CAPÍTULO I

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-—¿Algún día seré una reina y gobernaré todo lo que ahora tienes padre?- preguntó Dael a su padre un poco confundida pues no creía que ella tenía que ocupar el lugar del Rey.

—Mi pequeña, posiblemente eso llegue a ocurrir, y cuando llegue ese día serás una gran soberana no lo puedes dudar- respondió el Rey a su pequeña hija, una pequeña que en ocasiones de daba un gran dolor de cabeza, pero se encontraba un poco intrigado por sus constantes preguntas acerca de ese tema- se puede saber porque la princesa está muy curiosa hoy, se supone que debes estar descansando, si tu madre…

—Padre yo no quiero ser reina de nada, no quiero sentarme y dirigir un país, no quiero quedarme encerrada en un castillo donde se acatan ordenes que todos tenemos que cumplir, eso es algo realmente agotador- termino de decir la pequeña princesa, que tenía una expresión de enfado en su cara- en ocasiones no estás conmigo- con sus pequeñas manos acunó la cara de su padre- te extraño cada día que no estas; que descanses padre- y en poco tiempo se quedó dormida.

—Mi hija, solo espero poder contestar todas tus preguntas e inquietudes, estar a tu lado a cada paso que das, pero eso es realmente imposible- al decir esas palabras acarició el rostro adormilado de su hija- pero tratare de estar contigo siempre, aunque no puedas verme.

El ser Rey demandaba demasiada responsabilidad y Roberth lo sabía, pero el ser padre era algo que lo desconcertaba, que lo perdía, pero él sabía que tenía que luchar cada vez más para poder entender a su hija y guiarla por el mejor camino a ser una gran reina y soberana de una gran nación, como lo era Rellintogn, el valle de los Reyes.

Los días y los años pasaban y Dael comprendía que ser reina no era para lo que ella había nacido, pero sí sabía en que podría desempeñarse y precisamente el gobernar no estaba en su lista. Cada mañana asistía de mala manera a las clases con su institutriz, sabía que el aprender buenos modales, el saber caminar y presentarse ante la sociedad era algo importante para su familia, pero era esa misma familia la que no entendía que ella no estaba feliz con sus clases; así que cuando podía se escapaba de tan rigurosa y estrictas enseñanzas para encontrarse con una de las pocas personas que la entendían.

—Otra vez mi estudiante favorita, espero que no te hayas escapado de las clases de la señorita Petronz -exclamó Samuel, reconocido maestro de combate que se encontraba a cargo de la enseñanza de los jóvenes guerreros.

—No te preocupes Sam, ahora me encuentro en el lugar que me corresponde, quiero que retomemos las clases anteriores, no quiero que mis futuros contrincantes me lleven gran ventaja -Dael hacía parte del grupo de guerreros ocultos, como lo denominaba Sam, ya que estos jóvenes se les tiene prohibido el inmiscuirse en asuntos de batalla, pero son sus habilidades frente al combate las que sorprendían de gran manera y ese era el motivo por el cual Samuel las reclutaba.

El combate, el manejo correcto de las armas y la creación de las nuevas tácticas y técnicas de pelea, estaba en la sangre de Dael, y nunca dudaba a la hora de dar un paso adelante si de combate cuerpo a cuerpo se trataba, en su mente se preparaba para convertirse en la líder de la compañía, líder de los guerreros.

—Felicidades señorita, creo que hemos hecho un gran avance el día de hoy, creo que no tendrá que preocuparse de sus futuros contrincantes, estoy seguro que ellos temerán de sus habilidades -dijo Samuel al terminar de dar las últimas instrucciones a Dael- así que las clases han acabado; será mejor que te cambies el traje y vuelvas a tus deberes, princesa.

Samuel sabía que si encontraban o se enteraban que la princesa practicaba técnicas de combate o tenía un leve interés en asuntos de la guerra, se encontraba en graves problemas y de seguro él también

—Me gustaría saber si estas totalmente segura de lo que estás haciendo estoy seguro que a tu padre, el Rey no le será de gran agrado el saber que su hija se encuentra en estas condiciones -continuó hablando Samuel, señalando con los brazos abiertos del lugar donde se encontraban y también el recordar que Dael se encontraba en ocasiones rodeada de hombres en el momento de las prácticas de pugilato.

—Sabes Samuel- respondió Dael sacándolo de sus pensamientos- no temo por lo que pueda pasar si me encuentran con un arma en la mano o en medio de un combate, nunca temeré a futuras acciones ya que esto queda en el futuro; sabes que esto es lo que me apasiona, tú mismo estás de acuerdo con lo que hago ¿será que eres tú el  que duda?- terminó de decir aquello haciendo énfasis en la últimas palabras dichas- me marcharé, pero no por miedo ya que tú sabes que regresare a seguir con mis clases de combate, pero solo espero que…

Dael dejó escapar un gran suspiro y se disponía salir de aquel recinto, que se caracterizaba por el fuerte olor a sudor y en ocasiones a sangre, donde cada guerrero daba todo de su cuerpo y alma para salir victorioso de la batalla; se encontraba en la puerta pero se detuvo y sin mirar a su maestro, terminó la frase que dejó inconclusa.

—Solo espero que no seas tú la persona que se encuentre dudando en medio de la guerra.

Al terminar de decir aquellas palabras Dael salió, pero no se dirigió a su alcoba, decidió salir a respirar fuera del castillo y que mejor manera de hacerlo que cabalgando.

Salir de las murallas que encierran el castillo es poder ir más allá de lo permitido, es ir más allá de lo real.
Desafortunadamente el hacer lo que se quiere es desobedecer las órdenes reales, pero a Dael no le importaba, tal vez sería egoísta o pretencioso el hacer uso de su puesto en la realeza para poder ir y hacer lo que le apeteciera, frente a cualquier persona.

—Creo que hoy va hacer un buen día, Strom- su caballo era algo muy valioso para ella, ya que su padre, el Rey Roberth se lo obsequio en su séptimo cumpleaños, el mismo día donde se empeñó a aprender a cabalgar sin necesidad de un ayudante; lo acaricio detrás de las orejas y peino su crin con las manos- vamos a ver que encontramos en este día, bueno en realidad el tiempo que queda de esta larga jornada.

Les doy la bienvenida a esta historia, mi primer trabajo en la plataforma y al ser el primero podrán encontrar algunos errores ortográficos y les pido disculpas, espero que al terminar logre pasarla a borrador y editarla.

Sigan cada capítulo y no duden en dejar sus comentarios y estrellas.

Nos leemos.

La Muerte de la Guerrera Blanca [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora