Capítulo 28 "Los silbidos"

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Me desperté por culpa de unos rayos que se colaron por la ventana. Me estiré y miré el reloj: las ocho.

«Mierda» pensé. Las prácticas las tenía a las ocho.

Me levanté rápidamente, haciendo que me entrara un mareo, y tuve que apoyarme un rato en la cama hasta que se me pasó.

Cogí lo primero que vi de ropa y me lo puse corriendo.

—Hey, ¿a qué viene tanta prisa?—preguntó una voz masculina.

Grité y me coloqué la camiseta delante de mi torso desnudo para taparme. Me relajé un poco al ver que del baño salía Mark, pero no me quité la camiseta.

Al verme el chico, se puso rojo y se dio la vuelta.

—Gracias.—dije irónicamente.

Cuando terminé de vestirme, me hice una coleta alta y me calcé.

—Ya puedes mirar.—avisé.

El chico se dio la vuelta y se sentó al lado mío en la cama.

—¿Qué haces aquí?—pregunté mientras seguía atándome los cordones.

—Bueno...—se aclaró la garganta.—Ayer te quedaste dormida en mis brazos y cuando me quise ir... ya era tarde y decidí quedarme a dormir... Espero que no te importe.—dijo avergonzado.

Negué con la cabeza.

—A no ser que me hayas violado.—dije en broma, haciendo que él se riera.

Me levanté y cogí mis cosas. Me di la vuelta para mirar a Mark, quien estaba sonriendo.

—¿Qué pasa?—cuestioné graciosa.

—Nada, nada.—dijo negando con la cabeza.

Me encogí de hombros y abrí la puerta.

—¿Vamos?

—No.—respondió. Le miré con una cara rara y esbozó una sonrisa perfecta.—Tienes que descansar, sea lo que sea que te pasó ayer te afectó mucho...

De repente, me acordé de lo ocurrido. Me quedé parada en la puerta con la mirada perdida. Sacudí la cabeza y me acerqué a Mark.

—Pero es que ya hemos perdido dos clases.—dije levantando dos dedos de mi mano y poniéndolos delante de su cara.—No me va a dar tiempo a hacer todas las prácticas...

Él me miró sonriendo y colocó sus manos sobre mi cintura, haciendo que un escalofrío subiera por mi espina dorsal.

—Nunca te lo he dicho, pero... Tú siempre has ido más adelantada que todos los demás.—fruncí el ceño.—Vas tres lecciones por delante.

Abrí los ojos como platos.

—¿En serio?—cuestioné con poder creérmelo.

Él asintió con la cabeza.

—No creo que por faltar un día más pase nada...—me guiñó un ojo.

Miré al suelo pensativa.

—¿Y qué pasa contigo? Se darán cuenta de que no estás, y tienes más alumnos a los que enseñar.

Negó con la cabeza, haciendo que su pequeño flequillo moreno rebotara.

—Yo sólo enseño a dos personas: a ti y a otro chico, que da la casualidad de que hoy está enfermo.—dijo con una sonrisa.

—¿Y no tienes que revisar cosas y eso?—seguí preguntando; no quería no ir sin estar segura de que nadie se diese cuenta de que faltábamos o de que no iría atrasada en el aprendizaje.

Mil recuerdos(Macklemore) [PAUSADA TEMPORALMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora