VIII

1.7K 222 87
                                    


Temo, casa, 5:35 a.m (jueves).

Después de desahogarme acerca de todo el tema de aquel chico, me sentí sin el gran peso que mantenía durante meses, fue lo mejor que pude hacer. Pero siendo sincero no me entiendo; saber quién soy, este dilema me hace estar en otro mundo, ya que mi mente está girando de ese tema cada cinco segundos. Nadie sabe realmente lo que pasa por mi cabeza, y creo que yo menos.
¿Sabían que todos tenemos tres caras? ¿No? Pues ahora lo saben.
La primera cara es la que le mostramos al mundo.
La segunda es la que nos mostramos a nosotros mismos.
Y la última pero no por eso la menos importante, la que en realidad somos y sólo la veremos cuando vayamos a morir.
¿Pero a qué se debe esto? A el miedo por lo que dirá la sociedad por nuestra opinión o gustos. Haz lo que tu corazón crea correcto, siempre y cuando no afectes a alguien más.
Ama a quien ames, no a quien la sociedad quiera que ames.

Retiré por completo la poca ropa que quedaba en mi cuerpo para proseguir a meterme a la ducha. El agua estaba tibia; ni tan caliente pero no demasiado fría, o sea perfecta para mí. Las gotas resbalaban sobre mi cuerpo que claramente ya estaba empapado de agua mientras analizaba mi vida; ¿qué siento?
Llevé mis manos a mi rostro cuando había terminado de hacer lo necesario. Las retiré para agarrar una toalla y secarme por completo. Cuando lo hice comencé a colocarme la ropa necesaria. Me miré al espejo y toqué mi cabello.

—Vaya, ya necesita un corte —hice una mueca de lado suspirando pesadamente. Intenté acomodarlo con cera, con gel y no obtuve ningún resultado—. No entiendo por qué no quieres acomodarte, ¿por qué hoy que tengo una exposición muy importante? —dije entre partes—. Ni modo, creo que por hoy tendré que irme con el cabello así —me cepillé los dientes para después dirigirme a la sala donde las calcomanías se encontraban con Papancho. Éste último hizo un gesto de susto al verme para proseguir a reírse. Fingí una risa.

Ah nu manches, Temístocles. ¿Traes una rata muerta en el cabello o qué onda? —se acercó a tocar mi cabello. Retiré su mano—. Nunca te lo había visto tan rizado desde... —lo interrumpí.

—Amaneció tan rebelde que no lo pude acomodar —me fulminó con la mirada—. Ya lo sé, papá. Perdón por negarme a ir cortármelo ayer pero no hubo tiempo.

—Bueno ya no me remilgues y vámonos a la escuela, órale —me acerqué a los mellizos para abrazar y depositar un beso en su cabeza.

[...]

Tenía tanta pena de llegar con el cabello así porque siendo totalmente franco no me gusta cómo se me ve rizado, tal vez me hace ver más cachetón o gordo como estaba antes. Lupita me miró y sonrió para darme un abrazo con un sólo brazo.

—Suerte Temo, todo estará bien. Con cualquier tipo de peinado te sigues viendo como todo un conquistador, recuérdalo —los dos me abrazaron en conjunto; no sé qué haría sin estos dos. Les agradecí para después despedirme de ambos. Subí las escaleras tranquilamente para ir a un salón ya que había olvidado algo de la exposición pero unas manos en mis ojos me lo impidieron.

—Ya deja de jugar, Ari. Sé que eres tú —sonreí quitando sus manos mientras me volteaba, cuya sonrisa desapareció al percatarme que era Jerry.

—Con que Ari, ¿eh? ¿Es tu nueva conquista? ¿O estás intentando forzar una heterosexualidad que no existe? —me quedé confundido, ¿cree que Ari es mujer?

—Con permiso —nos dijo una voz familiar; era Ari y no se dio cuenta de mí. Paró en seco y giró a verme e hizo una cara de asombro.

User634 [Aristemo].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora