Capítulo 13: El libro de Magia

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Nunca habría pensado levantarse a las tres de la mañana, pero debía llegar antes del amanecer.

— ¡¡Varian!! — exclamó Isabel.

Varian se giró a ella, era de esperar que le dijera "adiós" y no se volvieran a ver, pero para su sorpresa, lo que le dijo Isabel no fue más que un sencillo "sí"

— ¿Qué quieres decir? — Varian observó como Isabel sonreía.

— Vamos a liberar a tu padre y voy a ayudarte, bien, ¿qué pasó exactamente? — preguntó Isabel.

— Esto... es todo culpa de unas extrañas rocas negras, pero nadie sabe su origen, la gente dice que son mágicas...

Tras contarle la historia, Isabel, se llevó el dedo índice a la barbilla y sugirió:

— Iré a hablar con Mateo, es el mago real.

Varian frunció el ceño.

— Isabel, la magia no existe — dijo con seriedad.

Esa afirmación sorprendió a la chica, quien tras fruncir el ceño también, preguntó a qué se refería.

— La magia está sobrevalorada — respondió Varian. — Es solo la ciencia que no se puede explicar.

— Por eso es la mejor explicación en este momento, Varian — dijo Isabel. — Confía en mí.

— Isabel, ¿por qué haces esto? — preguntó Varian, sorprendido.

— Solo estoy haciendo lo que mis padres querrían que hiciera, seguir mi corazón — contestó Isabel.

Y como Varian no respondió, Isabel fue a hablar con Mateo.

— ¿Unas rocas negras mágicas? — Mateo revisaba todas sus estanterías. — A ver, a ver...

— Mateo, gracias por levantarte para ayudarme — dijo Isabel, agradecida.

Mateo se encogió de hombros.

— No es nada, Isabel, tú hubieras hecho lo mismo por cualquiera de nosotros — Mateo señaló un libro. — ¡Ey! Este explica muchas cosas. Hay varias copias, nadie sabe dónde está el original, aún así explica todo el mundo de la magia, desde los gigantes a los duendes, desde la tamborita hasta la magia natural. Ten, podría servirte.

Al tomarlo en sus manos, Isabel comprobó que pesaba más de lo que esperaba.

— Gracias, Mateo, te debo una — dijo Isabel, despidiéndose con la mano libre.

Isabel corrió a su habitación, una vez allí se vistió de aventura y esperó a que llegara la hora del amanecer.

Cuando decidió que debía ir yendo, por el camino chocó con alguien, haciendo que el grueso libro que llevaba Isabel cayera al suelo con un gran estruendo.

— ¡Ay! — Isabel observó con quien había chocado y al ver que era su hermana el corazón la latió con fuerza.

— Lo siento, Isabel — Elena se agachó a recoger el libro, pero Isabel se lanzó a por él.

— No te preocupes — dijo Isabel.

— ¿Por qué estás vestida así? — preguntó Elena.

Isabel miró su ropa que solo vestía en ocasiones como ir a Vallestrella o aventuras.

— Esto... — vaciló Isabel. — ¿No te lo ha dicho Esteban?

Elena levantó una ceja.

— Nos vamos a navegar — mintió Isabel. — Como a él le gusta... ¿recuerdas cuando éramos más pequeñas e íbamos de "aventura" con tu amiga, Víctor y Esteban en un barco? Pues, que hayamos crecido no significa que dejemos los buenos momentos. — Isabel rio con falsedad. — ¿Por qué no le preguntas a Esteban si puedes venir?

— Vale... — dijo Elena, sabía que su hermana le ocultaba algo, pero no quería preguntarle. — Le preguntaré... por cierto — Elena señaló el libro que Isabel sostenía. — ¿Qué es eso?

— Es un libro — terció Isabel.

— ¿Y de qué va?

— De magia — respondió Isabel con prisa.

— Ah, y...

— Elena, por favor, tengo prisa — urgió Isabel y Elena levantó las cejas. — Esto... Esteban no tiene todo el día, la tarde la tiene llena y tengo que ir ya, aprovecharemos toda la mañana.

Elena estuvo tentada a seguir a su hermana pequeña para comprobar la verdad, pero al final decidió que no era buena idea, pues temía que cuando ella hiciera algo no del todo correcto Isabel le imitara.

Isabel no se lo creía, pero se estaba dirigiendo al puerto para hacer algo incorrecto, pero pensándolo bien, si ella fuera quien estuviera pidiendo ayuda desesperadamente porque perdió a familia también le gustaría algo de ayuda.

El viaje duró más de lo que esperaba Isabel, pues estar escondida alimentándose solo de pocas cosas que le podía ofrecer Varian no era nada comparado con las comodidades de palacio. Su tiempo libre solo lo empleaba en leer el libro de magia.

Al llegar a Corona tuvo que esperar a la noche para salir del puerto y pudo notar que en Corona hacia mucho más frío que en Avalor. Buscó a Varian con la mirada y a pesar de que el puerto era cuatro veces más pequeño que el de Avalor, no encontró a Varian por ninguna parte. "Estará encerrado en el palacio" pensó.

No era difícil encontrar el palacio, pero pudo ver que estaba cuesta arriba y eso le desanimó; sin embargo ya estaba allí y solo podía ir adelante, así que anduvo hasta palacio.

Cuando ya llevaba un buen rato caminando, se sentó en un banco de la calle y decidió descansar, abrió el libro y se dio cuenta que por donde iba, era donde más le interesaba.

— Isabel — la persona que le interrumpió era Varian y eso le dio un gran alivio a Isabel, había conseguido escapar sin ayuda.

— Varian, ¿dónde está tu casa? — preguntó Isabel.

— Lejos de aquí — respondió Varian. — Ven conmigo.

Isabel siguió a Varian durante horas, tenía miedo, frío, hambre y sueño.

— Siento haberlo pagado contigo — dijo Varian.

Viendo de Varian parecía ser mentira, pero lo dijo sinceramente.

— ¿Por qué has aceptado a ayudarme? — Varian valoraba demasiado a la princesa.

— No lo sé — Isabel se abrazaba para entrar en calor — Lo que dijiste...

— Olvídalo — Varian se sentía de verdad arrepentido. — Ojalá pudiera recompensártelo, de verdad, me siento muy mal, puedes dejarlo...

— Ahora no — Isabel quería despertar de esa pesadilla, pero ya era tarde para retroceder.

Varian apartó la mirada, viendo a la princesa sufrir se daba cuenta de lo mal que se había comportado con ella y quería rectificar su fallo.

— Isabel, yo...

— Déjalo, Varian — Isabel lo único que no quería hacer era hablar con él, temblaba tanto de miedo y frío que hasta andar requería gran esfuerzo.

Varian entendió a Isabel. Él también estaba asustado, pero no era justo mostrarlo. Al llegar Isabel observó la gran roca anaranjada donde estaba encerrado el padre de Varian, él lo observaba con tristeza y a pesar del enfado que Isabel tenía se compadeció.

— Acabemos con esto — dijo ella.

Varian asintió.

— ¿Has encontrado algo? — Varian señaló el libro que tenía Isabel.

— Pues... — Isabel abrió el libro y empezó a leer en alto.

Hay Química (Crossover Elena de Avalor y Enredados otra vez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora