Prólogo

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- ¡Estoy harto! ¡Fuera de mi vida! ¡Largo! ¡No quiero volver a verte! - y cerró la puerta en la cara del muchacho.

Se apoyó en ella y se deslizó hasta caer, sus manos tapando su cara y su pequeño cuerpo temblando en sollozos. Quería gritar y golpear todo a su paso, claro que quería, pero simplemente no tenía las fuerzas suficientes para eso.

Empezó a sollozar más fuerte, solo para tapar el desagradable ruido de las súplicas de quien lo acababa de destrozar hacía unos minutos.

¿Cómo pudo hacerle aquello? Lo dio todo por él, literal e incondicionalmente, sin pensárselo dos veces.

Se hizo un ovillo en el suelo, como si pudiera hacerse más pequeño, como si pudiera desaparecer, y continuó llorando en su lugar. Cada exhalo era una tortura y le costaba más respirar. No debió negarse a aquel matrimonio arreglado, tal vez estaría mejor y tendría una buena posición en la sociedad. Tal vez sería alguien respetado y no tendría que sufrir. Tal vez podría haber cumplido aquel deseo de viajar por el mundo. Pero todo se acabó cuando se negó.

Y ¿porqué? Por esa palabra que todos esperaban convertir en realidad en algún punto de su vida. Amor. Todo por amor. Porque no amaba a esa bella muchacha que se erguía de blanco en el altar, y mucho menos se sentía preparado para casarse a tan corta edad. La hermosa joven, cuyo nombre era Lisa, tenía sus recién cumplidos diecisiete, aún era una niña, y Jimin, él solo tenía diecinueve. Ninguno de los dos estaba preparado.

Hacía dos años ya de eso. Jimin tenía veintiuno y se veía a sí mismo como un fracasado. Había arruinado su futuro por un amor que no duró más de dos escasos años.

Aún se oían golpes en la puerta que distrajeron por un segundo a Jimin de sus pensamientos. Hicieron eco en el apartamento.

Iban acompañados de porfavores y perdones y un te amo que le dolió en el alma escuchar. La sucia boca de aquel malnacido no hacía mas que querer dar explicaciones que ni siquiera tenían sentido. Pero Jimin era tan bondadoso... No podía odiarlo.

Puede que después de todo fuera culpa suya, era tan fácil asumir eso.

Renunció a su futura buena vida y fracasó. Ese día en el altar renunció a casarse, pero la joven se lo agradeció con una sincera mirada. Él, en ese entonces rubio, bajó corriendo del altar para dirigirse hacia la entrada de la iglesia y abrazar con fervor a un agitado muchacho de cabellos castaños y piel algo sudada. No tuvo tiempo de arreglarse si tenía que correr para llegar donde su amado se encontraba y salvarlo de una infelicidad segura. El amor joven era tan fuerte...

El joven de cabellos dorados sentía que se comía el mundo con su amor a su lado, y lo besó, tan dulce y apasionadamente que se escapó un Oh sorpresivo de las bocas de los invitados. Todo gente refinada y falsa que Jimin no soportaba. Los gestos de asco no tardaron en reflejarse en sus caras y la única que parecía emocionada por todo aquello era la joven de blanco.

Los asientos comenzaron a desalojarse, pero ninguno se movía de su lugar, solo miraban a la pareja reunida con desaprobación. El cura se fue sin mas, "menos trabajo por hoy" pensó. Además, no quería presenciar el enfrentamiento que padres e hijo iban a tener en breve. Cabría mencionar que el serio hombre que se acercaba a los muchachos era homofóbico, y para nada tolerante.

La adulta pareja, padres del rubio, eran grandes empresarios, de los más influyentes de toda Corea. Poseían grandes edificios comerciales por todo el país, eran muy conocidos, y obviamente, no podían permitirse un hijo homosexual. Su único hijo, el supuesto heredero de ese gran Imperio.

Para dejar claras las cosas, los padres de la joven de diecisiete años también eran muy influyentes, no a tan gran escala, pero lo eran, y esa boda de conveniencia iba a convertirlos en socios de los padres del joven de diecinueve. Todo era por negocios.

¿Acaso sabes lo que has hecho? ¿Lo que estás arruinando? Ya hablamos de esto Jimin, dijiste que lo comprendías.

El hombre habló despacio, guardando el cabreo que crecía en su interior para no explotar frente a los invitados.

Pero no es lo que quiero papá...

El joven no quería decepcionar a su padre, pero debía luchar por su felicidad.

¡¿QUE NO ES...¿ Que no es lo que quieres ?¿Jimin?¿Me estás diciendo que todos los años que te he estado preparando no han servido para nada? ¿Es eso?

El joven no sabía qué responder y su pareja dio un paso al frente.

Señor Park, si me permite...

¡CÁLLATE! No tienes derecho a hablar.

El hombre mantenía su compostura a duras penas y cada vez se ofuscaba más, no podía ver a ese interesado, estaba seguro de que solo quería el dinero de su familia, no confiaba en un simple friegasuelos.

Yo amo a su hijo, Señor Park. Sé que piensa que solo quiero sus riquezas pero está usted muy lejos de la realidad. Aun si su hijo fuera un basurero lo seguiría amando igual. Solo quiero despertar a su lado todas las mañanas.

No hizo falta más para que el Señor Park tomara su decisión. No quería escuchar nada más. Se dirigió hacia su hijo posicionándose a su lado, pero de cara a la salida, y posó una mano en su hombro sin mirarlo.

Jimin, gracias por ser sincero. Algo de alivio se divisó en la cara del muchacho, pero por poco tiempo. Te irás de nuestra casa. Ya que has decidido ser una deshonra para la familia respetaré esa decisión. No verás una moneda de todo mi trabajo, y ya no vuelvas a llamarnos padres. Para nosotros nuestro hijo ha muerto. Parece que aún no me toca jubilarme.

Terminó la última frase con una pequeña risa sarcástica. El joven quedó destrozado con esas palabras, y se quedó inmóvil y con los ojos cristalinos cuando vio a su madre ser arrastrada sollozando por su padre. Sintió el frío en su hombro ser sustituido por un cálido abrazo del joven castaño tratando de calmarlo. Los invitados, que hasta ese momento se mantuvieron en silencio, comenzaron a abandonar la iglesia poco a poco, con algún que otro comentario burlesco de por medio.

En ese momento Jimin solo podía tratar de calmar su malherido corazón a base de llantos, y quería lograr sustituir todo ese sentimiento de traición con afiladas agujas que cerraran todas las cicatrices abiertas. Quería olvidarse de todo el mundo. Quería levantarse a la mañana siguiente sin recordar a ese muchacho de ojos atractivos y cabello castaño, y por supuesto, sin recordar a sus padres. Quería arrancarse del pecho la capacidad de amar a algún hombre. Él solo quería construir un robusto muro de piedra y cemento a su alrededor. ¿Tan difícil era eso?

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¡Felices Reyes!

Dije que publicaría el fin de semana pero me adelanté jejejeje

Un pequeño detalle como regalito hacia vosotros :)

¡Nos leemos en el capítulo 1!

~ChimMochi💜


7FATES ~YoonMin~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora