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Sanji, Zoro, Nami y Robin bajaron por el último tramo de bosque, serpenteando por los senderos hasta llegar al puerto

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Sanji, Zoro, Nami y Robin bajaron por el último tramo de bosque, serpenteando por los senderos hasta llegar al puerto. Desde la distancia el Thousand Sunny parecía más pequeño de lo normal. La fuerza del sol también engullía los laterales de las velas blancas. La insignia de la calavera con el sombrero de paja destacó en medio del resplandor.

—¡Chicos, están aquí! —Escucharon gritar desde la cubierta. Por el tono de voz debía de ser Usopp. Agitó una mano en la distancia aunque fuesen fácilmente reconocibles. Nami lo correspondió instintivamente—. Y Zoro viene con ellos, menos mal.

—Ya era hora. ¡Estábamos superpreocupados!

—Lo sentimos, lo sentimos... —comentó Sanji con las manos en alto en cuanto pusieron un pie sobre la plataforma. Por el calor del sol esta ardía. Ni las suelas de las sandalias la aislaron lo suficiente como para no notarlo—. La fiesta se descontroló un poco y nos quedamos dormidos por ahí. Para el cabeza de alga ya no tengo excusa; solo es un idiota sin remedio.

—¿Ah? ¿Y ahora qué estás diciendo de mí? ¿Alguien te ha pedido que hables en mi nombre, cocinero de pacotilla?

—¿Quién sabe? A lo mejor también te perdías en la conversación.

—Venga, chicos, calmaos —interrumpió Brook antes de que Zoro siguiese encarándose con Sanji cuando intentó sacar una espada—. Ahora que estamos aquí todos, ya podemos volver a dar una vuelta por ahí como pidió Robin ayer. Estábamos esperándoos.

—Lo siento, chicos —se disculpó Nami con las dos palmas apretadas hacia ellos y una mueca de lástima—. En cuantos nos demos una ducha y Sanji nos prepare algo de comer podemos ponernos en marcha.

Esa simple mención sirvió para que Luffy corriese desde su posición hasta el borde del barco. Sus ojos estaban entusiasmados con la idea. Palmeó la barandilla para reforzar su emoción—. ¡Daos prisa, entonces! ¡Yo quiero carne! ¡Llevo desde ayer sin probar tu comida, Sanji! —protestó desde lo alto.

—Sí, sí, capitán... Ahora te preparo algo. —El cocinero aflojó el nudo de su corbata antes de subir al barco de nuevo. Aunque la caminata los había calmado un poco, sí que era cierto el hecho de que Sanji no solía beber demasiado y quizá le había hecho más efecto del normal. Ella se seguía perdiendo en sus pensamientos mientras comprobaba que Zoro subía en la dirección adecuada y no había vuelto a desaparecer. Cuando Usopp le preguntó por el Minimerry que había usado para marcharse, ni él supo dónde había quedado. Por la costa, comentó. Nami suspiró sin saber qué hacer con él.

Mas entonces ocurrió algo extraño. La navegante tropezó con algo y cayó hacia atrás, teniendo que ser agarrada por Robin para no acabar en el agua que rodeaba el puente.

—¿Estás bien?

—Sí..., no sé qué me pasó. —Se apartó restándole importancia y volvió a ascender, ante la atenta mirada de Chopper con el botiquín en mano por si se había lastimado o estaba enferma—. No te preocupes, Cho... —Sus pies trastabillaron de nuevo y sintió un gran peso repentino sobre sus brazos cuando los alargó hacia el reno. Intentó subir a cubierta de nuevo pero su cuerpo no se movía más de dónde estaba.

Reformando lo imposible; SanamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora