Enseguida los rayos del sol chocaron contra mi rostro, doble hacia mi derecha y comencé a caminar, la gente iba y venia, muchas personas hablando en sus móviles, otras platicando, comprando, hacia mucho que no me dedicaba a observar a las personas, debería de hacer esto más seguido. Sonreí a la nada aspirando el aire fresco que emanaba, caminé por toda la avenida hasta llegar al restaurant de comida rápida que tanto le gustaba a Luke, compré tres desayunos, paré un taxi y le indiqué la dirección, veinte minutos después me encontraba sobre la pequeña puerta de madera blanca con el número 67 sobre ésta, pagué al taxista, bajé y caminé hacia el pequeño pórtico en el cual había una mecedora café, la toqué con la yema de mis dedos y noté que estaba algo polvosa, en un rato la limpiaría, toqué el timbre y enseguida una mujer pelirroja apareció detrás de la puerta, una gran sonrisa se forma sobre su pequeño rostro.
-¡Hija!.-Exclamó con gran emoción, la abracé.
-¡Oh… madre!.-Correspondí su abrazo.
-Pasa, pasa, debes de estar congelándote.-Dijo mientras me quitaba las cosas de las manos.
-No, de hecho tengo un poco de calor.-Le sonreí mientras veía la casa. –Wow… si que has hecho muchos cambios.-Susurré.
-Solo unos pocos, ¿Te gusta?.-Preguntó emocionada.
-Me encanta, es increíble.-Le sonreí. –Finalmente pusiste el bar que papá quería poner.
-Si… bueno.-
-Ya, no digas nada. –Es increíble mamá.-La abracé.
-Muchas gracias.-Sonrió y beso mi mejilla.
-Seguro te costó mucho, anda, dime cuanto.-Dije mientras sacaba mi cartera.
-Tonterías… guarda eso.-Metió mi cartera a mi bolsillo.
-De verdad, dime cuanto, si no me dices me enojaré mucho.
-Te he dicho que nada, con lo que gano no nos va tan mal.
-Pero…-Me interrumpió.
-Ya, basta. Iré a dejar lo que trajiste a la cocina, tu hermano está arriba.-Indicó. –Sube a verlo, se pondrá muy feliz, y por favor, si puedes ayudarle a que se cambie para que baje a desayunar.
-¡¿Sigue dormido?!.-Pregunté mientras reía.
-¿Crees que no puede?.-Rió. –Parece el bello durmiente.-Carcajeó. -Anda, sube.-Hizo un ademán con la cabeza para que subiera.
-Bien.-Dije y corrí hacia las escaleras.
Recorrí el pasillo, la madera rechinaba un poco, mandaría a alguien a cambiar el piso, pero eso implicaba que mamá y Luke deberían de cambiarse por un tiempo, noté que las paredes estaban en buen estado, lo único era el piso, seguí caminando y vi su puerta, aún seguía el pequeño letrero azul que decía “Luke”, sonreí y negué con la cabeza a pesar de sus 19 años seguía siendo aquel chiquillo. Toqué la puerta un par de veces y se escuchó un “adelante”, me estremeció su voz, estaba algo cambiada, ansiaba verlo, abrazarlo y regarle pequeños besos por todo el rostro como lo hacía cuando éramos pequeños, di vueltas a la manija de la puerta y un castaño ojiverde me sonrió de oreja a oreja.
-¡¿Tu aquí?!.-Dijo y rió
-Bueno, si quieres me voy.-Dije mientras me daba media vuelta.
-Boba, pasa, pasa.-Me aventó un cojín.
-A ti no se te quita lo salvaje.-Reí y corrí para sentarme a un lado de él.
-Y a ti no se te quita lo sentida.-Me extendió sus brazos para que lo abrazara.