Narra: Alba
Cuando llegó Natalia la sonreí, me alegraba verla bien y no como la otra noche, ella me miraba también pero parecía tener vergüenza. Se sentó en el sofá y estuvimos hablando las cuatro durante un buen rato, parecía que estaba hablando con gente que conocía de toda la vida. Me estuvieron contando como se conocieron, que hacían en Madrid, que estudiaban...bueno lo típico.
Natalia era de Pamplona y estaba estudiando artes escénicas, también comentó que cantaba y que componía canciones como hobbie, la verdad es que la pegaba muchísimo. Marta explicó que era de Málaga y que vino a Madrid ha estudiar pedagogía pero que no la cogieron y ahora estaba preparándose otra vez la selectividad para conseguir más nota y que trabajaba en un cine cerca de aquí. Y Julia me contó que era de Cádiz, que vino a estudiar educación infantil aquí porque tenía familia, pero que desde hace un año vivía con ellas porque con sus tíos no tenía la libertad que ella quería.
Con Natalia era un continuo cruce de miradas, o más bien, yo notaba como ella me miraba todo el rato y cuando la miraba cruzábamos las miradas pero yo retiraba la mirada por vergüenza. Tras un buen rato hablando y conociéndonos, Marta y Julia se levantaron y dijeron que se tenían que ir a hacer unas cosas. Natalia les miró un poco extrañada pero no dijo nada.
-Bueno chicas, disfrutar de la comida y que os aproveche que Natalia se ha tirado un buen rato haciéndola con todo su cariño- dijo Julia lanzándole un guiño a la morena y que ella respondió abriendo los ojos.
-Claro, claro- dijo Natalia aclarándose la voz algo nerviosa. Se levantó y yo la imité, nos dieron dos besos a cada una, y mientras yo me despedía de Marta, Julia le dijo algo al oído Natalia que no conseguí escuchar. Finalmente se fueron dejándonos solas.
-¿Quieres ver la casa? me preguntó Natalia mientras se arrascaba la nuca.
-Si por favor- le contesté con una sonrisa.
Me hizo un tour por toda la casa, era muy bonita, estaba amueblada con muebles blancos bastante nuevos. La cocina era muy moderna, era americana y conectaba con el salón. Por ultimó me enseñó su habitación, era muy espaciosa, me fijé especialmente en la cama, era de matrimonio con una mosquitera alrededor con luces y fotos adornándola. Tenía un escritorio a la izquierda, un tocador a la derecha y junto a este un armario empotrado gigante. Era realmente bonita.
-Bua Nat- dije con los ojos muy abiertos y con una mano en la boca
-¿Me has llamado Nat rubita?- dijo ella con una sonrisa y los ojos achinados debido a esta.
-¿Eh? ¿Yo? te lo has imaginado morenita- dije saliendo airosa de la situación.
-Juraría que no- y me lanzó una mirada un tanto confundida mientras me miraba fijamente.
-Pues aprende a escuchar porque no dije eso- en qué momento se me ocurrió llamarle Nat, pero al menos había conseguido esquivar el bache.
-De todas formas no me importaría que me llamaras Nat, me gusta como suena- dijo esbozando una sonrisa.
-Me lo apunto- seguidamente le saqué la lengua guiñándole un ojo, ella pareció ruborizarse un poco pero no le di importancia.
Me acerqué a la cama a observar con más detenimiento las fotos que había colgadas, ella se sentó en la silla del escritorio mientras me observaba detenidamente. Tenia fotos con Marta, Julia, un par de chicos, alguna que otra chica y más gente que supongo que sería su familia, pero me llamó la atención una foto en especial, salía ella con una bandera del orgullo en medio de gran vía de Madrid.
-Que fotito más curiosa- me atreví a decir señalando esa foto.
-¿Por qué?- dijo ella un poco extrañada ante mi comentario.
- ¿No eres hetero?- era obvio que no tras ver aquella foto, pero quería ver su reacción, me divertía que se pusiese nerviosa.
- Error rubita, soy bisexual. Muchas preguntas me estás haciendo, ya te sabes media vida mía y yo lo único que se de ti es que eres vegetariana e intolerante a la lactosa. Cuéntame algo de ti.- dijo acomodándose en la cama. Era bisexual, vamos bien.
- ¿Eso es una escusa para preguntarme que condición sexual tengo?- dije mirándola fijamente mientras le sonreía, me encantaba este juego y estaba segura de que Natalia me lo seguiría.
-Podría ser, pero no solo es eso lo que quiero saber- hizo una breve pausa mientras me miraba intensamente. -Eres muy misteriosa Alba Reche y yo ahora mismo tengo todo el tiempo del mundo para escucharte, así que adelante.- dijo mientras me hacia una señal con la mano indicándome que hablara.
- Soy un libro abierto, pero tienes que aprender cómo soy para darte cuenta de ello-
-Para ello me tendrás que contar ¿no?- dijo alzando una ceja. Yo asentí.
-De acuerdo, ¿qué quieres saber de mi Natalia?-
-Pues...¿qué haces en Madrid? ¿qué estudias? lo típico- dijo mientras se reía y se tocaba el pendiente de la nariz.
- Soy de Elche y vine a Madrid a estudiar la carrera de bellas artes- dije siendo lo más breve posible para que ella me preguntara.
-Alba Reche de Elche y estudiando bellas artes, joder chica pareces sacada de un cuento de princesas Disney- dijo mientras se reía,yo la imité y le di un pequeño golpe en el brazo. -¿Y la Reche tiene príncipe que la salve?-
-Príncipe o princesa morena y yo no soy de que me salven, mas bien de salvar, eres el claro ejemplo nena- dije segura de mis palabras mirándola fijamente, ante mi comentario ella pareció sorprenderse de este y se incorporó nerviosa.
-¿En serio?- dijo mirándome sorprendida. Asentí y ella se rió. - Que casualidad albita, y a lo del comentario de que me salvaste, a mi tampoco me suelen salvar de nada, pero apareciste tu...- dijo esto último casi en un susurro pero lo conseguí escuchar perfectamente a lo que iba a contestar pero no me dio tiempo ya que se levantó de la cama dándome la mano para incorporándome. -Vamos a comer que se va a quedar la comida fría anda.
Le agarré de la mano y noté una corriente recorrer mi cuerpo, pocas veces me había pasado eso en mi vida.
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LOST GIRL
FanfictionUna historia ficticia de Alba Reche y Natalia Lacunza fuera de la academia de operación triunfo. ¿Qué les podría pasar a estas chicas una noche de fiesta celebrando el fin del primer año de carrera con sus amigos? No se conocían de nada hasta que oc...