INTRODUCCIÓN

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(Más adelante)

¡Sueltame, infeliz! — exclamé mientras forcejeaba con mi atacante

Pequeña, perra — sonrió con cinismo — ¿no te das cuenta que no podrás sobrevivir a esto? — me tomó de las muñecas con mucha fuerza, tanta que me dolían, con su cuerpo acorraló el mío a la pared y no podía sentir más de desprecio y asco por su cercanía — eres mía, por siempre — se acercó dejando poco espacio entre nuestros rostros.

¡Joder! — grite y uní todas mis fuerzas para zafarme — gritaré más fuerte si no me sueltas en este instante — sentencié.

Solo intentalo — dijo rozando sus labios con los míos.

Por favor, suelteme — pedí entre sollozos

Y las fuerzas se esfumaron y yo, simplemente... Comencé a llorar, la cabeza de daba vueltas, no podía dejar de pensar que todo iba tan bien en la mañana y si no salía de aquí mis pensamientos me atormentarían ¿que sería de mi madre? Sólo éramos ella y yo, estaría debastada y todo por una puta mala decisión. Él bastardo infeliz me hizo sentir asquerosa cada vez que me tocaba, cuando rozaba sus labios con míos me provocaba náuseas y desprecio por mí, había entrado en un abismo del cual no podría salir.

Sólo quiero irme, le juro que no diré nada — dije con la voz llorosa.

Claro que no lo harás — tomó un pañuelo húmedo de la mesita que tenía a su izquierda y bruscamente lo pegó a mi cara y así sin más mis ojos  comenzaron a cerrarse y lo siguiente fue lo último que escuché — es hora del show.

Luz, Cámara... ¿Amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora