos las fiestas.

—¿Y tu familia no te echará de menos? —La pregunté yo cuando dejé a Alaia comiendo una vez ya me hube despedido de ella.

—Bueno, mi familia y yo no nos entendemos mucho. No estaban muy de acuerdo en que me viniera a vivir aquí al hospital y mucho menos entienden que ni siquiera en Navidad vaya a estar con ellos. Es difícil. —Explicó ella.

—Supongo que hay que tener mucha vocación para dedicarle tanto tiempo como tú lo haces y eso no todo el mundo lo entiende.

—Ya, pero es lo que quiero hacer, es mi vida y no puedo vivirla como los demás quieren. Parece horrible que no vaya con mi familia en Navidad, pero no entienden que no es que les odie ni nada parecido, todo lo contrario me encantaría estar con ellos. Pero estos niños me necesitan mucho más.

Hospital Kinston (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora