Capítulo I

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El clóset se encontraba perfectamente bien ordenado, cada día se esforzaba por dejarlo de esa forma, y no porque fuera obsesivo, sino porque a su esposo y a él les gustaba la limpieza. Tras dos hermosos y magníficos años de matrimonio, y cinco de noviazgo, se conocían a la perfección y, podía jurar por quien fuera, que no había pareja más perfecta que la de ellos.

No era el único que lo creía, Baekhyun compartía su opinión, incluso, los había inscrito a un concurso de parejas en una feria japonesa, los ganadores se llevarían un cupón para pasar un fin de semana todo pagado en unas lujosas aguas termales. Ninguno de los dos necesitaba cosas gratis, pero no tenían problema alguno en demostrar ante los demás lo bien que congeniaban.

Después de las cinco pruebas consiguieron el premio y, en definitiva, lo aprovecharon. Hacía meses de ello, había sucedido en febrero, durante sus vacaciones de San Valentín. Sonrió al recordar la mirada pícara de su amante mientras recibían el galardón.

El bello momento consiguió disminuir su estrés... ¿Dónde quedaron todas sus camisas blancas? Inspeccionó por milésima vez las altas vitrinas, sin tener éxito nuevamente, era imposible que estuvieran en otra de las repisas.

—¿Me hablaste?

La voz de Baek interrumpió su tediosa búsqueda, había permanecido un par de minutos aguardando a que el mayor hiciera acto de presencia, y ahora que ocurrió, se tomó bastante tiempo en deleitarse con el reflejo de su amado en el espejo ubicado a su costado: vestía su camisa de satín azul eléctrico, le quedaba grande porque, aunque secretamente la había comprado únicamente para que su marido la usara, la compró a su medida y, de todos modos, no importaba ya que Baekhyun lucía de forma majestuosa cualquier tipo de prenda; las blancas piernas provocaron que sus manos ardieran ante el recuerdo de haberlas recorrido durante la noche, pidiendo a gritos repetir la acción en ese preciso instante.

El castaño carraspeó y agitó rápidamente la espátula que había sacado de la cocina, fallando en terminar con el escrutinio al que era sometido. Sus comisuras se alzaron de manera juguetona cuando Sehun se mordió fugazmente el labio inferior, mientras se enfocaba en sus clavículas.

—¿Sehunnie?— llamó dulcemente, cruzándose de brazos mientras se recargaba en el marco de la entrada.

El susodicho sacudió su cabeza, saliendo de su ensueño.

—Amor, ¿has visto mis camisas blancas?— cuestionó, regresando su vista a donde colgaban varias prendas.

Baekkie estuvo a punto de atragantarse con el aire, en parte fue por la pregunta, pero en su mayoría lo ocasionó el apreciar el paso de sus uñas perfectamente visible en los omóplatos del menor, y descendía por el largo de la espléndida espalda. Ambos lo sabían de antemano, a partir de algunas horas, pasarían días lejos el uno del otro, así que la noche anterior hicieron el amor tan fervientemente que todavía sentía a Sehun acariciando su cuerpo, y posiblemente así sería durante la semana en la que estarían separados.

—Baekhyunnie— pronunció débilmente.

—Se están lavando— contestó rápidamente al salir de su trance.

—¿Desde ayer, amor?— se obligó a preguntar porque, por supuesto, el prefería disfrutar en silencio el modo en que la mirada del mayor se perdía en los músculos de su anatomía. Hasta existía la posibilidad de estar siendo maldecido por vestirse con el pantalón de la pijama.

—Ah, sobre eso...— sonrió juguetón cuando el menor elevó una ceja, suspicaz.

El tono que Baekkie usó, Hun lo conocía a la perfección, ya que era el que siempre utilizaba cuando hacía una travesura. Intuía que las susodichas prendas ya no regresarían, suspiró resignado y, en segundos, la risa de Baekhyun sonó por el lugar.

Forget you «SeBaek» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora