CAPÍTULO VIII

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—Y acaso tuve la oportunidad de elegir -replicó Daniel- yo creo que tú lo sabes muy bien. Afortunadamente nos hemos conocido, pero si no fuera de mi total agrado no tendría otra elección, ese es mi camino y he elegido caminarlo, no me importa que sale más adelante, sencillamente seguiré.

Daniel quería hacer entender a su hermana que no todo estaba mal, que se podría seguir adelante a pesar de las decisiones que se hayan tomado en el pasado, para su gran fortuna su prometida era una joven sencilla con los mejores modales y su familia le tenía un gran afecto y afortunadamente con Dael tenían una hermosa relación, se podría decir que se consideraban hermanas o las mejores amigas; pero lo más importante eran que se querían y eso nadie lo podía cambiar.

Mientras seguían caminando Dael traía a su mente los momentos que había compartido con Victoria, una joven que consideraba su mejor amiga –se podía decir que era su única amiga ya que Dael era muy selectiva en sus relaciones y aunque no tenía un gran número de amigos sabía que las personas que tenía cerca eran lo más importante- era de contextura delgada su cabello lo llevaba a la altura de sus hombros y reflejaba un hermoso color rojizo, su rostro estaba adornado de pequeñas pecas, sus ojos eran de un azul oscuro, en realidad era una beldad.

—A veces me pregunto qué pasaría si yo fuera otra persona, si fuera una sencilla campesina creo que todo sería diferente -esos pensamientos rondaban su mente ahora más que nunca, ya que todo apuntaba a que ella Dael de León no tenía sangre real en sus venas- y no me importaría cómo sería mi vida si así fuera.

—Ahora, ¿por qué lo piensas? Es muy fácil decirlo, pero al vivirlo sería totalmente diferente y creo que no te gustaría del todo -Daniel estaba acostumbrado a escuchar a su hermana de todo tipo de ideas y pensamientos y no le hacía raro el ahora de sus comentarios- hablando de otros temas, me gustaría saber cómo te va en las clases con el señor Samuel, aunque me han dicho que eras una excelente estudiante.

Al momento de escuchar aquello, Dael se asombró, detuvo sus pasos y miró a su hermano quien no demostraba algún rastro de sentimiento en su rostro, su semblante era totalmente neutral; suspiró profundamente y decidió seguir caminando.

—Vaya, parece que Samuel te contó todo, ¿o no? -preguntó Dael- lo que tengo que decir o lo que quieres que te diga depende de lo que tus oídos hayan escuchado.

Al mirar a su hermano vio que él asentía con un movimiento de su cabeza, lo que indicaba que él lo sabía todo.

—Bueno, entonces no hay nada que decir, pero lo único que quiero saber es ¿desde cuándo lo sabes? Samuel es la persona más reservada y callada en cuanto a secretos y confidencias se trata.

Dael odiaba que Daniel estuviera en silencio, el había ganado y con un gran suspiro dijo.

—Una vez te dije que ser reina no era o es algo que quiera en mi vida.

—Entonces ¿qué es lo que quieres? -interrumpió Daniel- ¿para qué crees que has nacido? No espero escuchar de ti que prefieras la lucha.

Al ver que su hermana no respondía, decidió que la conversación con ella había acabado.

* * * * *

El día esperado en el castillo había llegado y los invitados había arribado Dael actuaba de manera desinteresada y en ocasiones recibía llamados de atención de parte de la reina y de Ana, quien para ese entonces había mejorado en su salud. Ningún joven pretendiente era de su gran atención, sabía que si seguía con esa farsa en cualquier momento iba a explotar y le eran desconocidas sus consecuencias.

En tanto avanzaban las festividades, el rey decidió realizar una competición para saber en qué arte se desempeñaba cada caballero. De manera arrogante Dael sabía que podía superar cualquier prueba a más de un caballero o joven príncipe y no le daría la oportunidad de ganar a ninguno de ellos. La idea de participar en las pruebas y representarse a ella misma no le pareció del todo mal al contrario le pareció la idea más fascinante y porque no, esa era la salida del laberinto en el cual se encontraba. No sería fácil convencer a su padre para que la dejara participar, aunque pusiera en esa idea todo su empeño sabía que el Rey no aceptaría ya que su relación había disminuido de una manera considerable, ya no era lo mismo, pero a Dael eso ya no le importaba, ella sabía que tarde o temprano eso iba a pasar y no había sido por sus acciones las que ocasionaron ese suceso, eran los secretos que atormentaban a sus padres, los secretos que no habían sido capaces de decir.

Mientras caminaba por los alrededores, varios de sus pretendientes se acercaban a ella para preguntar asuntos acerca de su vida y ella trataba de sonar lo más cortés y educada posible, pero no quería profundizar en conversación alguna con ellos y hacía lo que estuviera en sus manos para terminar cualquier charla de manera cordial y amable ya que ninguno de ellos le era de gran importancia, hasta que lo conoció a él.

La Muerte de la Guerrera Blanca [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora