Capítulo 11: Lecciones de anatomía

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Alec:

En el hall en media hora     21:27

«Perfecto, lo que me faltaba» pensé mientras bloqueaba mi móvil y me lo volvía a guardar en el bolsillo.

Llevaba una semana en la que no había tenido un respiro. Ya estábamos a mediados de octubre. Las clases habían avanzado y estábamos metidos en plena materia en todas las asignaturas, lo mismo pasaba con las rondas. Los profesores cada vez eran más exigentes.

Era por la tarde y había terminado mi turno de castigo en el almacén. Tenía pensado ir al cuarto de Bri. Desde hacía unas semanas habíamos tomado por costumbre ir a su habitación o a la mía al final del día para hablar y relajarnos. De hecho, le había contado a Bri todo lo que había pasado entre Sebastian y yo.

Me había encantado tener una amiga y confidente, y en eso Bri era la mejor. No habíamos entrado en detalles, ya que eso solo formaba parte de la intimidad de Sebastian y la mía, pero tampoco había hecho falta. Bri me había entendido perfectamente y me había escuchado sin adoctrinarme ni imponerme su criterio. Al igual, yo la correspondía escuchando los pormenores de su relación con Raymond, que iba viento en popa, y descubriendo cada vez más cosas sobre ella.

Sus padres eran médicos los dos. Su padre estaba encantado de que siguiera sus pasos mientras que su madre tenía sentimientos contradictorios. Sabía lo sacrificada que era esa profesión y no la quería para sus hijos, pero tampoco podía oponerse a lo que le hacía feliz a Bri.

También tenía un hermano pequeño, aunque ya tenía 19 años. Había sido un niño bastante enfermizo por lo que Bri se había convertido casi en una segunda madre. Por suerte para su madre, Josh, que así se llamaba el hermano de Bri, había decidido no seguir los pasos de su familia y este año había empezado la carrera como profesor.

Con una familia tan unida como la de Bri pensaba que era difícil que se pusiera en mi lugar cuando la conté que acababa de enterarme de que era adoptada, pero para mi sorpresa ella fue de lo más empática y me apoyó incondicionalmente. Aparte de Sebastian, Bri era la única persona de mi entorno que lo sabía y para mí era un consuelo porque con ella podía abrirme y ser yo misma, sin tener que esconder mis sentimientos.

Antes había tenido amigos, pero en Ciudad del Este todo era diferente, era más competitivo. Allí se miraba quién era mejor en algo o quien tenía más cosas, aquí solo importaba lo que uno era y sabía que Bri se alegraría por mis logros, al igual que yo me alegraba por los suyos. Desgraciadamente, no hubiera podido decir lo mismo de muchos de mis amigos anteriores. Me sentí afortunada de haber conocido a Bri aquel primer día en el autobús y supe que nuestra amistad iba a ser de las que duraran para siempre.

—Hoy no puedo quedarme. —Le dije a Bri mostrándole el mensaje del móvil.

—Vaya, pensé que ya no se acordaba de lo de las clases.

—La verdad es que yo también. Supongo que habrá dejado pasar algún tiempo para que se me pase el enfado.

—¿Y se te ha pasado? —Bromeó ella conociéndome bien.

—El enfado sí, pero no me he olvidado tan fácilmente del lío en el que me ha metido.

—Deberías hablar con Sebastian. —Me aconsejó Bri ahora seria.

Bri y yo ya habíamos discutido aquello. Desde que salí del despacho con Alec no había vuelto a hablar con Sebastian. Había habido miradas y no podía evitar sentir su presencia en el hospital, pero ni él había intentado hablar a solas conmigo ni yo lo había hecho. Tampoco era que hubiésemos tenido mucho tiempo para hacerlo.

Hospital Kinston (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora