2 siglos, no, solo 2 semanas.

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James se tuvo que ir. 

Así pude resumir el inicio de las peores dos semanas de mi vida, bueno, no las PEORES, pero no tan buenas como las anteriores. 

Desde que había regresado a Londres -mas o menos-, desde hacia mas de un par de meses, habíamos sido inseparables y ahora...si, no era divertido. 

Me sentía extraña, no quería...necesitarlo. 

Y justo así me sentía- Por supuesto, no me quede en la casa, volví a mi apartamento a pesar de la insistencia de James, pero no me sentía cómoda sola allí y ademas, no era la persona mas discreta y experta en seguridad para lograr el nivel de privacidad que James nos consiguió. Tenia miedo de arruinarlo, era mejor estar segura en mi apartamento. 

Eso fue lo primero, pero el segundo puesto va para mi madre. 

-¿que haces aquí?- estaba cansada de ser la niña buena y respetuosa después de todo lo que me había hecho 

Quizá, estar con James también me había dado un poco de valentía.

-no me hables así- dijo cortante, mirando mi apartamento con un ligero toque de...desaire. se me veía otra palabra a la mente, mas ofensiva, pero no le daría vueltas al asunto 

-si vienes a poner esa cara tan horrible, madre- añadí con un tono mas dulce antes de que mi cara se tornara seria de nuevo -es mejor que te vayas, tengo que estar en el museo en 1 hora y aun no termino de arreglarme- Antes de que pudiera alejarme ella tomo mi muñeca 

-es por mi que puedes pagarte el estilo de vida al que tu papa te acostumbro. Muestra mas respeto-

-Sueltame- quise que mi voz sonara mas fuerte, mas firme, pero patéticamente tembló, porque sus palabras dolían, tan profunda e irreversiblemente como no estaba dispuesta a admitir 

Tanos empezó a gruñir le a mi madre, mostraba sus dientes con orgullo y en una clara señal de advertencia 

Mi madre le dio una mirada a Tanos y estrecho sus ojos pero no dijo nada y solo me soltó -recuerda la fiesta, necesitas estar ahí- Un hombre alto, su guardaespaldas de confianza apareció tras Anderson, cuya mirada me escaneaba con cuidado -no me hagas tener que venir por ti- 

-¿o que?- la rete, porque esa persona... esta mujer... era una extraña. Una persona a la que le temía

-créeme cariño- su voz dulce -no quieres saberlo- me sonrió y se giro para irse -nos vemos pronto, hija- 

Tanos no paro de gruñir hasta que la puerta no se cerro tras ella

-¿esta bien?- Anderson me ayudo a sentarme 

-¿que le hice?- mire, sin en realidad mirar, a Anderson -¿por que es...así?- 

Anderson no dijo nada pero media hora después Isadora me ayudo a terminar de arreglar para ir a trabajar y una vez mi jornada termino, Anderson me llevo a un lugar seguro.

-la pequeña cachetes- la forma en la que Gabriel siempre me había llamado desde que me conocía y yo lucia como una ardilla guardando nueces me hizo sonreír -no debes estar triste, tu madre es... complicada. No creo que sepa como ser una madre después de estar tanto tiempo con todas esas personas que no tienen corazón- 

En este sofá un poco desgastado que olía mucho a la colonia de Gabriel y humo de fogón de leña me sentía mucho mejor -esperaría que se mostrara mas "humana"- hice comillas con mis dedos en esa ultima palabra -conmigo- finalice, antes de meter en mi boca una gran cucharada de un dulce que parecía algo como un arroz café y pegajoso, pero que no era arroz. 

Censura (a forbidden love story #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora