Cap 5: Navidad.

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Me despierto porque tengo demasiado calor. Abro los ojos y me encuentro con Daemon, abrazándome demasiado fuerte (prácticamente como si fuera un peluche, espachurrada contra su pecho).

Intento separarme pero su agarre no cede, así que recurro a otra técnica.

Deslizo mis manos hacia su torso desnudo y empiezo a hacerle suaves cosquillas, consiguiendo así que se separe incómodo y se de la vuelta.

Sonrío y decido volver a dormir, así que me acerco un poquito a él y cierro de nuevo mis ojos.

***

Despierto unas horas después, debido a que Daemon me está zarandeando ligeramente.

-¿Que pasa?-Pregunto pasando mis brazos por mis ojos.

-Ya es de día.-Responde él.

Quito mi brazo y lo miro. Tiene el pelo revuelto y los ojos cansados, pero está guapísimo.

-No me digas.-Digo irónicamente.-Déjame dormir.

-Aún no ha vuelto la luz.

-Oh.-Me froto los ojos y me incorporo.-Tengo hambre.

-Yo también.-Reconoce.-¿Pedimos algo de comer?

-Es por la mañana, no creo que haya nada abierto.-Me retuerzo entre las sábanas y me froto los ojos.

-Son las dos de la tarde.-Se encoge de hombros.

-¿Las dos?-Exclamo.-Madre mía.

-Voy a pedir pizza.

-De acuerdo.-Me paro a pensar un segundo.-¿Por qué sigues aquí?

Frunce el ceño.

-Osea, no te estoy echando ni nada, solo que... no entiendo por qué no te fuiste por la mañana.-Le explico.

-No sé. Tu cama es cómoda.-Sonríe de lado.-Y me gusta dormir contigo.

Me sonrojo, pero espero que no lo vea.

-Oh. De acuerdo.-Es lo único que consigo decir.

-Por cierto, feliz nochebuena.-Me sonríe y yo abro los ojos como platos.

-¿Ya es 24? Dios, han colgado las notas en el ordenador. Vamos a mirarlas.

Me levanto de la cama y voy hacia mi escritorio. Enciendo el ordenador y entro en la página del instituto.

-¡He aprobado todo!-Exclamo. Cierro el ordenador y me lanzo hacia el cuerpo de Daemon, para luego envolverlo en un abrazo.

-Enhorabuena, enhorabuena.-Me devuelve el abrazo algo sorprendido.

Al estar entre sus brazos, puedo notar su torso bien definido y sus abdominales marcados.

-No me lo puedo creer.-Me aprieto más contra él.

Me separo cuando escucho el móvil.

Lo cojo de la mesilla y veo que es mi padre, Walter. Contesto.

-Hola papi.

-Hola, cariño.-Dice él algo apenado.

-¿Que pasa?-Le pregunto asustada.

-Hay huelga de pilotos. No hay aviones para ir hasta casa. Durará al menos un par de semanas.

-¿¡Qué!?-Exclamo.-Pero... hoy es nochebuena.

-Lo sé, Nim, y nos sentimos fatal. Haríamos cualquier cosa por ir, pero hay temporal y no podemos coger ningún barco. Y en coche no podemos ir, claro. Odiamos que tengas que pasar la navidad sola, mi niña, pero no podemos hacer nada.

Una irresistible casualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora