La mañana llegó antes de que me hubiera dado cuenta. Terminé de meter mis cosas en la maleta y me dispuse para avisar a Bri. Teníamos que bajar, ya que el autobús estaría a punto de llegar para llevarnos. Iríamos juntas hasta el centro y luego allí, Bri tendría que coger otro autobús para llegar a su casa que estaba en el norte de Fox.
Cuando salí al pasillo ella ya me estaba esperando junto a todo su equipaje.
—Aquí tienes. —Dijo entregándome mi ordenador.
—¿Dónde estaba? —Dije emocionada, yo ya lo había dado por perdido.
—Te lo debías de haber dejado en clase, alguien lo vio y lo llevó a la secretaría. —Parecía orgullosa de sus dotes detectivescas.
—¿En serio? De verdad que juraría que me lo había guardado.
—Con todo lo que ha pasado con Sebastian y con Alec estás en las nubes, al menos más que de costumbre. Anda vamos que quiero coger buenos asientos.
—¿Y tu despedida que tal ha ido? —Pregunté mientras caminábamos sabiendo que a Raymond habían venido a recogerle en coche sus padres esa misma mañana.
—Horrible. Pero solo son dos semanas. Además tengo muchas ganas de llegar a casa y estar con mi familia y mi hermano. Encima mi madre cocina como los ángeles, voy a recuperar todos los kilos perdidos estos últimos meses. —Añadió riendo.
Pensé en la suerte que tenía Bri, un novio que la quería y al que vería en dos semanas, y una familia con la que celebrar las navidades mientras tanto. Ojalá pudiera cambiarme por ella en ese mismo momento.
Nos dirigíamos en dirección al aparcamiento en la parte trasera del hospital cuando de repente una moto apareció de la nada y se interpuso en nuestro camino. No me lo podía creer era Alec.
—¡Dios se puede ser más sexy! —Exclamó Bri en voz baja.
—Se supone que debes apoyarme. —Contesté yo enfadada también bajando la voz mientras nos acercábamos a Alec y la moto.
—¡Y te apoyo! Has hecho lo más maduro, quieres ir y descubrir quién eres y hasta que no lo hagas no puedes comenzar una relación con nadie. Pero sinceramente no sé cómo puedes resistirte. —Añadió suspirando.
—Bri. —La amenacé yo. ¡Menudo apoyo estaba resultando ser!
—Eh, ¿de dónde la has sacado? —Gritó Bri a Alec cuando ya estuvimos a su lado.
—Es mía. Vine en ella y la tenía guardada en el garaje. —Contestó él mientras se bajaba y se preparaba para ponerse el casco. Estaba increíble con sus pantalones vaqueros un poco ajustados, una camiseta negra y una cazadora de cuero también negra, nada que ver con el uniforme azul que llevábamos puesto todos los días, y aun con él ya estaba fantástico.
—¿No será peligroso? —Pregunté yo intentando borrar de mi mente toda clase de fantasías. Miré a Bri que me sonreía, debía saber exactamente lo que estaba pensando.
—Solo si paso de los 200. —Bromeó él.
—Muy gracioso. Solo ten cuidado. No queremos más accidentes. —Repliqué yo.
—Lo otro no fue un accidente. Si no me hubieran pillado desprevenido se hubieran enterado todos ellos. —En su tono de voz se notaba aún resentimiento.
Sinceramente no lo dudaba. No me gustaría tener a Alec como rival en una pelea.
—El autobús ya está aquí tenemos que irnos. —Anunció Bri y acto seguido abrazó a Alec a modo de despedida.
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Hospital Kinston (editando)
Romance«-Dime Alma, ¿por qué quieres trabajar en este hospital? El oírle decir mi nombre de nuevo me descolocó por completo. Todas las respuestas que había ensayado en mi casa se desvanecieron de mi mente. Solo podía mirar a esos ojos dorados y profundos...