Una Naamah, hija de Adán: Capítulo seis

23 0 0
                                    


- ¡Por favor, Diana!

Era Nathanael, llevaba ahí más de diez minutos, golpeando la puerta y suplicando para que la abriera, hasta que me paré enfurecida y la abrí. - ¿Qué carajo quieres?

-Sólo perdóname por favor -se apoya en el umbral. -Sé que estuvo mal lo que hice, pero es que Evan siempre hace lo que quiere, y ya me comenzabas a gustar.

Reí. -Qué gran escusa ¿no? -volví a reír. -Si no fuera por Evan y Brent hubiera muerto, y claro, no pensaste en eso cuando me golpeaste -tiré la puerta pero la afirmó con su mano.

- ¿Me perdonarás?

-No. Ahora vete -puso su rostro serio y giró para irse. Cerré la puerta y me tiré en la cama. Observé el techo poniéndome a pensar bien lo que haría.

Pensándolo bien, no cambia nada estando aquí. No hago nada más que elegir ropa bonita y dormir. Sólo que ahora debo convivir con cinco chicos para nada agradables, provenientes de un mundo totalmente, que a veces me hacen pensar que estoy loca.

Me subo encima de la cama para lograr alcanzar la parte más alta del closet, donde hay  lo que busco; un bolso. Me sorprendo al ver como están ordenados, del rosado más pálido que existe, hasta el negro mate. Elijo uno y lo lanzo al suelo, luego guardo en este dos camisetas y un jean. Abro el ventanal del cuarto y bajo por él como puedo. Dispuesta a escapar lejos.

10

Transito tranquilamente por la calle Broadway de Seattle con el bolso colgado por mi hombro, mientras acaricio mis brazos, más bien hago fricción sobre mi ropa para obtener un poco de calor, debido al frío que está haciendo, y que en serio merecía por no  haber traído algo más abrigador sabiendo que ya hacía bastante frío. Concentrada me fijo en cada detalle de la estructura modernizada de esta ciudad, exactamente la misma que antes sólo había podido apreciar en las películas americanas que veíamos con Stassie en el internado. 

- ¿Diana? -se presenta una voz masculina bastante familiar. "Carajo, ¿esto realmente está pasando? ¿Nuevamente echará a perder mis planes?" es lo primero que me viene a la mente al girarme y ver ahí al mismísimo Evan, que recientemente había aparcado en una zona de taxis.

Evan se quita su casco. - ¿Qué haces aquí afuera y sola? -dice estando todavía sentado en la moto.

- ¿En serio piensas que regresaré  a esa casa contigo? ¿Para qué, Evan? Todos en esa puta casa me ven como una zorra. En mi closet hay más vestidos cortos y ajustados que jeans,  y para que hablar de la lencería, ¡en mi puta vida había ocupado lencería de encaje! ¿Para qué se turnen en follarme? Claro, tú ya lo hiciste, ahora dime, ¿quién sigue? ¿Nathanael? -tanta es la impotencia que siento en este momento que el corazón ya me late a mil por segundo, mis ojos se cristalizaron y ahora también se suma el famoso nudo en la garganta.

Ahora él se baja de la moto, va hacia mí y me abraza. En serio sentía tanto odio y asco hacia Evan, pero sin duda necesitaba un abrazo de alguien en este momento.

Ríe. -Brent fue el imbécil que compró todos los vestidos, pero te juro que si regresas, los quemaremos todos -me separo de él y lo miro fijamente, lo que llega a asustarlo un poco.

-¿Y ahora qué hice para que me mires de esa manera?

-Primera vez que te escucho reír por algo -ahora ambos nos reímos al unísono. Lo que termina siendo una grandiosa trampa de Evan para llevarme de vuelta, en la que he caído. Evan me había agarrado por las piernas para subirme en él, y luego él conmigo encima todavía, se sube a la moto y la enciende, haciendo sonar el motor.  

•Diana | versión actualizada•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora