22 años

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Narra Natalia

Eran como niños pequeños, como hermanos, y solo se acababan de conocer. Y eso que Miki no era de hablar con gente, podía contar con los dedos de una mano sus amigos; en el corazón me encontraba yo, como decía el.

-¿Vamos a dormir ya? -Interrumpí  la conversación que mantenían la rubia y el castaño.

-Si, mejor, que mañana trabajo. -Comentó Miki.

-Y yo. -Me levanté rápidamente del sofá y observé la hora en el reloj de pared; 4 de la mañana.

Debería estar en el banco, pero luego observé a la rubia que se encontraba riendo, boca abajo en el sofá y se me pasó el susto.

Era un ser de luz.

-¿Pero tu trabajas? -Alba se levantó del sofá y su risa cesó.

Asentí con la cabeza.

-Canto en un bar algunas mañanas... -Comenté mordiendome las uñas.

-Ala que guay pues mañana voy a verte.

-¿M-mañana?

-Si, mañana.

¿Mañana? Joder.

-Si, vale, perfecto. -Torcí mi boca no muy segura de que la rubia fuera a verme.

Alba nunca me había oído cantar, y es algo que yo hago siempre desde el interior, desde el sentimiento.

Me daba miedo que me viera, que viera como soy y que viera lo que siento.

Quizás lo que siento por ella.

Aun que ni yo lo sé.

-Genial. -En su rostro se iluminó una sonrisa y me estrecho entre sus finos brazos.

Quizás no todo iba a salir tan mal.

Se separó de mi cuerpo y mientras yo me iba al baño a lavarme los dientes oía los gritos de mis amigos desde el salón deseándose las buenas noches.

Alguien llamó a la puerta del baño una vez cesaron sus griterios.

-¿Seguro que no te importa que duerma contigo? -Preguntó la de Elche, apoyada en el marco de la puerta.

-¿A mi? -Reí sarcásticamente- Claro que no, por esa cama han pasado más de 100 tías.

¿Por qué coño decía eso? Es mentira... Como que aún no he tenido novia a mis 22 años.

-¿Ah si? ¿Entonces soy una más? -La más baja puso una mueca de tristeza.

-Claro que no.

Joder, no paraba de cagarla.

-¿Entonces soy importante?

-Eh...

-Genial, vamos a dormir. -La rubia me agarró de la muñeca y tiró de mi hasta la habitación y cerró la puerta al entrar.

-¿T-te dejo un pijama? -Cuestioné al ver a Alba con la ropa aún de calle.

-Mierda, si por favor, se me olvidó el mío en casa.

Fui a la cómoda y le tendí el que mejor le quedaría; el de cuando tenía unos 15 años.

-Es de cuando era pequeña pero a ti te valdrá.

-¿Me estas llamando bebé? -Insinuó la rubia con una sonrisa burlona.

-Exacto. -Me metí entre las sábanas blancas de mi cama y me tapé la cara con ellas mientras Alba se cambiaba.

Desearía que fueran transparentes para poder verla.

Un minuto después sentí como la cama se hundía a mi izquierda y me destapé la cara.

-Gracias por dejarme dormir aquí. -Alba se giró hacia mi y quedamos frente a frente.

-De nada. -Sonreí y cerré los ojos por los nervios.

Sentía su respiración tan cerca que se juntaba con la mía.

-Hasta mañana Albi. -Logré decir.

La nombrada emitió un sonido de respuesta y abrí un ojo.

Se había dormido.

Lo último que recuerdo que noté antes de dormirme fueron los brazos de Alba rodeando mi cintura y nuestras piernas entrelazadas.

Me dormí.

Capítulo corto because no tengo inspiraçao.

Adeu🌙

En este banco || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora