CAPITULO 4

58.8K 4.5K 1.3K
                                    

West coast - Lana del Rey

Alejandro se acerca hasta donde estoy, toma mi mano y sonríe, sé lo que va a decir, sé lo que me pedirá, y yo ya tengo una respuesta.

- Victoria... Deseo hacerte una pregunta que viene rondando mi cabeza desde hace más de un mes.

Alaric me devuelve una mirada de irritación, una mirada cargada de odio.

- ¿Quieres convertirte en mi esposa? – ha sacado un estuche de terciopelo rojo que al abrirlo refleja un hermoso anillo con una piedra preciosa en el centro.

- No puedo hacerlo –  retiro mis manos de las suyas.

- ¿Cuál es el problema? ¿es el anillo? ¿No te ha gustado?

- Yo no te amo Alejandro, las personas se casan cuando se aman.

- Estas equivocada no siempre es así, algunos se casan sólo por conveniencia. No siempre es por amor.

- El día en que me case será por que ame a la otra persona.

Alejandro guarda el estuche de nuevo en su bolsillo, esboza una sonrisa y vuelve a hablar.

- Una de las cosas que más me gustan de ti es lo sincera que eres. Guardare el anillo hasta que puedas ver en mí al hombre que amas.

- Eres un buen hombre – paso mis manos por su rostro.

Ya no quiero robarlo, ya no seguiré con mi plan de dejarlo sin nada. En un principio pensé que Alejandro era el típico hombre desinteresado que sólo tenía cabeza para sus negocios, y que no le importaba más que el dinero. Pero ahora descubrí que en verdad está enamorado de mí, no sería capaz de romperle el corazón a la persona que me ha ayudado en todo este tiempo. No puedo hacerlo.

- Te has quedado callada – susurra mientras me ve perdida en mis pensamientos.

- Mereces a alguien que te ame, mereces una buena mujer.

- La tengo enfrente – sus manos se acomodan a mis caderas y sus labios se juntan a los míos, muerde mi labio inferior y vuelve a separarse de mí, - Eres fuego quemando mis labios.

Aprieto mis labios porque no se que responderle.

- ¿Qué es todo eso? – señalo la mesa que está detrás de nosotros y que esta decorada con luces.

- Un almuerzo para los dos – se acerca a esta y saca de allí un enorme ramo de rosas rojas, - Veinte rosas por tu cumpleaños, numero veinte – dice mientras lo entrega en mis manos.

- Nunca celebro mis cumpleños, quizás de niña, mi papá era el que lo hacía.

- Es una fecha especial.

- Es una fecha normal, están hermosas – sonrío mientras tomo una en las manos, nunca había visto rosas tan grandes.

- Traje un vino especial, Alaric por favor sírvelo – le ordena a su hombre y este se acerca para sacar las copas de allí, me siento en la silla mientras Alejandro toma asiento en la silla de enfrente.

Alaric quita el corcho del vino y empieza a servirlo, pero derrama la bebida en mi vestido. Me levanto de allí tratando de limpiar la mancha, es inútil, el vestido se ha arruinado.

- Mierda – susurro pasando mis manos por este.

Alejandro se levanta furioso de la mesa tomando a Alaric del cuello de su camisa.

- ¡Eres un inútil! – gruñe molesto.

Me acerco hasta donde está tomándolo de su mano antes de que lo golpee.

El arte de tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora