CAPÍTULO XIII

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Muchas situaciones que provocamos, en algún momento se nos puede volver algo que desafortunadamente no hubieras deseado, que puede cambiar todo lo que se había planeado.

Pero se puede realmente arrepentirse de lo que ha sucedido, cuando el motor para inicial algo si fue debido a querer algo de libertad.

Realmente el inicio de un buen deseo se puede convertir en el momento donde todas las personas que desde el principio te deberían de haber apoyado te recriminan; bueno todo eso estaba empezando y lo peor estaba por venir.

La decepción se podía sentir por la atmósfera. El Rey no podía creer lo que sus ojos estaban mirando, se suponía que todo lo que se estaba celebrando era en causa de su hija, pero todo parecía que era una pesadilla de la cual estaba condenado a vivir.

¿Qué era lo que realmente quería su hija? ¿Acaso ella quería que él enloqueciera?

Desafortunadamente para ella había arruinado la oportunidad de tener algo más que lo que sus ojos miraban todos los días, podía tener un futura mucho más agradable; nadie absolutamente nadie sabía lo que a sus hijos les convenía y si su hija no quería entenderlo por la manera más rápida y sencilla, entonces empezaría a ir por el camino que lamentaría.
El pueblo quizás fue la parte que menos importaba, pero se estaban comportando de la manera más grotesca que Dael podía sentir. Ella sabía que de cierta forma no la querían, tal vez algo sabían ellos que ella desconocía.

Al principio de su descubrimiento se presentó un silencio donde se podía escuchar el canto de las aves o el zumbido de una pequeña mosca. Quizás se estaban recuperando del shock, para todos les resultaba algo realmente increíble que la hija del mismo Rey se opusiera a vivir una vida llena de opulencia y riqueza, pero ¿qué sabían ellos de la vida que Dael estaba llevando? Eso era lo que nadie entendía.

Cuando el pueblo entendió o quiso entender que la princesa se estaba revolucionando en contra del pueblo lo mínimo que Dael podía recibir eran aquellas palabras más hirientes que podían saber pero lo peor llego cuando decidieron que el tirar comida, agua e incluso piedras, era la mejor manera de reprender y señalar a la persona que estaba en contra del rey.

Pero a Dael no le importaba lo que los demás podían llegar a pensar de ella, ya estaba acostumbrada a recibir el desprecio de algunas personas del servicio o incluso de su propia familia, ahora ya que le quedaba esperar, todo lo que estaba recibiendo era algo que no le importaba en lo más mínimo.

Lo que en realidad le importaba era el saber cuáles serían las palabras que su familia le podría llegar a dirigir, claro si su familia quería llegar a hablar con ella.

Se decidió que todas las personas que se encontraban atentas a "aquel" espectáculo se marcharan a sus hogares, aunque en realidad no iba a servir de anda ya todo un reino y algunos pueblos habían sido testigos de cómo la hija del Rey se rebelaba contra su propio padre. Eso se podía observar en las afueras del castillo, se podía decir que Dael era la comidilla de toda una nación; eso era afuera, pero en el interior del castillo la apreciación de lo acontecido se manejaba con mayor discreción.

El rey había decidido que a su hija la mantuvieran alejada de todo contacto en el castillo, así que decidió encerrarla en una celda cual prisionera, después de salir de la arena de combate no permitió que nadie se le acercara y mucho menos que ella le hablara a nadie.

Él sentía una gran decepción, no podía creer cómo su niña, su hija llegara a rebelarse de esa manera, sabía que las cosas estaban ocurriendo de una manera muy diferente y extraña. La confianza que antes existía se había acabado. Nunca se había sentido tan triste e infeliz y el decidir el destino de su hija le estaba quemando el alma, en su interior sabía que había actuado de la mejor manera pero no sabía porque se sentía como si estuviera cometiendo el error más grande de su vida.

La Muerte de la Guerrera Blanca [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora