La llegada de Caín: Capítulo ocho

15 0 0
                                    


Ocupo lo poco de energía que me queda para pararme y caminar al baño a tomar una corta ducha. Al terminar, me coloco un pijama que encuentro entre los cajones, que me gustó mucho, lo malo está en que es exageradamente corto y escotado. ¿Cómo lo verían los chicos? Pésimo. Dirían que lo uso para seducirlos, pero la culpa cae sobre ellos, ya que yo no he elegido toda esta ropa.

Sobre todo a Evan. A Evan le molestaría mucho más que a los demás, porque según él "Yo soy suya, solo suya y de nadie más" Y en verdad me importaba un grandísimo carajo, porque me veía bien y no siempre lo digo, así que ahora iba enserio, y si no le gusta, lo más que podría hacer es pegarle un golpe que jamás olvidaría.

Apago las luces y me meto debajo de las sabanas. Me giro para dormir se me hace imposible, ya que mi almohada queda húmeda en segundos, producto de las lágrimas, al recordar las cosas que había dicho ese imbécil.

Levanto mi cuerpo para darla vuelta, y observo el techo. La misma pregunta de siempre vuelve a mi cabeza ¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál es la razón? Todo se fue en cuanto se escuchó el sonido hueco de la puerta retumbando mis oídos.

- ¿Quién es? -me giro.

-Nathanael, ¿puedo pasar? -no le respondí, y éste la abrió sin importarle lo que hubiera estado haciendo.

-Escuché unos gritos, ¿estás bien?

-¿Es enserio, Nathanael? ¡Sólo mírame! -me señalo solo las partes de mi cuerpo que están destapadas. - ¿Cómo crees qué me siento?

-No era mi intención molestarte -sale de la habitación, pero lo llamo.

- ¡Espera!, Nathanael ¿Puedo preguntarte algo? -da una vuelta y se queda quieto.

- ¿Con qué nombre te bautizó Dios?

Él frunció el ceño y preguntó de vuelta. - ¿A qué se debe la pregunta?

- ¿Podrías sólo responderme y ya? Ya lo investigué todo.

Tomó un momento que respondiera.

-Vigilante Rameel -afirmó. -Iba dentro del grupo de doscientos ángeles que dios mandó a la tierra para construir Edén, pero fuimos expulsados del cielo por; lujuria, orgullo y vanidad excepto Evan -Samael-. Él...

-Se enamoró de un demonio, acto que enfureció a dios -lo ayudé a terminar.

-Claro -respondió él.

-Los escuché conversar abajo, sobre mis padres y necesito decirte quién soy en verdad -saqué mi camiseta y giro mi cuerpo dejando descubierta mi espalda.

-Ahora entiendo todo, tus alas no están, porque caíste junto a tu madre, Naamah.

-Así es, soy hija de Naamah y Adán -reafirmo.

- ¡Le iré a contar a los chicos! -se levantó éste emocionado.

- ¡No, no! Esperaré un buen momento para contarles.

-Está bien -asiente. -Será mejor que duermas, ya casi amanece -ahora sí sale de la habitación.

Ahora si podía sentirme tranquila y descansar, ha sido un día bastante extraño.

12

Con los ojos entreabiertos pude distinguir un rayo de sol que entraba a través de mi ventana. Ya era otro día y solo espero que supere al de ayer.

Estiro ambos brazos y suelto un gran bostezo. Me levanto de la cama para dirigirme al cuarto de baño, aseo mi rostro hasta lavar mis dientes. Luego, camino al closet como de costumbre y elijo un conjunto que me acomode, ésta vez, saco un vestido de dos piezas, de franela blanca. Me maquillo natural y bajo.

•Diana | versión actualizada•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora