XI

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Narra: Natalia

Me desperté y a mi lado estaba Alba, da igual cuando la miraras, estaba preciosa hasta recién levantada. Después de la noche que me había hecho pasar tenía las hormonas revolucionadas, bueno, en realidad, desde que conozco a Alba Reche parezco una adolescente sin dos dedos de frente. Ambas sabíamos que nos gustábamos, pero Alba siempre me rehuía. ¿Debería preguntarle? ¿Dejo las cosas fluir? ¿Voy a saco con ella? o ¿Le dejo su espacio y cuando quiera que de ella el paso? miles de preguntas tenía en la cabeza y todas tenían que ver con la pequeña rubia que tenía al lado.

Alba salió de la habitación, yo me levanté, me puse mi ropa, hice la cama, estuve un rato con el móvil y por último le eché un vistazo a la habitación. Era muy bonita, tipo vintage, pero lo más bonito de la habitación eran los cuadros que había dibujado. Tenía un talentazo la tía, me encantaría que algún día me pintara...soñar es gratis dicen. Seguí cotilleando las cosas que tenía por la estantería, libros, figuras, postales, fotos...y me  detení especialmente en una foto, era ella y parecía que estaba cantando en algún garito con gente. Que la Reche cantaba y no me lo había contado, ¿había algo que no se le diese bien a esta mujer?

Alguien entró en la habitación haciendo que me sobresaltara del susto, me giré y era una chica rubia con unos tatuajes de lo más raro, se dirigió a mi y me dio dos besos presentándose. María se llamaba, era una tía con un rollazo increíble y muy agradable. Observé a Alba que estaba apoyada en el marco de la puerta tapándose la cara con una mano, parecía avergonzada, seguro que por María. Repito, una de las cosas que más me gustan de Alba es cuando se avergüenza de algo. María me invitó a que me quedara a desayunar y yo acepte. Ella se marchó y nos quedamos Alba y yo solas en la habitación.

Estaba apunto de besarla, notaba su respiración agitada en mis labios, vi cómo sus ojos bajaron a mis labios y ella mordió los suyos, cuando estaba a punto de lanzarme, se escuchó a María y Alba se separó rápidamente, dejándome otra vez de pie en medio de un espacio y sin palabras.

Salí de la habitación un par de minutos después de Alba, nos sentamos en la mesa, ella me miraba mientras colocaba las cosas en la mesa, seguidamente se sentó María y Alba tardó un poco más, me daba la sensación de que no quería sentarse. Cuando se sentó hubo un silencio incomodo, Alba y yo nos miramos todo el rato hasta que María rompió ese silencio.

-Bueno que, ¿no me vais a contar cómo os habéis conocido?- dijo ella dándole un sorbo al café, Alba me volvió a mirar y agachó la mirada, así que decidí contestar yo a la pregunta de María.

-Digamos que gracias a ella sigo viva.- dije lanzandole una sonrisa a Alba para intentar calmar un poco la situación entre nosotras.

-¡¡No jodas Alba!!- dijo la mari mirándola sorprendida -¿y que te pasó para que tuviera esta persona que salvarte? bueno si se puede saber claro...-

-Nada, bueno digamos que me pasé bebiendo, perdí a mis amigos y si no llega a ser por Alba me quedo en el sitio- dije volviendo a esbozarle una sonrisa a Alba y esta vez ella me devolvió la sonrisa.

-Joder pues ya puedes hacerle un monumento ¿no?- dijo la mari mirándonos a ambas con una sonrisa cómplice. Nosotras nos miramos y Alba rápidamente agachó la mirada susurrando algo que no logré escuchar. En ese momento María se levantó de la mesa, recogió su plato y su taza de café, Alba hizo el mismo amago pero la paré, agarré su mano para que no lo hiciera, ella me miró y pareció entenderme con la mirada y se quedó en el sitio. Ahí mismo me di cuenta de nuestra conexión, que sin palabras nos entendíamos y en ese momento respondí a todas las preguntas que me rondaban, esa pequeña rubia no se me iba a escapar por más que ella quisiera.

María volvió de la cocina y nos dijo que se iba, había quedado con su novio, fue a la habitación agarró una chaqueta y un par de cosas más y se marchó, no sin antes despedirse de mi diciéndome que esperaba verme más a menudo por aquí y guiñándole un ojo a Alba, ante eso yo me reí y le contesté con un "yo también lo espero" mirando a Alba descaradamente, ella como no apartó la mirada. Y por fin solas, Alba y yo por fin estábamos solas.

Recogimos la mesa en silencio, cruzándonos miradas y yo alguna que otra vez intentaba chocarme con ella, aposta por supuesto, pero la reche tenía buenos reflejos la cabrona. La notaba nerviosa, ¿la incomodaba? ¿y si me estaba confundiendo y no sentía lo mismo que yo? pero entonces ¿por qué se iba a poner nerviosa? me estaba volviendo loca y quise ponerle fin.

-¿Vamos a obviar lo que ha pasado en la habitación?- dije sin más rodeos, ella se giró mirándome sorprendida.

-¿Y que se supone que ha pasado?- dijo ella ahora intentando restarle importancia, pero yo ya sabía como iba esto, su juego, le seguí el juego pero de una manera que ella seguro que  no esperaba.

-Esto...- dije acercándome a ella quedándonos a escasos centímetros, noté su respiración agitada en mis labios, le agarré de la cintura, ella seguía inmóvil, dirigí una de mis manos que posaban en su cintura a su mejilla, nuestros ojos se conectaron, pude ver sus pupilas más dilatas de lo normal y sin pensarlo me lancé a sus labios. Solo conseguí un casto beso ya que ella se separó de mi rápidamente.

-Yo...Natalia, no se si es buena idea- dijo ella agachando la cabeza y rascándose un brazo nerviosa, yo estaba incrédula.

-¿Por qué no lo va a ser Alba? ¿De qué tienes miedo?- dije apoyando mi mano en un hombro.

-Pues por que yo no soy la típica tía que se lía con la primera chica que conoce, me han hecho mucho daño y todavía no se de que palo vas Natalia. ¿Y que de qué tengo miedo? joder, de pillarme de ti, a ti te tengo miedo, a mi me tengo miedo, a la reacción de mi cuerpo cuando estoy contigo, tengo miedo a todo lo que esté relacionado contigo Natalia, porque lo que sentí desde el primer momento que te vi no lo he sentido con nadie y me da mucho miedo...- dijo ella sin hacer ningún tipo de pausa, fue como si le hubiera dado algún tipo de arrebato de sinceridad, por un lado estaba contenta de que sintiera algo por mi, pero por otro lado estaba decepcionada con el hecho de que tuviese miedo de mi o de lo que pudiera hacerle, no se cómo lo habría pasado ella en relaciones anteriores, pero no me conocía de nada y tampoco sabía por lo que había pasado yo.

-¿En serio Alba? ¿Miedo de mi? Cuando soy yo la que está todo el puto día detrás tuya intentado descifrarte, porque otra cosa no se pero loca me estás volviendo un rato, tus miradas y tus gestos corporales y faciales dicen una cosa y tus palabras otra. Y si, yo también tengo miedo, porque yo también he sentido algo por ti desde que te mire a los ojos, pero no me cago, me hago dueña de mis sentimientos y lucho por lo que quiero, y me da igual que te conozca de hace tres días, como si te conozco de hace media hora. Creo que te hace falta un poco de valentía en esta vida Alba, creo que deberías hacerte dueña de tus sentimientos y afrontarlos, no rehuirlos y además...- no pude acabar porque ella me contestó algo alterada, ambas lo estábamos pero era necesario este arrebato de sinceridad entre ambas, aunque no de estas formas.

-Mira Natalia, no he llegado hasta aquí para que venga a darme lecciones de vida una niña de diecinueve años, vete por favor- dijo ella dirigiéndose a la puerta de entrada y abriéndola para que me fuera.

Agarré mi chaqueta, las llaves de la moto y de casa, el móvil y me dirigí a la puerta. Antes de irme me paré en frente de ella, la miré con cara de enfado y tristeza al mismo tiempo aguantándome las lagrimas.

-Pues esta niña de diecinueve años le echa más ovarios a sus sentimientos que tú, cosa que deberías hacer tu también, Adiós.- dije con rabia y dejando a Alba con la palabra en la boca ya que huí de su casa antes de que mis lagrimas comenzaran a derramarse por la cara. Escuché como cerró la puerta de un portazo y eso fue suficiente para que la primera lagrima recorriera mi mejilla.

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⏰ Última actualización: Dec 29, 2018 ⏰

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