Sin expediente: Capítulo uno

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⚠️Precaución: Este capítulo cuenta con escena sensible de intento de suic&dio.
Por favor se recomienda discreción al lector antes de continuar⚠️ Si te estás viendo afectado por esta situación, no dudes en buscar ayuda, no estás solo.

Diana Johnson

Me encuentro en una de las esquinas de la gran habitación, como de costumbre sentada en el frío suelo mientras observo las pálidas paredes que me rodean. Cubro mis rodillas con los brazos para obtener algo de calor y las lágrimas acumuladas caen sin detenerse, manchando la larga camiseta de color gris que llevo puesta. Cada día que pasa, son menos las ganas de estar viva.

El cuarto está vacío. Debajo de la cama a mi derecha se acababa de trizar un vaso, por lo que estiro mi cuerpo metiéndome debajo de la cama hasta alcanzar uno de los vidrios. Me acomodo nuevamente, y ahora presiono el vidrio con fuerza sobre mi brazo (tal acción realizaba tan a seguido que el dolor ya casi había desaparecido). Miro como la sangre caliente recorre mi brazo hasta que llega a mis muñecas, e intento evitar que caiga al suelo. Me distraigo un minuto por la voz de la madre Sarah que retumba en el enorme cuarto, sé enseguida que debo bajar a desayunar pero estoy desangrándome.

Siento mi propio cuerpo como si fuera una ligera pluma, los ojos me pesan y apenas logro que estos enfoquen bien el espacio que me rodea, definitivamente el color pálido de las paredes se ha ido, ahora veo únicamente negro, y más negro, negro por todas partes.

- ¡Diana! ¡Diana, cariño! -aquellas son las últimas palabras que mi subconsciente logra procesar antes de por fin apagarme, quizás para siempre.

2

Despierto nada mas ni nada menos que rodeada de más paredes pálidas, pero esta vez es diferente; la cama es muy blanda y el ambiente huele extraño (no tan diferente a como olía el internado) veo mi brazo, este pareciera como si le hubiesen cosido la cabeza a un oso de peluche. No soy la única que está en el cuarto, hay cinco chicos y una señorita vestida de azul que me acompañan, la mujer enseguida se acerca a mí para colocar un trozo de gasa sobre mi herida y luego la sella con cinta, además, me retira del brazo una especie de banda de cuero que me apretaba mucho.

Su mirada se dirige rápidamente a la pantalla que está al otro costado de mi cama. -Su presión arterial está normal y la herida no tardará en cicatrizarse, se pueden ir.

- ¿Esperará que me vaya con ellos? No los conozco en lo absoluto, ni siquiera sé de dónde vienen y por qué están aquí... -ya casi formaba una pataleta mientras agitaba la manta e intentaba sacarme la bata de plástico que llevo puesta y que de hecho es una mierda, hasta que bien recuerdo que estoy desnuda.

La señorita hace oído sordo a mis quejas y la entiendo, sé que no hay otra cosa que ella pueda hacer ya que no existe otra persona que me saque de aquí sin llevarme de vuelta al hogar de huérfanos, por lo que finalmente bajo de la camilla convenciéndome de que mi vida ahora dependerá de estos cinco.

Nos detenemos a las afueras del baño del hospital. -Entra ahí y cámbiate -dice uno de ellos con tono agresivo entregándome una bolsa. Lo que no entiendo es porque esperan que actúe sumisa ante ellos, que hayan sido los únicos que vinieron a hacerse cargo de mí, no significa que tengan derecho a tratarme de similar forma.

Primero me enderezo para quedar a la altura del chico, luego me cruzo de brazos e intento manipularlo con la mirada. -No acataré ninguna orden que provenga de usted, menos con ese tono que utiliza -su cruda reacción no se hizo esperar.

-Entrarás ahí y harás la mierda que te digo -reitera. Esta vez la agresiva actitud de sus impulsos lo lleva a agarrarme por el brazo, acción que llama la atención de los demás chicos que pronto lo llaman por su nombre en forma de reto. Enfurecida le quito la bolsa de las manos y entro al baño.

•Diana | versión actualizada•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora