CAPÍTULO 6

30 7 0
                                    

Aquella mujer era hermosa, muy hermosa. Sus cabellos oscuros caían como cascadas que recorrían su blanca espalda y descansaban en la delicada curva de su cintura. Sus manos, con aquellos dedos largos y finos que bien podrían confundirse con los de un pianista, se paseaban por los pétalos de aquellas flores rojas. Flores peligrosas, pero atrayentes, provocadoras y vulnerables a simple vista. Las suaves olas de tela blanca que adornaban el cuerpo lechoso de la mujer bailaban al son del viento, acompañando al compás de su dulce risa. Finas hebras de césped acariciaban sus descalzos pies, atreviéndose a irrumpir con inevitables cosquillas. 

Todo era observado desde un bello punto de vista, hasta que las sombras decidieron hacer presencia, nublando aquel armonioso ambiente, rompiendo el apaciguador sonido de los pájaros que ahora parecían soltar gritos de desesperación. La torpeza del correr, del huir, de algo aterrador que se acercaba, hacía confundir los fuertes latidos de corazón con gruesas espinas que se clavaban en la piel, desgarrando, mezclándose con un charco profundo del afín color de las rosas. El tormento ocupaba su lugar, y el violento rugir del viento consiguió al fin su cometido, derribando a la hermosa mujer, quien ahora yacía inerte en aquel campo de flores con espinos que con tanto empeño y cariño había cuidado.

El movimiento entre las sábanas hizo a Jimin sobresaltarse. Su pequeña compañera había ido a darle los buenos días con su tan característica energía, y se acomodó entre sus brazos para comenzar a frotar la cabeza, ronroneando, en el pecho del peligris, que no tardó en acatar sus ordenes y devolverle las caricias.

Miraba al techo, tratando de respirar lento y profundo, recordando lo que apenas hacía unos segundos estaba soñando. No era la primera vez que lo hacía, solía ser recurrente, y le pasaba desde que era pequeño, siempre las mismas escenas, una y otra vez. Pero las imágenes se volvían borrosas una vez despierto. Por mucho que intentara quedarse con los detalles, esos simplemente se escapaban con los primeros rayos de luz por la mañana. 

Y por ello lo apuntaba todo. Un pequeño cuaderno que guardaba en el cajón de su mesita de noche retenía las palabras sueltas que intentaban descifrar ese sueño.

Cabello oscuro

Rosas

Espinas

Sombra

Llevaba mucho tiempo sin salir de aquellas cuatro palabras, parecía que su memoria no quisiera colaborar en recordar el resto, y aunque no le daba mucha importancia, le frustraba no poder soñar con otra cosa que tal vez pudiera disfrutar, como ir a un concierto de su grupo favorito, viajar a algún lugar paradisíaco, o volar por encima de la ciudad.

Necesitaba un café.

Dejando cuidadosamente, a su ahora adormilada gatita, a un lado, se levantó de la cama y estiró los brazos hacia arriba para crujir su espalda antes de encaminarse a la cocina. Solo le quedaba una cápsula de café y pensaba aprovecharla bien. Estuvo limpiando un par de tazas que tenía de por medio en lo que se iba haciendo su bebida en la máquina, y cuando la tuvo lista, se deleitó con el gusto del primer sorbo amargo, para después agregarle algo de leche y azúcar. Una pequeña manía.

Sus ojos hinchados por el reciente despertar le hacían ver algo borroso, lo que le jugó una mala pasada cuando vio algo veloz deslizarse por debajo de la puerta de entrada y chocar con sus pies. Por un momento pensó que era un ratón, y casi derramó la taza humeante en sus manos.

En cuanto distinguió que aquello era una carta, dejó enseguida el café en la primera superficie que encontró y corrió lo más rápido que pudo a la entrada, abriendo de golpe la puerta y asomando la cabeza. La curiosidad le podía, y no pudo evitar sentir un cosquilleo cuando, después de unos cabellos oscuros, la puerta de su vecino se cerró apresuradamente.

7FATES ~YoonMin~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora