Eurovisión

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- ¡Nat! - Fue lo primero que escucho la morena al entrar con la maleta a su nuevo piso, antes de que una mancha rubia, que por supuesto era su novia, se estrellas en contra ella, abrazándola.

- Menudo recibimiento.

La levantó haciendo que Alba rodearse su cadera con las piernas, mientras entraba del todo en el piso y dejaba la maleta olvidada a la entrada, centrada en devolverle el abrazo a la cantante.

- ¡Estoy tan contenta de que no vayas a Eurovisión! - Notaba a Alba eufórica, casi acelerada, y no pudo evitar sonreír ampliamente.

- Yo también estoy muy contenta.

- Y por fin estás en casa. Dios, te echaba de menos. - Enterró su cara en el hueco del cuello de la morena, que acariciaba su espalda con una mano.

- Cariño, yo también, aunque sólo han sido dos días.

- Dos días eternos con miedo a que te mandasen a Tel Aviv. - Replicó la ilicitana, haciéndola reír. - Por suerte todo ha salido bien.

- Y la Mari tampoco va, tenemos una fiesta pendiente. - Afirmó, caminando con su novia encima hasta el salón, que aún estaba sin decorar, salvo por un pequeño sillón que habían encontrado en una tienda de segunda mano la semana anterior.

Al dar la entrada del piso, no pensaban más que en vivir juntas lo más pronto posible, así que les importó poco que no estuviera amueblado. Sin embargo, entre viajes a Barcelona y compromisos laborales, aún no habían tenido tiempo de comprar nada.

Pablo, África y Damion habían ayudado a Alba a subir un colchón a la habitación principal, mientras Natalia y María ensayaban sus respectivas canciones para el festival.

Así que en total tenían los fogones de la cocina y una estantería, un armario que habían trasladado desde el piso de Pablo, ya que a María y él les sobraba, un sillón viejo y un colchón en el suelo. Además había una pantalla en el suelo del salón, prestada por Damion, para que pudieran ver la tele.

Pero mientras se besaban por fin tras dos días separadas y sin cámaras enfocandolas, entendieron a la perfección el concepto de la palabra hogar, algo que se encontraba en ellas sin importar lo que las rodease.

La situación cambió en apenas unos minutos y aunque habían empezado con simples besos, se trasladaron rápidamente hasta el colchón del dormitorio, dispuestas a estrenarlo y a celebrar por todo lo alto que ninguna iba a defender obligada una candidatura en Israel.

Así que hicieron el amor como si el mundo se fuese a acabar, porque podría haber ido todo mucho peor, y podrían haber estado separadas durante meses, pero Natalia había vuelto a casa, a los brazos de Alba, victoriosa a pesar de no haber ganado.

Tenían la suerte de haber llegado a miles de personas que a través de su música habían podido conocerlas y entender su situación. Se habían puesto en manos de una audiencia que había sido sabia y había elegido liberar a dos personas de una tarea que no querían desempeñar.

Y eso significaba más de lo que Natalia y Alba podrían haberse imaginado nunca. Incluso María, que había salido antes que ellas del concurso, estaba sorprendida con la respuesta positiva a su canción y a su negativa de defenderla en Eurovisión.

Y obviamente Natalia, con dos canciones que habría preferido no tener que cantar nunca, agradecía a ser superior que la había librado de tener que ir y que además la había llevado hasta Alba. Tal vez demasiado cambio en unos meses, pero estaba agradecida de corazón por la oportunidad.

Y Alba, de igual manera, esperaba no tener que viajar a Israel a ver cómo su chica, obligada, interpretaba un tema que acabaría odiando.

Pero la suerte parecía inclinar la balanza a favor de las dos chicas.

Podían haber estado en cualquier otro sitio y la sensación de estar en el lugar adecuado las habría invadido de igual manera porque estaban juntas, por fin.

- Nat. - Llamó Alba a su novia, tendida en el colchón de la habitación, tan solo cubierta por una fina sábana. Habían estado recuperando el tiempo perdido y finalmente la pasión había podido más que la conversación.

- Hmmm. - La morena estaba tendida de espaldas a ella, medio dormida. Probablemente cansada tras el estrés del día anterior y las actividades físicas que habían tenido lugar hace tan sólo unos minutos.

- ¿Mañana quieres ir al Ikea? - Preguntó, recibiendo un gruñido por parte de la cantante, que no estaba por la labor de pensar en la decoración del piso en aquel preciso instante. - Es que no se puede vivir en un piso sin muebles.

- Quiero que me abraces, dormir hasta sentir que he descansado por fin, llamar a algún restaurante vegano para cenar, volver a dormir y mañana ya vemos qué hacemos. - Natalia llevaba razón, así que Alba no trató de luchar contra su lógica aplastante, y se abrazó a su cintura cerrando los ojos.

Nunca dos personas se habían alegrado tanto por no ir a Eurovisión.

-

Os dejo esto por aquí, ya que hoy no toca ni Ataraxia ni In Art We Trust (que podéis leer en mi perfil y en vilpagrooves, respectivamente y que escribo con el maravilloso Max_Grooves).

Hoy me habéis pillado soft.

¡Un abrazo!


the one with the two girls in loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora