X. Rosario

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Antes del despertar de Elías...

La dimensión espectral puede lucir un tanto idéntica a la dimensión de los humanos, pero hay una ligera diferencia que les grita en la cara a quienes tienen la mala suerte de ir allí, que son dos lugares diferentes. Si se ve detenidamente la dimensión espectral, y aun así piensas que sigues en la dimensión de los humanos, podrías penar que el mundo de los humanos está en mitad de un apocalipsis devastador.

La enfermera Nayeli cargaba con el cuerpo muerto de la joven Rosario, y mientras avanzaba por las calles se preguntaba sobre lo que acaba de presenciar. En verdad, esa chica no había derramado una sola gota de sangre roja, en su lugar, lo que salpicaba era una especie de tinta negra, incluso ahora, la herida está marcada por esa tinta.

Nayeli suspiró desganada, no tenía caso preguntarse esas cosas en este momento, ya que le había prometido a Elías que la salvaría, tenía que esforzarse lo mejor posible. Había estado evadiendo a un montón de espectros menores, y a la velocidad que iba, probablemente llegaría a la iglesia antes de caer agotada por usar sus bendiciones después de mucho tiempo de inactividad.

«Solo esfuérzate, Elías. No tiene caso que salve a esta chica, si tú mueres.»

En ese momento, Nayeli pudo ver la punta más alta de una de las torres de la iglesia, y enseguida de eso el campanario. Una sonrisa se dibujó en su rostro, al mismo tiempo que las energías le regresaron como por arte de magia al saber que su salvación estaba cerca. Si podía encontrar la Biblia "original" de esa iglesia, era muy probable que pudiera salvar a Rosario antes de que su alma dejase su cuerpo terrenal, y, además, con suerte podría salir de la dimensión espectral.

Un chillido metálico se escuchó de pronto, y una viga de acero cayó del cielo, clavándose en el asfalto a unos tres o cuatro metros delante de Nayeli.

Ella se detuvo en seco al percatarse del objeto, y al voltearse, se encontró con la grotesca figura de un cerebro con muchos ojos. Éste tenía unos tentáculos que se movía produciendo un sonido viscoso, y escurrían baba.

—Lo que me faltaba, un asqueroso espectro.

Este cerebro comenzó a desaparecer y aparecer en diferentes lugares, como si intentara confundir a la enfermera. Aun así, ella solo se quedó quieta, esperando pacientemente por el siguiente movimiento. El cerebro levantó con el poder de su mente un pedazo de chatarra que en su mejor momento debió ser un automóvil, y violentamente lo arrojó.

Nayeli salto procurando no tirar a Rosario para evadir el ataque, e ignorando al cerebro, continuó corriendo en dirección a la iglesia. Probablemente ese es de los pocos lugares que no se encontrarían devastados en la dimensión espectral debido a la esencia espiritual que se almacena ahí desde la otra dimensión.

El cerebro espectral no tenía intención de dejarlas ir tranquilamente, y con sus poderes psíquicos, se teletransportó justo delante de la enfermera. Aun así, ella no se detuvo, y con todo el dolor que conlleva sobrecargar su cuerpo, recitó: —¡¡Te expulso!!

Nayeli extendió un brazo al frente y disparó un rayo de luz, este impactó en el cerebro y lo arrojó contra un grupo de casas. Aprovechado la oportunidad, siguió corriendo hasta entrar en la propiedad de la iglesia. Justo a las puertas del edificio, cayó sobre sus rodillas, y dejó el cuerpo de Rosario en el suelo.

Jadeante, se limpió el sudor de su frente con su antebrazo. Entonces un fuerte dolor la hizo soltar un quejido, para después, escupir un poco de sangre.

«Si sigo utilizando las bendiciones descuidadamente, podría incluso morir».

Los espectros no se atrevían a acercarse a la iglesia, es como si un campo de fuerza los repeliera.

Código humano: La sangre sacra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora