CAPITULO 30

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Dean lewis - Need you now

- Detente Vick - dice mientras no dejo de besarlo.

- No quiero - enrollo mis piernas alrededor de su cintura y paso mis manos por su ancha y marcada espalda.

- Cariño.. - murmura mientras mete sus manos en medio de mis piernas y empieza a acariciarme.

Gimo en respuesta.

- Es perfecto, por favor sigue - siento su erección rozar mi centro y me muevo para sentirla.

Andrey me apoya en el sillón por completo y emepiza a sacar mi bata por encima de mi cabeza. Me da un vistazo y sin más desabrocha sus pantalones para quitárselos junto a sus calzoncillos y entrar en mi de manera suave.

- ¡Ah! - gimo aferrada desde sus hombros.

- No quiero lastimarte - musita en mis labios-. Se que lo que debes estar sintiendo.

- Estoy bien, estoy bien...- digo mientras aprieto mis labios y lo siento volver a moverse más profundo.

- Pequeña - susurra pasando sus manos por mi cuerpo y acercandome más a él-. Eres mi kriptonita.

Suelto una risa.

- Te amo - dice mientras me besa.

- Te amo más - digo con voz cansada. Porque realmente mi sistema estaba agotado.

***

Estaba ochenta por ciento segura de que esto iba a suceder.

Había analizado la situación y estaba consiente de la idea, lo había tomado con calma y tranquilidad a diferencia de Andrey.

El médico nos había dicho que era un embarazo de alto riesgo por algunas complicaciones que presente en los primeros meses. Sumado a los altos niveles de estrés en mi sistema.

Me estaba limitando a hacer cosas que una mujer embarazada en sus estado normal haría. Pero lo único que no estaba entre "eso" era el trabajar jornadas cortas en el almacén del señor Miguel. No me esforzaba mucho, pero me era agradable estar en compañía de ese anciano.

Se parecía mucho a mi padre.

La rutina que debía manejar en los días no entraba a discusión con Andrey, porque si me pasaba de lo acordado que eran tres horas le pedía a Yura que me llevase a casa enseguida.

<<Es así como tu esposo asume el papel de cuidador>>

- Me alegra que está semana las ventas hayan mejorado - es lo que le digo al señor Miguel cuando hago el conteo del dinero de la caja.

- Victoria hay unos jóvenes que quieren conocerte - me responde en cuanto se para en medio del marco de la puerta.

- Voy - digo mientras cierro la caja registradora y atravieso el pasillo para encontrarme a dos hombres jóvenes con unos de mis cuadros en sus manos.

- Es ella - el señor Miguel me señala y ellos sonríen.

- Queriamos conocer a la artista detrás de estos cuadros, son unas verdaderas piezas de arte - dice uno de ellos.

- Ellos son Luccas y Simon, la pareja que compro este último cuadro, estuve hablando con ellos acerca de tu amor por el arte y consideraron la idea de ayudarte a exhibir tus obras en una galería.

No puedo creer lo que han dicho. Porque jamás nadie se había interesado en mis pinturas. Sólo las hacia para emplear mi tiempo libre en algo que me ofreciera libertad.

El arte de tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora