(+18, sexo navideño, yo básicamente he escrito esta historia porque me divierte el smut y me gusta la Navidad, el cachondeo y las fiestas, don't judge).
Natalia no solía salir nunca el venticinco de diciembre.
Navidad parecía un día que había que pasar en familia, peleando por los mismos juegos de mesa, dando largas a los familiares pesados que preguntan por el novio en mitad de la cena y viendo la misma gala navideña en el mismo canal de siempre. Las tradiciones de los Lacunza estaban, tal vez, quedándose anticuadas.
O eso sentía aquel día Natalia, que a sus veinte años había entendido que si la gente salía de fiesta aquella noche era por puro cansancio a la tradición familiar y la obligación de quedarse a tener conversaciones vacías con miembros de la familia que no ven hace meses.
Así que aquel año cogió su abrigo y su riñonera a las doce de la noche y decidió que se iba. Su madre, extrañada, la detuvo en la puerta.
- Natalia, hija, ¿donde vas?
- Me han invitado a una fiesta, mamá. - Respondió, abrochandose el abrigo encima del mono blanco con chaqueta que se había puesto para la ocasión.
- ¿Tan tarde? - La señora Lacunza estaba algo preocupada por su hija mayor, que no parecía muy animada.
- Ya sabes cómo son Marta y María, una fiesta que empieza a las doce empieza pronto.
Despidió a su hija con un beso en la mejilla.
- Pásalo bien y ten cuidado, cariño.
Natalia le dedicó una pequeña sonrisa a su madre y salió de casa dirección centro de Madrid. No solía andar sola por ahí de noche pero había muchísima gente en la calle, así que no se preocupó, llegando enseguida a casa de María y Marta.
Subió las escaleras al encontrarse abierta la puerta del portal, escuchando música desde el piso de abajo, y al llegar al descansillo llamó al timbre.
Pasados unos veinte segundos le abrió la puerta Carlos, que parecía que ya iba un poco achispado, porque tenía una sonrisa tonta en la cara.
- ¡Eilan! Pasa. - Abrió del todo la puerta y Natalia le abrazó, riendo levemente.
Después entró a la sala de estar, donde al menos unas veinte personas bailaban al ritmo de algo que parecía Pitbull, pero no estaba segura.
De pronto apareció Marta.
- ¡Natalia, qué guay que hayas venido! Espera que dejó el abrigo en el guardarropa. - Dijo, haciéndole un gesto a su amiga, que le entregó el abrigo de inmediato.
Marta se lo llevó a algún lugar y mientras tanto Natalia divisó la mesa de las bebidas. Se sirvió algo que parecía vodka negro del Mercadona pero en una jarra del Ikea, junto con un poco de CocaCola.
Al tratar de volver, María la interceptó.
- Eilan, quién diría que vendrías a la fiesta de Navidad si llevamos invitándote dos años. Me alegra que estés estes aquí. - María, su compañera de clase en la universidad, había aparecido de la nada.
- A mi también me alegra, este año no me apetecía estar con mi familia.
- Brindo por eso. - Afirmó la rubia, levantando su vaso, que chocó contra el de Natalia, para después beber un trago bastante largo. - Salud.
Marta volvió a aparecer al lado de las dos chicas.
- Buah es que no me creo que al fin estemos las tres en una fiesta de Navidad, esto hay que celebrarlo.
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the one with the two girls in love
Ficção AdolescenteOne Shots Albalia no relacionados entre sí, con distintas tramas. Se aceptan peticiones.