Capítulo 17: Vida y muerte

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Era medianoche y me estaba poniendo un pantalón de chándal y una sudadera para salir de mi habitación.

«Esto es ridículo» pensé mientras me sacaba la camiseta del pijama por la cabeza. «De verdad voy a ir al bosque a esas horas jugándome la expulsión y lo que es peor la vida».

Bueno, tal vez exageraba un poco. No es que me creyera muchas de esas historias y leyendas que estuvimos viendo Bri y yo sobre el bosque, pero tampoco es que me hiciera mucha gracia ir allí en plena noche.

Hice un último intento de contactar con Alec pero seguía sin recibir respuesta. Le llamé pero su teléfono no tenía línea. ¡Perfecto!

Bajo mi punto de vista solo había dos posibilidades, o que Alec estuviera tan enfadado conmigo que quisiera jugármela o que realmente necesitara que fuera.

No creía que fuera la primera, no le tenía por la clase de hombre que por despecho quería hacer que me expulsaran, aunque tampoco me extrañaría que tuviera preparada alguna broma de las suyas. Sí, seguramente eso sería lo más probable. Estaba claro que quería que fuera para hacerme alguna de las suyas.

Otro último intento por contactar con Alec y... nada, el silencio por respuesta.

Cogiendo mi móvil salí de la habitación haciendo el menor ruido posible.

Por un momento había contemplado la posibilidad de decírselo a Bri, pero si lo hacía ella insistiría en acompañarme y no podía permitir que la pudieran expulsar por mi culpa. También intentaría convencerme de que no fuera y tampoco era momento para discutirlo, ya había decidido que iría y la suerte estaba echada.

Recorrer el hospital de noche no es que fuera mucho mejor que adentrarse en un temible bosque. El silencio, la oscuridad, todo parecía sacado de una película de terror.

Recé para no gritar, tenía que reconocer que era esa clase de personas que oye un ruido o ve moverse un objeto y grita del susto. Adelanté el paso lo máximo posible y por fin llegué a mi destino.

Era la ventana por la que solía salir Alec del hospital para no ser descubierto y que me había enseñado en una de nuestras lecciones. Tal y como había esperado, estaba trabada con una piedra, con cuidado, salí y volví a dejar la piedra en su lugar asegurándome meticulosamente de que no se fuera a cerrar.

Una vez fuera, comencé a correr tan rápido como pude, ya sin tener que preocuparme de no hacer ruido, y enseguida llegué al bosque.

Dentro me sentí como una idiota, ni siquiera sabía cómo iba a encontrarlo.

Empecé a andar más despacio intentando ver alguna pista de por dónde podía haber ido Alec. Afortunadamente, esa noche no había luna llena. Por lo menos no tenía que temer que apareciera de repente un lobo y me acechara, al menos eso esperaba.

También empecé a llamarle aunque no me atrevía a gritar demasiado alto. Parecía que mi voz cometía un sacrilegio cada vez que rompía el silencio del lugar.

Al cabo de un rato andando y gritando, casi susurrando, el nombre de Alec creí escuchar por fin respuesta. Era tan débil que temía habérmelo imaginado, pero al rato volví a oír mi nombre como una confirmación.

Giré hacia donde creía que podía provenir el sonido y seguí caminando, agudizando el oído.

Cuando tuve clara la dirección en la que ir, empecé a correr hasta que me tropecé con una rama y casi caigo al suelo. Gracias a que conseguí apoyar las manos en un árbol que tenía enfrente justo antes de caerme no tuve que lamentar ningún daño.

Cuando me quise limpiar me di cuenta de lo que algo había manchado mis manos, era sangre. Aquello ya estaba empezando a asustarme en serio.

—Alec si crees que quiero seguir con las lecciones así estás muy equivocado. —Grité, aunque no me dirigía a ningún lugar en concreto.

Hospital Kinston (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora