16 de noviembre - Capítulo final

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Narra Alba.

24 de diciembre.

Ya era Navidad de nuevo

Un año.

Había pasado un año.

Un año en el que Aina, Natalia y yo nos habíamos mudado a Barcelona.

Como las serpientes y otros reptiles; Mudamos de piel para seguir creciendo como personas.

Vivíamos en un pequeño piso desde hacía ya un tiempo; después de adoptar finalmente a Aina.

Y por fin podía llamar "Hogar" a una casa, y sobretodo si estaban ellas conmigo.

Siempre había sentido a Natalia hogar, pero nunca tuve un lugar que llamarlo de esa forma.

Era reconfortante oír a Aina decir;

-Vamos a casa Chica rubia. -Recién salida del colegio.

O a Natalia soltar un;

-¿En tu casa o en la mía? Ah no, que vivimos juntas. -Para luego juntarnos en olas de placer.

Nuestro pequeño habitáculo no era la gran cosa, pero era nuestro.

Solo teníamos lo que el dinero de los bares en los que cantaba Nat y las exposiciones de mis cuadros permitía.

Pero no todo fue fácil, todo lo contrario. Todo era una continua cuesta impulsada por el cariño de Natalia.

Tirábamos una de la otra para llegar hasta arriba, y a la vez empujábamos en la silla a Aina. Pero nunca me había sentido tan llena.

Tuvimos dos juicios, uno contra Mikel y el restante contra mi padre; en ambos ganamos, y ahora estaban en la cárcel.

Pudriéndose.

Después del accidente de las anteriores madres de Aina, tuvimos que quedarnos 5 meses más en Elche haciendo los trámites necesarios para que, legalmente, Aina fuera nuestra hija.

Finalmente ya lo era; Eso figuraban los papeles de adopción que guardábamos con cariño en una caja junto los dibujos de la pequeña.

Al recordar todo lo vivido parecía idiota.

Y todos lo parecíamos, sufríamos, llorábamos y moríamos por amor.

Esperamos a gente en páginas de nuestra historia sin saber que ellos ya habían cogido otro libro.

Buscamos nuestro protagonista sin saber que somos los únicos capaces de escribir en el blanco papel.

Lloramos tanto que empapamos las páginas y sus letras, dejando borrones allí por donde se lee.

Nos enseñan desde pequeños que nos enamoraremos un príncipe azul; Pero no que también puede ser de una princesa.

Nos enseñan a dedicar textos, pero no vidas.

Que el tiempo lo arregla todo, pero es mentira; Somos nosotras.

Las únicas capaces de conseguir esto.

Buscamos nuestra mitad como si jugaramos al escondite.

Nos enredamos y enamoramos de personas que no lo merecen.

Nos damos cuenta tarde de que las caricias se vuelven arañazos y los besos mordiscos.

De que gritamos, pero prefieren oír susurros.

Es amor, es como buscar un anillo en el océano, parece imposible.

Pero lo tenemos delante.

Abrí los ojos por la mañana me encontraré a Natalia durmiendo delante mía.

En este banco || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora