One More Time [Ryden]

18

Brendon despertó, lo primero que ve es a Ryan. Sonrió por eso, Ryan se veía tan relajado dormido, como si no existiera ningún problema en el mundo.

Puso una mano sobre la mejilla de Ryan, acariciando este. Sonríe levemente, sin dejar de ver a Ryan. Era ese momento en el que solo eran ellos dos y nadie más, sin importar que Ryan estuviese dormido.

Escuchó su teléfono vibrar, arruinando el momento. La noche pasada había puesto su teléfono en vibrador, pues no quería que llegara a despertar a Ryan.

Era un mensaje de un número desconocido. Brendon frunció el ceño y entró a leerlo;

Recuerdas que te dije que si no te alejabas de Ryan podría arruinar toda tu carrera? Bueno, no me has dado otra opción, Urie.

Abrió los ojos como platos, estaba cansado de eso. Esos mensaje de la persona anónima, y de Sarah.

Se levantó cuidadosamente sin despertar a Ryan, poniéndose su ropa. Después, buscó entre los cajones de Ryan, buscaba aunque sea una pequeña hoja, quería dejarle una nota, pero no lo encontraba. Suspiró y decidió enviarle un mensaje después.

Llegó a casa, pero sin hacer mucho ruido, no sabía qué hora era, y podía ser que Sarah se encontraba dormida, y no la quería despertar.

Cerró la puerta con cuidado, después caminando silenciosamente hacia su habitación compartida. La puerta se encontraba cerrada, pero se escuchaba la voz de su esposa del otro lado, tal vez estaba en llamada.

Brendon iba a abrir la puerta, pero algo que escuchó lo detuvo.

«Todo va de acuerdo al plan.»

¿Qué plan?

Recargó su oído a la puerta cuidadosamente, escuchando la llamada del otro lado.

—Sí, bueno, Brendon está en que Ryan, pero en cuanto vea las fotos que subiste estoy más que segura que se alejará de él. —Se burló Sarah. Brendon frunció el ceño, ¿Sarah tenía que ver con esto?— Tranquila, Zberg, yo me haré cargo que no se entere que somos nosotras.

Y con eso, se enfureció. Sin importarle nada, entró a la habitación. Sarah reaccionó casi al instante, asustándose y colgando la llamada casi de inmediato.

—H–hola, Bren, llegaste temprano. —,Habló nerviosamente, sonriendo.

—¿Qué mierda has hecho, Sarah? —Dijo enojado.

—No sé de qué hablas. —Sonrió, juntando sus manos, intentando parecer tierna.

—Joder, acabas de arruinar toda mi carrera, y a ti ni siquiera te importó nada. ¿Sabes qué? Olvídalo, ni siquiera me atrevo a hablar contigo. Confíe en ti, te amé, y sé que hice mal al haber estado con Ryan, pero tampoco tuviste que haberme arruinado. Pido un divorcio.

Brendon hablaba firmamente, Sarah con lágrimas en los ojos. Ella comenzó a negar, lentamente, pero al pasar los segundos lo hacía más rápido.

—No, Brendon. No lo entiendes. Lo hice para nosotros. —Lloriqueó ella, acercándose a él intentando abrazarlo, pero él solo se hacía para atrás.

—Y esto lo hago por nosotros. No quiero a gente que me arruine en mi vida. Tú te lo buscaste, Sarah. Me encantaron estos seis años a lado de ti, pero no puedo más, lo que tienes de bonita lo tienes de tóxica, y yo no quiero a gente tóxica en mi vida. Perdóname, pero ya no quiero más ser tu esposo.

—Tienes que firmar, Sarah. —Habló Brendon un poco cansado.

—No quiero. —Lloriqueó.

—Sarah, lo hagas o no, igual ya no nos veremos. Ya no hablaremos y, no sé tú, pero saldré con otras personas.

Sarah lo miró, aún llorando. Asintió, y como pudo, firmó la hoja de divorcio. Mientras lo firmaba, las lágrimas salían cada vez más rápidas.

Soltó la pluma y se limpió las lágrimas con sus manos, Brendon ni siquiera volteando a verla.

—Oficialmente están divorciados. —Habló el juez, Brendon asintió sonriéndole y Sarah volvía a llorar. Esta vez no volteaba.

—Vamos, iré a dejarte a casa. —Le murmuró Brendon el oído, ella solo asintió.

En todo el camino, no volteaban siquiera a verse.

Al llegar, Sarah se bajó primero, corriendo hacia la puerta. Brendon la siguió, pero él iba caminando.

Ambos fueron hacia la habitación que solían compartir, Sarah dejándose caer sobre la cama, Brendon quedándose debajo del marco de la puerta.

—Haré las maletas.

Y dicho eso, sacó una maleta del clóset, comenzando a guardar su ropa ahí. Guardó un suéter, a lo que Sarah se acercó y lo agarró.

—¿Me lo puedo quedar? —Preguntó abrazando el suéter.

—Está bien.

Brendon siguió guardando su ropa, ya llevaba tres maletas. Sarah solo lo veía, ya con el suéter de él puesto.

—Voy a subir las maletas. —Dijo al haber terminado, teniendo en total unas seis maletas.

—¿Quieres que te ayude? —Se levantó Sarah en su lugar.

—No, no. Yo puedo.

Comenzó a subir las maletas de dos en dos a su carro, terminando rápidamente. Al haber terminado, regresó a la habitación, donde se encontraba Sarah ahora con la mirada perdida, mirando hacia el suelo.

—Ya debo irme. —Susurró, haciendo que ella lo volteé a ver. Solo asintió, haciendo una leve mueca.

Brendon estiró los brazos, pidiendo un abrazo de tal manera. Sarah sonrió, casi corriendo hacia él y abrazándolo. Inhaló profundamente el olor de Brendon, ese perfume tan masculino que tenía él.

Estuvieron así alrededor de un minuto, hasta que Brendon se apartó. Ambos caminaron hacia la puerta principal, Sarah quedándose debajo del marco, viendo a Brendon subirse a su carro.

Encendió el motor y volteó hacia su esposa, moviendo su mano de lado a lado, despidiéndose de ella de tal manera, a lo que ella hizo lo mismo, para finalmente irse de aquella casa.