CAPÍTULO 5

38 10 0
                                    

La noche llegó. Desde que se había ido Jimin, el pelinegro no logró volver a dormirse, odiaba cuando le pasaba eso. De normal, podía quedarse dormido a los cinco segundos de tumbarse, pero ahora, no paraba de dar vueltas en la cama y no sabía porqué. No hizo nada en toda la tarde mas que estar ahí. Miró la hora: 23:30h. Ni siquiera había cenado.

Se levantó con pesadez y fue arrastrando sus pies hasta la cocina. Resopló con cansancio cuando vio todo el desastre de platos y vasos sucios, varias bolsas de basura sin sacar y muchos recipientes de plástico de comida instantánea de varios días atrás, hacía mucho que no limpiaba. Ignoró por completo todo eso, como cualquier otro día, y se dirigió a la nevera.

Nada. No había nada, o por lo menos nada comestible. Menuda mierda susurró. Intentaría volver a dormirse y ya iría al día siguiente a comprar algo. 

Ese era el plan hasta que de camino a su habitación vio de reojo la caja que le había dado Jimin. Cenar pastel tampoco era tan malo ¿cierto? Al menos le metería algo al rugiente estómago.

Simplemente cogió un tenedor que parecía estar limpio y se sentó en un taburete de la isla de la cocina con la tarta delante. No se habría detenido de comenzar a devorar si no hubiera sido por aquel papelito arrugado que calló al suelo cuando abrió la caja. Lo tomó con curiosidad y no pudo evitar sonreír mínimamente cuando lo alisó un poco con los dedos. Tuvo que adivinar lo que ponía, pues las letras estaban tan distorsionadas que casi podía haber escrito mejor un recién nacido, aunque recordó aquel detalle de la mano vendada del peligris y supuso que se había esforzado en escribir lo mejor posible con la otra, lo que le dio cierta ternura.

"Gracias por salvarme la vida, espero que no seas alérgico a nada :)"

Al menos eso es lo que pudo distinguir.

Tuvo que admitir que el sabor del pastel le sorprendió. Se lo esperaba muy dulce, cosa que no le iba mucho, pero se topó con un suave bizcocho tradicional perfectamente acompañado con unas finas capas de nata que se deshacía en la boca y un aroma a limón que fácilmente hizo que se sintiera a gusto. Se encontró a sí mismo soltando algún que otro sonido de deleite y saboreando cada bocado, hasta que el tenedor no pudo encontrar más migas. 

Entonces se desanimó de golpe, ya podía haber reservado un trozo para mañana... pensó. Y con los mismos pasos cansados volvió a tumbarse en la cama, no sin volver a leer la notita una vez más y ponerla debajo de su almohada, carraspeando incómodo ante la repentina felicidad que esas palabras le provocaban. Ya sí que dormiría bien.

Por el contrario, Jimin no pegó ojo en toda la noche. Estaba muy nervioso. 

¿Habría probado el pastel? ¿Le habría gustado? ¿Lo habría odiado? ¿Lo habría simplemente tirado a la basura? Eran todo dudas que lo hacían pensar de más, y así podía pegarse horas. 

¿Pensaría que había sido molesto? ¿O que había sido borde tal vez? ¿O incluso que quería coquetearle? Ahora que lo pensaba, un pastel se hacía para conquistar a alguien...¿no? ¿Creía que había sido muy atrevido? No no, nada eso. No le dio motivos a su vecino para que pudiera pensar así. 

Un momento. Su vecino. 

Ya decía que se olvidaba de algo, ¡no le había preguntado su nombre! Y desde el principio lo había estado tuteando como si nada, ni siquiera sabía si era mayor que él. Seguro que en esos momentos pensaba que había sido un irrespetuoso. Tal vez por eso había rechazado el pastel, para castigarlo indirectamente. Y oh, qué ingenuo por su parte haberlo metido a la fuerza en su propiedad. 

Ahora lejos de sentir que ya no le debía nada se sentía culpable y muy, pero que muy avergonzado. De momento solo podía esconder la cabeza bajo la almohada y soltar un gritito de frustración reprimido. Con suerte no volverían a coincidir en ninguna otra situación.

7FATES ~YoonMin~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora