Negro azabache era el color de las manchas que salpicaron las paredes, los pupitres, el suelo, y el cuerpo de la chica tendida frente a él. Sin duda era la chica más hermosa y popular de la academia, alguien que se había ganado su admiración desde lo más profundo de su corazón, y, sin embargo, su cuerpo tendido en el suelo no reaccionaba. Dos líneas paralelas trazaban heridas profundas de lado a lado en su delicado cuerpo, que, en lugar de derramar el elegante escarlata con naturalidad, salpicó una especie de tinta oscura en todas direcciones.
El chico sintió una terrible tristeza al verla así, de sus ojos brotaba un líquido, pero no entendía si eran sus propias lágrimas que se derramaron al darse cuenta de la dura realidad, o si era la tinta negra que había salpicado encima suyo también. Quería vomitar, pero le era imposible, así que en su lugar, un fuerte ardor en el estómago lo atormentaba. Sus dedos se aferraron a la fría madera del suelo, e intentó despegar sus mejillas del mismo, pero era inútil, no era capaz de superar la voluntad de la siniestra silueta luminosa que se irgue firmemente con el cuerpo de la joven a sus pies.
Sí, esta era la primera vez que este chico sentía la frustración de no poder hacer lo que se propone. De nada servía todo su tiempo invertido en estudiar, su tiempo invertido en su condición física, ni su tiempo invertido en aprender distintas artes marciales. Era muy débil, tenía limites que lo distanciaban demasiado de la criatura luminosa.
Esta última, enfocó sus enormes ojos almendrados de color violeta en la figura del miserable chico, mirándolo sin demostrar compasión alguna. Caminó hasta él, se agachó, y lo sujetó del cabello. Lo obligó a levantar su rostro para verlo fijamente a los ojos, reflejándose el uno en el otro.
—Dame el código —pronuncia aquella criatura, provista de una voz tranquila y dulce, lo que la hacía lucir incluso más inquietante.
«De ninguna manera, aunque supiera sobre ese mentado "código", no te lo daría», quiso decir, pero se lo guardó para sus adentros.
Al no recibir respuesta, una apertura nació en la frente del ser de luz, y una cruz violeta se formó. Entonces, el cuerpo del chico sintió una presión dolorosa en su abdomen, lo que lo hizo expulsar una bocanada de sangre encima de su agresor. Éste miró su abdomen y sus piernas salpicadas por gotas escarlatas, las sintió con sus alargados dedos luminosos, y las analizó detenidamente con sus ojos almendrados.
—Si realmente no sabes nada, te mataré. Al fin y al cabo, no eres el único con ese código, nuestro destino para gobernar el universo no será obstruido por una existencia tan insignificante como la tuya.
De pronto, la criatura alzó la mano y manifestó una electricidad al color de sus ojos.
Elías Gascón lo sabía, era una persona común y corriente, aunque se esforzaba por ser el mejor en todo, le costaba más que a la mayoría progresar, aun así, siempre lograba destacar. Sin embargo, ahora no podría soportar esa descarga eléctrica, ningún humano podría.
Y de pronto, el rostro de esa criatura comenzó a transformarse en el de una persona, que con una sonrisa sádica pronunció:
—Muere, y siente la desesperación de no poder proteger a nadie.
—¡No, maldita seas!
Elías Gascón despertó en su habitación sumergida en la oscuridad, el reloj digital en su mesita de noche marcaba las "4:00 AM", estaba lleno de sudor. Y aunque todo había sido solo un sueño, un sentimiento de dolor, de nostalgia, y de impotencia, lo invadía.
Miró por la ventana hacia el cielo tapizado de estrellas.
—Vaya infortunio, leer sobre alienígenas me terminará volviendo un paranoico —se dijo.
Entonces miró un extraño collar junto a su reloj, era un collar con una piedra negra que tiene pintadas unas líneas doradas.
—Ya lo sé mamá, volveré a dormir.
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Código humano: La sangre sacra.
FantasyLos humanos son seres demasiado complejos, que desde el principio de los tiempos han demostrado sobresalir entre las especies de su planeta. Aislados del resto del universo, escalaron en la cadena alimenticia con su ingenio y se volvieron los reyes...