Pared con pared - Parte 3

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Alba llamó insistentemente a la puerta de su vecina, golpeando repetidamente la madera.

- ¡Natalia! - Gritó, mientras seguía insistiendo.

La puerta se abrió unos segundos después y una Natalia medio dormida y muy confusa se apoyó en el marco de la puerta.

-¿Alba?

- Te acabo de conseguir un bolo. - Dijo la rubia emocionada por la oportunidad que tenía Natalia.

- ¿Como que un bolo?

- A ver, es una historia muy larga, pero conozco a un chico que conoce a un chico que ha conseguido que puedas tocar una noche en el Libertad 8. - Explicó deprisa, mientras Natalia, aún empanada, se frotaba los ojos, hasta que escuchó el nombre del bar.

- ¿¡En el Libertad 8!? ¿Cómo has conseguido eso?

-  Me debían unos favores. - Alba quiso mantener su aura de misterio y hacerse la interesante, pero entonces Natalia la abrazó bien fuerte, levantándola del suelo, y riendo como una niña pequeña.

- Albi, muchísimas gracias, te adoro.

Cuando la bajó al suelo tomó su cara con las manos y le plantó un beso que Alba no se esperaba para nada.

Habían pasado dos semanas desde aquella noche en la que se había quedado a dormir en su piso, y mientras que seguían con el tonteo y dándose besos cada vez que la ocasión terciaba, no habían hablado de nada con respecto a su relación, o a su no relación.

Lo cual traía de cabeza a Alba pero no parecía perturbar mucho a Natalia, que era un alma libre.

Así que mientras Natalia la levantaba a pulso y la metía dentro de su piso, Alba trató de ser como ella y se dejó besar y mimar por su vecina. Después de todo, no había nada de malo en ser, simplemente, sin etiquetarse.

Acabaron, no sabían muy bien como, besándose en aquel sillón lleno de libros desordenados, Alba encima de Natalia, con las manos apoyadas en el respaldo, mientras las de Natalia descansaban en la cintura de Alba.

No habían cruzado ninguna línea peligrosa aún, pero aún así Alba pensó que por el bien de su salud mental, no convenía seguir encima de Natalia, que aquel día estaba condenadamente guapa, con unos shorts negros que usaba para dormir y una camiseta sin mangas de los Artic Monkeys.

Natalia levantó la vista, observando a Alba caminar por su salón, como debatiendo algo consigo misma.

-Nena, ¿estás bien?

- Si, es que tengo muchas cosas que hacer hoy.

A Natalia le extrañó la excusa pero no cuestionó a la rubia.

- Bueno, entonces nos veremos mañana, ¿no?

- No lo sé. - Alba estaba nerviosa, la morena podía percibirlo, pero no lo entendía.

-¿Te pasa algo?

- Tú. - Soltó de sopetón, parándose a mirarla.

-¿Yo? - Natalia se encontraba confusa y se levantó del sillón para acercarse a Alba. -¿He hecho algo?

- Volverme loca.

-¿Qué? - Aquello solo hizo que Natalia estuviera aún más preocupada y confusa, por culpa de la rubia, que la miraba indecisa, sin saber cómo decirle que quería que fuera más que su amiga y vecina.

- Que mejor me voy. - Suspiró Alba, vencida por el miedo a que Natalia no quisiera nada.

Trató de alejarse y andar hacia el pasillo, pero Natalia la alcanzó, agarrándola por el antebrazo y la giró, poniendo una mano en su mentón y besándola, gesto que desarmó completamente a Alba, que no pudo evitar volver a corresponder los insistentes labios de su vecina.

the one with the two girls in loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora