One More Time [Ryden]

12

Brendon salió del supermercado y, al haber ido a pie, no tenía carro. Y Sarah le había pedido bastantes cosas. Decidió pedir un taxi.

No tenía ningún problema con irse en taxi, pero a él no le gustaba.

Alrededor de veinte minutos, llegó a casa. Le pagó al taxi y se bajó junto con las compras.

Entró a casa y escuchó la voz de su esposa al cantar, haciéndolo sonreír.

Dejó las compras en la cocina y caminó hacia donde provenía aquella hermosa voz, llegando hasta el cuarto que compartían.

Escucharla cantar hacía que se volviera a enamorar de ella; hacía que se olvidara de Ryan y lo que vio hace unas pocas horas atrás.

Entró al cuarto y se dio cuenta que ella se estaba vistiendo, pues estaba solo en ropa interior. Estaba de espaldas, a lo que supuso que no se había dado cuenta que él entró. Cerró la puerta y se recargó en ésta, viendo y escuchando a su preciada esposa.

Cuando pasan cosas como ésta, se pregunta cómo es que él fue tam estúpido como para haberla engañado. Él está enamorado de ella, y estaba cien por ciento seguro de eso.

Sentía que iba a llorar, no por tristeza, no por enojo, sino que por felicidad. Ella había estado ahí por él siempre, y él solo la defrauda. A veces se pregunta el por qué ella sigue con él si no ha hecho nada más que arruinar su vida.

Sarah terminó de vestirse y dejó de cantar, a lo que se dio media vuelta y notó a Brendon ahí, viéndola. Ella sonrió y se sonrojó un poco, suponiendo que él la habría escuchado cantar.

Él se acercó a ella y puso una mano sobre su mejilla, acariciendo éste con su pulgar.

—Eres tan hermosa —sonrió, viéndola a los ojos—, ¿salimos a una cita? —Preguntó sin dejarla contestar, pues le dio un largo beso, el cual ella contestó.

Se separaron por falta de aire, pegando sus frentes y, aún con los ojos cerrados, Sarah asintió.

—Está bien, solo deja me pongo otra cosa.

Brendon se separó y la miró de pies a cabeza, frunciendo el ceño y negando.

—No, así te ves hermosa. Tú te ves perfecta con todo. —Sonrió y unió sus labios una vez más.

Brendon le guiñó un ojo u salió de la habitación, dejando sola a Sarah. Ésta se sentía confundida; Brendon sí era así, pero solo lo fue cuando comenzaron a ser novios, cuando se casaron seguía siendo lindo, pero no tanto como antes. Sabía que pasaba algo y ella lo iba a averiguar.

Llegaron y, por suerte —y al ser noche—, no había tanta gente como Brendon había pensado. Se bajaron del auto, Sarah junto con una canasta llena de comida y una manta.

Brendon se puso a lado de Sarah y agarró su mano, así entrelazando éstos. Caminaron hasta sentir la arena en sus pies —pues ambos tenían sandalias— y caminaron hasta encontrar algún lugar que le gustó a Sarah.

Acomodaron las cosas y luego se sentaron en la manta, Brendon mirando la luna reflejarse en el agua, Sarah sacando un sándwich de mantequilla de maní y jalea, comenzando a comerse éste.

Sarah miraba a Brendon distraído, cómo algunos de sus cabellos caían en su frente, su pecho desnudo, sus tatuajes y sus piernas, semi-descubiertos por el shorts que tenía puesto.

Sarah frunció al ver el shorts, no se había dado cuenta, pero sabía que esos no eran de él.

—Brendon, bebé. —Habló ella, obteniendo toda la atención de su esposo.— ¿De dónde sacaste esos shorts? —Apuntó hacia ellos.

Brendon se tensó un poco, lo cual ella notó. Él se veía nervioso, incluso su frente comenzó a brillar, indicando que comenzó a sudar.

Sarah sabía que pasaba algo, y fuese como fuese, ella iba a averiguar todo.

—Son nuevos, me los compré hoy cuando fui a comprar lo que me pediste. —Sonrió él, aún nervioso.

Sarah no le creyó, pero asintió y le sonrió, volviendo a su sándwich.

Brendon suspiró levemente, pensando en que ella le había creído. Por alguna razón, a él le daba risa el pensamiento de tener un pic-nic en la playa. Pero le agradaba. Salir en la noche, la luna reflejar en el agua, estar a lado de su esposa. No podía pedir nada más.

Brendon se levantó y le dijo a Sarah que iba a meterse al agua, esperándola ahí hasta que termine de comer, a lo que Sarah solo asintió. Él besó su frente y luego salió corriendo, gritando tonterías mientras levantaba los brazos, haciendo reír a Sarah. Ésta volteó hacia los lados y notó que ya no había nadie más que ellos ahí.

Volvió a ver a Brendon, el cual se encontraba distraído. Aprovecho para buscar en la canasta, moviendo los sándwiches y algunas bebidas que habían llevado. Después de unos segundos, encontró lo que buscaba; el teléfono de Brendon.

Ambos estaban de acuerdo con dejar sus teléfonos en casa, pero Sarah agarró el de Brendon sin que él se diera cuenta.

Entró a sus mensajes, las últimas conversaciones que tuvo fue con ella y Ryan, aunque a ninguno les contestó, solo los había leído. Entró a la conversación de Ryan.

Brendon?

???

Estás ahí?

Bren

Tenemos que hablar.

Esos mensajes fueron de hace tres horas. Sarah quedó confundida con el último mensaje; «Tenemos que hablar». Sí, podía significar lo que sea, como si se consiguió una mascota, hizo una canción o cosas así. Pero Sarah no estaba cien por ciento segura.

Entró a la galería y buscó. No tenía nada malo, fotos de ella, fotos que él tomó, fotos que han tomado de él y ella, capturas de pantalla —tales como algo que le gustó, algo que tenía planeado comprar, algo importante o cosas que le han escrito sus fans—. La última foto que tenía era una que robó de twitter, una que había subido Z Berg a su historia de instagram, donde decía que estaba embarazada.

Sarah no entendía nada, a lo que suspiró y guardó el teléfono. Tenía el presentimiento de que eso sería importante, así que se aseguró de no olvidarlo.

Miró a Brendon, el cual ahora se veía aburrido, así que decidió ir con él, quitándose la ropa y quedándose en su bikini.

Corrió hacia Brendon, subiéndose a la espalda de él, tomándolo por sorpresa.

Estuvieron más rato en el agua, jugando y divirtiéndose.

Al salir del agua —alrededor de media hora después—, fueron hacia donde estaban sus cosas, Sarah recostandose y Brendon solo mirándola.

Brendon bajó y besó los labios de su esposa, y... Bueno, ya se imaginarán qué pasó.