Double - Camren.

Once.

—Feliz cumpleaños a mi... - Susurraba una morena frente a un pequeño pastel de chocolate —Feliz... feliz...

¿Por qué no había nacido normal como Karla?

Tal vez y siendo una mala persona estaría rodeada de cariño como su hermana gemela, tal vez y haciéndole daño a las personas estaría rodeada de mucha gente y no estaría sola aquella noche de su cumpleaños número veintiuno.

Ser estúpida la había mantenido en las sombras, ser estúpida le había quitado el cariño de su familia, siendo estúpida había alejado a Lauren, la chica hermosa de ojos verdes.

Había sido estúpida al tratar de besarla y ahora ella no quería estar cerca y, ¿Cómo culparla?

Nadie querría estar junto a una persona bruta y estúpida como lo era ella.

Sollozó fuerte, soltó el llanto como hacía mucho tiempo no lo hacia.

Al final de todo estaba sola en aquella habitación, su nana Annie se había ido hace un par de horas y su amiga de la Toscana no había recordado su cumpleaños.

A lo largo de los años Camila había aprendido de cruel manera a aceptar su destino, a ser esquivada por las personas a ser olvidada por todos, cuando estaba en Toscana su mejor amiga o la que creía que era su amiga había sido su única compañía, por primera vez se había sentido aceptada después de tanto rechazo que había sufrido a manos de su propia familia pero lo cierto era que, en el corazón de Camila Cabello no cabía el odio y el rencor por eso es que muy a pesar de la opinión negativa de Hailee decidió regresar a Estados Unidos, tal vez y con el tiempo su familia había cambiado, tal vez y con el tiempo su mamá la había extrañado y ahora sería diferente. Mas equivocada no podía estar, para Sinuhe siempre sería una aberración, una completa chica idiota que avergonzaba el apellido de la familia.

Su nana Annie le había aconsejado no regresar a casa, entre lágrimas le dijo que estaría mejor en Italia allá nadie podría lastimarla como lo hacían ahí, nadie podía torturarla con palabras hirientes,con miradas de desprecio incluso nadie podía golpearla, Annie le informó que Karla había llegado un día a casa gritándole a Sinuhe que Camila había regresado a Nueva York, Karla le exigía a su madre que se hiciera cargo del asunto e hiciera desaparecer a su desagradable hermana. Camila había desistido a la idea de regresar a la Toscana, era un lugar precioso no lo podía negar pero encontrarse con Lauren lo había cambiado todo, la ojiverde se había apoderado de su corazón en el primer instante que la vio en aquella estación de metro, su mirada perdida y apagada habían despertado su curiosidad, pero en el momento en que vio sus preciosos ojos verdes había caído rendida a sus pies, su cicatriz llamaba su atención... había una historia y ella quería descubrirlo; lo que no esperaba Camila era que sus vidas ya estaban entrelazadas por un hilo de dolor que al parecer era irrompible y gracias a ello, Lauren no podía estar cerca de ella.

Camila no entendía al principio por que la ojiverde la miraba triste, al principio pensó que Lauren no quería estar con una persona estúpida como ella y tal vez esa era una razón pero la principal era que Lauren no quería estar cerca de ella por que le recordaba a su hermana y por primera vez odio ser parte de esa familia, odio ser exactamente igual a Karla.

Tal vez su nana tenía razón y ya era tiempo de regresar a Italia, nada la retenía en Nueva York, Lauren había sido muy clara al decirle que ella era la razón de la tristeza en sus ojitos, y Camila no permitiría que la preciosa mujer de piel blanca y ojos maravillosos siguiera sufriendo, no importaba que en el transcurso fuera su turno de sufrir.

Sus sollozos se hacían más violentos al paso de los minutos.

Camila era un alma pura y feliz muy a pesar de lo que había vivido en su infancia ella había construido una barrera para que nada la dañase más, se había propuesto ser feliz con lo que la vida le entregaba, era feliz en aquel pequeño pueblo en la Toscana, era ya tiempo de quitarse esa mascara de felicidad.