V

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Selene no podía describir lo que ocurría esa noche, sabía que ella estaba ahí, estaba viendo todo, pero no podía entender que ocurría y por qué parecía que nadie más la notaba, aunque tampoco es como si en ese lugar hubieran muchas personas.

Solo eran Potter y el profesor Quirrell, ambos estaban en una habitación que ella no conocía, un enorme espejo se encontraba frente a ellos y el piso parecía desprender fuego.

Pero ella no se quemaba.

Los veía mover la boca, pero no alcanzaba a escucharlos.

¿Qué está pasando?

No estaba segura, parecían estar discutiendo y de pronto las cosas se tornaron extrañas para todos.

El profesor Quirrell comenzó a quitarse el turbante que cubría su cabeza para después voltearse y dejar ver lo que había tras de esta; Selene estuvo segura que Harry quería gritar si es que no lo estaba haciendo, ella también tenía ganas de hacerlo, aquello que veían no podía ser real.

Exacto —se dijo ella —. Es un sueño.

Donde tendría que haber estado la nuca de Quirrell, había un rostro, la cara más terrible que Selene hubiera visto o imaginado en su vida. Era de color blanco tiza, con brillantes ojos rojos y ranuras en vez de fosas nasales, como las serpientes.

¿Que era ese monstruo? ¿Por qué vivía en la cabeza de Quirrell?

Su mente intentaba procesarlo, sabiendo en el fondo de qué o más bien de quien se trataba pero sin querer creérselo. Y entonces ocurrió: aquella cosa en la cabeza de su maestro sí podía verla.

Sus ojos se clavaron en ella, tan rojos que Selene sintió como un escalofrío corrió por su cuerpo y un agudo dolor comenzaba en alguna parte de su cuerpo; Harry volteó hacía donde estaba ella, y entonces también la vio, por algunos cuantos segundos antes de volver a ser nada frente a sus ojos.

Justo en el instante en que el profesor Quirrell se lanzó contra Harry, Selene abrió los ojos.

Su respiración estaba agitada, su sudor bajaba rápidamente desde su cara hasta la espalda y la castaña sentía que en cualquier momento su corazón abandonaría su cuerpo.

Pero ella estaba bien, estaba en su habitación, no le había pasado nada y entonces todo se le vino de golpe.

Potter.

Se levantó rápidamente sin importarle que estuviera en pijama, saliendo de la habitación para después bajar corriendo las escaleras, ignorando al águila en el momento en que surcó la puerta de la sala común.

Corría a los pasillos a la velocidad máxima que sus pies se lo permitían, descalza sintiendo el piso frío y el viento despeinándola, pero tenía que llegar a donde Dumbledore.

Cuando vio la gran estatua de la gárgola sintió que la respiración regresaba a ella, dijo la contraseña que repetidas veces había escuchado por parte algún compañero y esta dejó ver unas escaleras, ni siquiera dejó que la estatua se moviera por completo cuando ella comenzó a subir corriendo, tratando de no caerse debido a que la estructura seguía acomodándose, tropezó en el último escalón, llegando por fin al despacho del director.

—Profesor —balbuceó la chica apenas y pudo recuperar aire.

Dumbledore quien se encontraba leyendo algún libro, alzó la mirada hacia ella, respondiéndole con una sonrisa: —Señorita Rosier, ¿que la trae por aquí? —preguntó curioso, aunque por su tono, Selene sospecho que ya sabía.

—Es Harry —respondió aún sin calmarse de todo —Él... él está en problemas, yo creo que... —se mordió el labio antes de decir lo que cruzaba por su mente —. El profesor Quirrell quiere matarlo.

«Moonlight» [Fred Weasley] (ACTUALIZACIONES LENTAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora