Caso Prosciutto y Pesci
La escuadra de ejecución en Italia no fue reconocida más como traidores, pero al mismo tiempo era temida por el como acababan tan rápido con las tachuelas para los majestuosos pies de Passione.
Hartos de todo, decidieron rehacer todo, mudándose al buen vecino; México.
Esperaban tener grandes oportunidades como sicarios para narcotraficantes famosos o otros (como el Chapo ¿?)
Sin en cambio, no todo sale como desean.
Estos se alojan en un departamento de tamaño considerable en un hotel.
Como se dijo, estos no la tienen fácil, por lo que cada uno de ellos se adentro a distintos trabajos para lograr pagar la renta, agua, luz, gas y comida, más lo del transporte. Eran gastos grandes pero por supuesto el jefe de la escuadra como es de esperarse; Los cordino a cada uno de ellos para sobrevivir.
Fueron a pedir empleo en parejas, otros se quedarán en la limpieza.
Este caso es de Prosciutto y Pesci.
Pesci debido a su extraña apariencia fue señalado por muchos adultos, exceptuando los niños, y Prosciutto era viceversa.
El único lugar en el que podrían encontrar trabajo era en ese, lugar en el que se hayan el tipo de persona que no soporta Prosciutto; Niños.
Una guardería.
Pesci estaba tan entusiasmado por ello, siempre se le dio bien cuidar niños.
Lo que ambos no sabían, es que pasarían el peor día de sus vidas.
El primer día de trabajo:
Los niños gritaban y se golpeaban entre ellos cual bestias salvajes mientras las niñas parecían fresas bailando reggaeton actual
Pesci se ocultó tras de Prosciutto ya temeroso de las constantes groserías que le han hecho. El pobre está lleno de leche y restos de galletas ensalivadas.
Prosciutto ya harto, saco la pistola y soltó un disparo en medio del salón de la guardia.
Prosciutto: — ¡A ver, hijos de perra! ¡Calmense! Pesci . . . Dijiste que tenías buena mano con los niños . . . Lo que estás mierdecillas requieren es un plomaso.
Pesci: — E-están llorando. — Señaló a los niños abrazándose unos a otros mirando en dirección del rubio, esté fue a abrazarlos también con temor y nervios.
Prosciutto: — . . . ¡Pongan atención mocosos! Una palabra de esto, y les rompo su pinche madre ¡¿Oyeron?!
Todos asintieron, hasta el cómplice; Pesci.
Desde ese día, Prosciutto fue el mejor maestro infantil que pudieran tener en el Kinder, los niños apreciaban más a Pesci por su amabilidad y como intentaba protegerles de Prosciutto y su método de educación.
Los niños decían más groserías y se ponían agresivos, como el rubio, y las niñas eran más amables, como el peliverde.
Y bueno, esto se volvió un combate de paternidad sobre medio salón.
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Jaja, adoro los finales felices
¿Se les ocurre alguna otra? Pero la haría mañana ¿?