Samael, Naamah y Lilith: Capítulo siete

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Naamah, también conocida como Naamá, Nahama, Nhama, Naamáh, Nammah o Na' Ammah ("agradable", "encantadora" o "complaciente") es una criatura legendaria demoníaca del folclore hebreo, siendo representada como un demonio o un ángel caído. Se dice que era un súcubo, y al igual que Lilith había tenido relaciones con Adán.

Naamah y Lilith vivieron en la costa del Mar Rojo donde fueron expulsadas por Dios. Naamah es de apariencia semejante a Lilith, pero siendo Lilith más joven sensual y bella.

La demonología la muestra como una de las mujeres de Satanás. Se le conoce como la madre de los demonios y como una de las que corrompiera a los ángeles caídos y a su líder Semyazza .

Es mencionada en el Zohar (libro más importante de la Kabbalah) como uno de los cuatro ángeles de la prostitución sagrada (junto con Lilith, Agrat bat Mahlat y Eisheth Zenunim), consortes de Samael.

Leía detenidamente, e iba tomando en cuenta que sí había un cierto vínculo entre Naamah y los chicos, pero un nombre incógnito en esta realidad. Uno de los chicos tiene que ser Samael y lo averiguare. Agarro el libro La rebelión de Samael y comencé a leer.

Cuando todos los ángeles se habían puesto obediente a los pies de Adán, Samael le dijo a Dios:"Señor del universo, tú nos creaste con el esplendor de tu gloria, ¿Debemos adorar, por consiguiente, a un ser formado con polvo?"' Dios replicó: "Sin embargo, esta criatura, aunque fue formada con polvo, te supera en sabiduría e inteligencia" Samael le desafió: "¡Ponnos a prueba!"

- ¡Auch! -río. -Creo saber quién es.

A Evan le encanta contradecir, además siempre odió y estuvo celoso de Adán -No niego que Adán siempre fue y será un completo imbécil -recuerdo las palabras exactas de Evan.

Evan-Samael

Todos los chicos entraron excepto yo. Me tomé un momento para pensar, ha pasado bastante tiempo desde que Naamah murió y no he vuelto a saber de Lilith. Las dos eran chicas maravillosas, pero gracias a sus preciosos cuerpos y rostros seductores, me he convertido en el ángel caído que soy.

Adán siempre me ha caído como golpe en el estomago. Sólo porque dios lo ha creado con toda la sabiduría y belleza del cielo, él se ha vuelto superior con todos, excepto con dios, por eso aún debería tener su pequeño trono de oro al lado de papá, pero no por mucho, ya que, ha engañado a Eva, y ha dejado embarazada a las dos chicas que en verdad amé, hace mucho tiempo.

Entré por el balcón. -Deberías saber que el balcón es un balcón, no un ventanal ni una puerta -me llamó la atención Benyamin. Siempre lo hacía, pero si se trataba de mí, el reto era mayor.

Jack como siempre preparaba la cena, y los chicos colocaban la mesa, yo me encontraba en el primer escalón dispuesto a subir a mi cuarto, pero me vi obligado a quedarme en aquel escalón. La puerta de la biblioteca estaba abierta, hace mucho no entraba ahí.

Como siempre, todo permanecía en silencio y la temperatura era bastante baja. Caminaba por el largo pasillo recordando cada momento que había vívido aquí dentro. Solía venir solo a leer historietas de ciencia ficción. Me terminaron aburriendo, así que leí un clásico "Romeo y Julieta" de William Shakespeare, que por cierto me gustó mucho cuando lo leí, algo bastante extraño ya que el romance no era algo que me gustara.

También recuerdo cuando Jack, tratando de sacar un libro ubicado en lo más alto, cayó, a lo que yo le dije: -Seguramente aquí hay más de un millón de libros, y solo a ti se te ocurre sacar el libro que está en lo más alto -y reímos toda esa tarde.

Un ruido no tan lejos me sacó de pensamientos y reaccione. Busqué por cada pasillo entre medio de los estantes pero no hallaba nada. Luego se escuchan unos libros que caen a mi derecha, y por ende miro.

- ¿Evan? ¿Qué haces aquí? -era Diana, que se había agachado para recogerlos.

-Yo debería preguntarte eso -me acerco para apoyar mi cuerpo en el estante. -Nadie te autorizó a entrar, si no sabías es un lugar bastante sagrado -cruzo mis brazos.

-Sólo buscaba unos libros -dejó uno de los cinco que llevaba en el estante a menos de diez centímetros de mi brazo.

Me giro para sacar el libro. - ¿La rebelión de Samael? -río.

- ¿Qué te causa risa? -pregunta con una mirada de extrañeza.

-Yo conozco a éste chico, es realmente atractivo -vuelvo a reír.

-Evan, hay algo que debo preguntarte respecto a eso -se acerca.

Suelto mis brazos dejándolos caer al lado de mis muslos y echo la cabeza hacia atrás. Espero no tenga nada que ver con Samael o estaré cagado.

- ¿Eres tú, Samael? -se acerca aún más, quedando a milímetros de mis labios, esto no es seducción, me está tentando, coño.

- ¿Por qué piensas que soy Samael?

-Siempre estuviste celoso de mi padre, te enamoraste de mi madre y su hermana en Edén, esa es la razón por la que Dios te expulsó del cielo.

- ¿No tienes más excusas para culparme? -le regalo una pequeña sonrisa, pero al parecer a ella no le causa gracia y se aleja.

-¿Quieres joderme, Evan?

-No. Sólo quiero saber por qué leías un libro de Samael.

-Necesito saber de dónde vengo -da media vuelta para levantar su polera, dejando una increíble distancia entre su trasero y mi reproductor masculino -ironizo.

Puedo alcanzar a notar una parte de sus senos desde mi perspectiva, pero su increíble distancia ya me estaba matando por dentro, no tomo en cuenta lo que está tratando de decirme. Tenía exactamente las mismas cicatrices que yo y los chicos.

Estaba claro. Era otro ángel caído, como su madre -una Naamah-.

Apego mi abdomen en su espalda, acaricio sus hombros y brazos al compás de su respiración, la cual aumenta. Respiro cerca de su oído y cuello produciéndole un campo eléctrico por toda su zona nerviosa. Ahora giro, encontrándome con su mirada fija en la mía, hasta que termino por sentir su respiración caliente encima de mis labios.

-Al igual que tú soy un ángel caído y reabriendo tu super investigación, sí, soy Samael -ya me importaba un carajo, soy Samael, un cabrón. Pero Diana me ponía de una forma diferente, me hacía sentirme satisfecho por mis acciones, me hacía sentir como alguien nuevo, totalmente renovado.

Rió. -Soy hija de Naamah, por quién has caído a la tierra.

Agarro su mano y sin que los chicos se den cuenta, subimos y nos encerramos en su cuarto. Me tiro a la cama y se monta encima de mí a medio vestir para comenzar un baile erótico, como solía hacerlo Naamah, que me dejó completamente loco.

Me enderezo para sacra mi polera y la tiro a una esquina de la habitación. Con mis manos resaltaba su cintura y ella descansaba las suyas en mi cuello mientras besaba mis labios.

Una imagen de Jessica hizo aparición en mi cabeza repentinamente y no pude seguir, estaba realmente equivocado, no sabía qué carajo estaba haciendo, y no había tomado en cuenta el riesgo de esta situación.

-Dios me ha expulsado del cielo por enamorarme de dos demonios, ahora me castigará de la peor forma al saber que me acosté de nuevo con la hija de Adán y Naamah.

- ¡Diana, joder! ¡Detente! -grito intentando separarla.

- ¡Oh, Samael! -se echa para atrás avergonzada. -Cuánto lo siento.

-No lo sientas. ¡Joder Diana! ¡Lo que hiciste ahora es seducirme! Eso está mal, pero hay algo en ti que me llama y mi conciencia le gana a la mente.

- ¡Mierda, nunca debimos haberte sacado! -salgo con el torso descubierto, y camino a mi cuarto que está al frente.

Diana Johnson

Lo mismo pienso yo. Si no hubiese llegado aquí, nada de esto estaría pasando.

•Diana | versión actualizada•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora