CAPÍTULO X

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La mañana había llegado y Dael estaba preparada para lo que el día le ofreciera. Afortunadamente había conseguido una armadura adecuada, la había conseguido gracias a unos de sus compañeros de lucha y a cambio de ese favor ella les había ofrecido algunas joyas de gran valor que le pertenecía  y con estas se había dado por pagado su adquisición.

Había pensado en robar si hubiese llegado el caso, pero las cosas habían surgido de una muy buena manera.

Según los documentos entregados a Ámber, se realizarían cuatro pruebas, tiro al arco, lucha con espada, pugilato y la última sería el tiro al arco pero debía estar cabalgando ya que los puntos de disparo se habían ubicado de manera dispersa a través del bosque.

En la mayoría de las pruebas se sentía segura a excepción del tiro con arco ya que había sido una de las prácticas a las cuales no había asistido con puntualidad en las clases de Samuel, pero esta vez debía esforzarse en gran medida si quería llevarse la victoria.

También se informó que el número de participantes se había reducido, ya que las pruebas exigían gran fuerza y agilidad; según lo que había expresado el Rey él mismo fue el encargado de seleccionar a los mejores luchadores, los demás jóvenes habían sido descartados por su falta de experiencia.

—La exigencia del Rey ha sido mucha, de los doce jóvenes invitados solo ha escogido a cuatro, a los otros los considero inexpertos ya que no tenían la mayor experiencia en las pruebas.

—Así es Ámber, ahora lo que sigue es que mi nuevo guerrero se esmere en el campo de batalla.

Mientras Dael se alistaba y preparaba para las pruebas, en la puerta de su alcoba sus doncellas recibían algunos presentes que habían sido enviados por parte de los cuatro jóvenes afortunados, pero lo que más la sorprendió fue una carta que le había sido enviada por el joven Welseyer.

“Se acerca el momento por el cual me siento orgulloso de vivir, sé que mis competidores no son un gran obstáculo para poder ganar la batalla, la verdadera pelea a ganar será contra ti.”

Las tres jóvenes quedaron confundidas con las palabras del joven Welseyer, no entendían que era lo que en realidad  él quería expresar por medio de sus letras, así que con mayor motivo Dael las iba a investigar.

Los cuatro competidores representaban las casas de: Proulx, originarios del sur expertos en manejo en armas de combate, la casa Fisher primeros aliados de la familia de León, el máximo sabio y sacerdote de Rellintogn pertenecía a esta familia, los Weinberg se distinguían por la calidad de sus productos alimenticios, pero sobre todo porque allí era donde se encontraban los mejores luchadores y guerreros, se decía que su pueblo era la cuna de la guerra  y la última, los Welseyer se caracterizaban por su lealtad y compromiso y de igual manera en el manejo de artes mixtas y por ende este contrincante sería uno de sus adversarios más fuertes a los que Dael se enfrentaría.

A medida que el día transcurría, el castillo recibía a las personas del pueblo y demás visitantes que habían viajado por días para el gran evento que estaba a punto de comenzar donde un joven guerrero pediría la mano de la princesa de Rellintogn Dael de León futura reina y soberana de esa gran nación.

Pero el plan de Dael no estaba completo ya que su padre, el Rey Roberth requería su presencia durante el evento y eso era prácticamente imposible, aunque para situaciones drásticas, medidas drásticas.

La Muerte de la Guerrera Blanca [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora