No era que le hubiese dolido ver a Sanji rodeado de mujeres. Nami no era así de celosa e impulsiva. Lo que de verdad la irritó fue que se olvidase por completo de ellos cuando tenía que buscar a Luffy, faltando a su responsabilidad —una de la que podía depender la integridad de la tripulación mientras estuviesen en la isla— y dejándose llevar por algo de entretenimiento. Y también el cómo se ponía nervioso y emocionado ante todas aquellas mujeres —nunca había visto tantas reunidas desde que había llegado a Green Hoax— cuando días atrás le había dicho palabras tan bonitas y, supuestamente, sinceras.
Los bailarines y las bailarinas danzaban embutidos en sus trajes de colores y espalderas y tocados llamativos, exóticos y, sin duda, pesados. Llevaban motivos de lunas y estrellas y Nami tuvo que imaginarse que formaba parte del folclore de aquella isla. Acompañando el baile, había unas grandes carrozas igual de espectaculares, con una gran cantidad de luces que se reflejaban en las que colgaban por las calles, otorgando una ambientación muy cálida y festiva a la celebración. A pesar de todo, era incapaz de disfrutar del desfile, sumida en sus pensamientos. Si no fuese porque Robin entrelazaba su mano con la suya de vez en cuando para calmarla, seguiría con el ceño fruncido mirando al frente. La visión de Chopper subido a Franky y emocionado con todo lo que veía también ayudaba a la hora de enternecer su corazón y posar los pies en la tierra, pero no sabía cómo sentirse.
Nami suspiró y paseó su mirada por los alrededores, entre los espectadores, buscando a alguien que no sabía quién era. Aunque comenzaba a hacerse de noche, el cielo seguía despejado y hacía buena temperatura... Algo extraño paseó por su rabillo del ojo y se fijó mejor. No podía ser.
—¡Luffy! —gritó. Y aquella bola sebosa rodeada de plumas que se sentaba en el trono de una carroza se removió. Por fin se giró en su dirección y los saludó con toda la tranquilidad del mundo.
—¡Hey, chicos! No sé cómo, pero he ganado un concurso de comida y me han invitado a venir aquí. ¡Son todos muy divertidos en esta ciudad! —se rio con ganas y, mientras volvía a su forma normal, fue agarrado por una bailarina de pelo violeta de esa carroza para sacarlo a bailar. No impuso demasiada resistencia y comenzó, como siempre, a hacer el imbécil —a ojos de Nami—.
—Este chico no tiene remedio... Bueno, por lo menos no está haciendo de las suyas. —Aunque siempre criticase su actuación, no pudo evitar esbozar una sonrisa. Esa era la especialidad de su capitán, al fin y al cabo. Hacerle olvidar todo mal pensamiento que se pasase por su mente solo para centrarse en él. Fuese para bien o para mal.
Pero, para desgracia de Luffy, en aquel momento estaba acabando el desfile y el baile tuvo que terminar con él, por lo que ni cinco minutos después ya se había apagado la música al final del recorrido. Así fue que regresó junto a ellos rápidamente.
—¿Y todo esto, Luffy? —Robin acarició con la yema de sus dedos una boa amarilla que llevaba al cuello, que complementaba una corona de girasoles que había enganchado a su sombrero de paja.
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Reformando lo imposible; Sanami
FanfictionLa primera isla del Nuevo Mundo. Todo parece apuntar a que la fiesta está servida y todo será una calma velada. Al mismo tiempo, en la cabeza de Nami ocurre todo lo contrario. Cada vez duda más por la actitud de Sanji tras confesarle sus sentimiento...