El despertador sonó a las seis y cuarto de la mañana. Normalmente remoloneo un poco en la cama antes de levantarme, pero aquel día tenía los ojos abiertos como platos. Era mi primer día en el Hospital Kinston.
Solo tres horas después de la entrevista con Byron recibí la llamada en la que me decían que me habían admitido para el primer año de prácticas en el hospital. Por supuesto era un mensaje corto y neutro de una de las empleadas de Byron, no sabía por qué había esperado que fuera él el que llamara. ¡Qué tonta! Evidentemente él no se dedicaba a esas nimiedades. Tan solo me hubiera gustado volver a oír su voz...
Aparté de mi mente aquellos pensamientos, tenía que olvidar la entrevista, y a Byron, y centrarme en todo aquello que tenía por delante. Por fin se vislumbraba algo de luz al final del túnel. El problema es que estaba aterrada, no sabía nada de las miles de criaturas mágicas que había por el mundo y tenía que competir con otros estudiantes con habilidades especiales. Intenté verlo como un reto y no como el principio de un monumental fracaso y me apresuré para terminar de ducharme y arreglarme.
La noche anterior ya había preparado mi maleta con todo lo que iba a necesitar en el próximo curso. No era mucho, algo de ropa, mis libros y mi ordenador. Antes tenía un montón de cosas y pensaba que no podría vivir sin ellas hasta que lo perdimos todo. En ese momento me pareció una auténtica tragedia dejar todos los recuerdos y objetos que habían significado tanto durante años, pero ahora todo aquello carecía de importancia. Era como si mi anterior vida hubiera formado parte de un sueño o le hubiera pasado a otra persona.
Respirando profundamente revisé que lo llevaba todo y sin hacer ruido para no despertar al resto de la familia me dirigí a la puerta de la casa. Eché un último vistazo al comedor donde dormían mis hermanos gemelos en el sofá cama improvisado. Sonreí, parecía que ningún problema del mundo pudiera afectarles y por un momento sentí una punzada de envidia. Me gustaría volver a tener once años, cuando el mundo era apacible y tranquilo y los problemas no existían. Con cuidado cerré la puerta, ya me había despedido de todos la noche anterior y en ese momento no estaba de ánimos para volver a hacerlo. Poniéndome música y los auriculares me aislé del mundo y me dirigí a coger el autobús que me llevaría hacia mi nueva vida.
Llegué a la estación a las 8 en punto de la mañana, el autobús salía a y media. Era la primera vez que estaba en la estación, hasta el momento no había necesitado coger muchos autobuses, ya que no había salido de Ciudad del Este hasta que nos habíamos trasladado a Fox. Me di cuenta de que ese primer año iba a estar cargado de un montón de primeras veces, solo esperaba que al menos la mayoría fueran buenas. Acudí a la dársena indicada en el billete que me habían mandado desde el edificio Kinston. Si no hubiera sido por la beca y la admisión en aquel programa de prácticas no sabría que hubiera hecho, tendría que haber buscado trabajo en cualquier cosa que me ofrecieran y olvidarme, al menos por el momento, de la medicina. No quería pensar en ello así que volví a conectar la música y me quedé esperando hasta que llegó el autobús. Me alegré de ver que no estaba completamente lleno y coloqué mi bolsa con mis cosas sentándome en uno de los asientos del fondo.
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Hospital Kinston (editando)
Romance«-Dime Alma, ¿por qué quieres trabajar en este hospital? El oírle decir mi nombre de nuevo me descolocó por completo. Todas las respuestas que había ensayado en mi casa se desvanecieron de mi mente. Solo podía mirar a esos ojos dorados y profundos...