Cap 8: Y la nieve llega.

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Al entrar en el local, me siento frente a Andrea y Byron, y luego se sienta Daemon.

-¿Por qué os habeis ido?-Pregunta Andrea frunciendo el ceño.

-No nos apetecía mucho contemplar vuestras muestras de amor mutuo.-La fulmino con la mirada y ella agacha la cabeza arrepentida.

-¿Comemos?-Pregunto.

Agarro mi hamburguesa con las manos y le doy un buen mordisco.

***

A acabar de comer, pagamos y salimos del restaurante para dirijirnos a mi casa. De repente, noto que empieza a nevar fuertemente.

Sonrío y cierro los ojos con la cabeza hacia arriba, haciendo así que algunos copos se me acumulen en las pestañas. Los abro y una sensación de frío me recorre, pero me gusta.

-¡Nieve!-Exclama Andrea, que está a mi lado.-¡Seguro que la pista está llena de ella!

Echo a correr hacia la pista, una cancha rodeada de árboles que estará llena de nieve.

Al llegar, me giro y veo que los chicos me han seguido.

Efectivamente, esto está lleno de nieve. Me agacho y agarro una poca, la moldeo hasta que se convierte en una bola redonda y me giro para lanzársela a Daemon. No se lo esperaba, ya que cuando le da de lleno en el pecho, exclama un "¡au!" sorprendido. Sonrío ante mi fantástica táctica de lanzamiento, pero mi sonrisa se borra cuando veo que se acerca a mi con expresión divertida.

-Ay, no.-Suplico.

-Ay, si.-Dice él asientiendo.

Cuando está enfrente de mi, me agarra de la cintura y me sube a su hombro, como un bombero.

-¡Daemon!-Grito su nombre mientras me río.-¡Daemon, bájame!

Se detiene.

-Como usted mande.

Inclina su cuerpo hacia delante, provocando que caiga de espaldas en la nieve; pero conseguí agarrar su camisa y tirarlo conmigo, de forma que cae sobre mí.

Suelto una carcajada y él me imita. Noto como sus músculos se relajan, y se acomoda encima de mí. Su sonrisa de medio lado me derrite.

Su mirada está posada en la mía, sin perderla de vista un segundo.

No sé por qué, esto me parece algo muy íntimo, por lo que no puedo evitar sonrojarme.

-¿Nerviosa, Nim?-Su tono, a menudo juguetón, ahoda es serio, lo que me desconcierta ligeramente. De todas formas, no pierde la sonrisa.

-No.-Respondo, pero la voz me tiembla ligeramente.

Su pecho está contra mi pecho, y se que puede escuchar latir mi corazón, que va a mil por hora. Sus piernas acorralan a las mías y sus brazos están a cada lado de mi cabeza, apoyados sobre sus codos.

-Te estás poniendo roja.

-Hace frío.-Respondo al instante.

Ríe y niega con la cabeza.

-Mentirosa.

-No es cierto.-Frunzo el ceño.-Hace frío, eso es todo. Es como la película de Frozen, hace tanto frío que podría construir un castillo con la nieve.

-Eres muy infantil.

-Me sacas cuatro años, ¿que esperas?-Pongo los ojos en blanco.

-Oh, que pena. La niñita tiene frío. ¿Quieres una mantita, pequeña?-Dice en ese tono que se le pone a los bebés.

Una irresistible casualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora