2 | El remplazo de Alex

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Había sido otro día caluroso en el estado de Florida. Sentía como la cabeza me bombardeaba; no había dormido para nada, andaba un poco irritada y con jaqueca. El doctor Alex —porque insistía en que lo llamaran así— había mandado para literatura un poema relacionado a cómo era nuestra vida, y de verdad, me maté toda la noche en tratar de pensarlo y escribirlo pero al final solo llevo una hoja en blanco. Nunca pensé que escribir algo sobre sí mismo fuese tan complicado, sientes que no tienes nada que contar y tu mente queda vacía. Por su parte, Rosé llevaba el suyo y Jisoo le había coqueteado al doctor Alex un día antes para que la ayudara a hacer su poema. A veces pienso que querer siempre hacer algo perfecto, nos lleva a hacer nada, debido a que a la palabra «perfección» va más allá de nuestras perspectivas que jamás llegan a tener límites. Puede ser dañino quizá.

Igual ese día el doctor Alex no asistiría porque se había fracturado en un accidente automovilístico ayer mientras volvía a su casa, y por más duro y trágico que sonara, no evitaron alegrarse y gritar como si fuese el día más feliz de la prepa... incluyéndome. No tener clases con el doctor Alex implicaba no más charlas sobre el doctorado en literatura que había obtenido en Harvard, ni más citas de Charles Dickens. Por más interesante que pudiera ser tener al mejor profesor de literatura de Florida en tu preparatoria, era realmente irritante. Jamás lograba sacar un diez, siempre notaba el más mínimo detalle y rayaba la hoja con un bolígrafo rojo como si sintiera la necesidad de hacerlo. En fin, no más quejas de Alexander.

Por reemplazo, llegó una mujer de estatura mediana y rubia con ojos realmente profundos. Se llamaba Lisa Manoban —al menos no insistía en que la denominaran como doctora Manoban o algo similar— y por más hermosa que fuera la mujer, dudé que supiera algo de literatura o de dominio de grupo en un ámbito escolar. Igual eso después de un rato no me importó para nada porque empezamos a hablar sobre las obras de Nicholas Sparks y me pareció increíble que ésta mujer tan hermosa hablara de manera tan buena sobre mi novelista favorito. Igual no le presté suficiente atención porque quedé embobada en la manera en que ésta hablaba y movía sus manos para expresarse, ¿por qué Alex no pudo fracturarse antes?

Ella chasqueó sus dedos delante de mí y yo me espabilé.

—¿Te parece aburrida la clase? —preguntó cruzando sus brazos.

Yo la verdad no sabía cómo decir que había quedado encantada con sus ojos, aunque realmente eso no es algo que le dirías el primer día a tu profesora de literatura que parece estar enfadada porque no estoy prestando atención. Mi única reacción fue negar con mi cabeza.

—¿Cuál es tu nombre?

—Jennie. —respondí.

—Nombre completo. —exigió Manoban.

—Jennie Kim.

Y se volvió a dirigir al pizarrón dando seguidamente su análisis personal sobre Querido John.

Me sentí realmente apenada por dos razones: uno: creo que jamás había sentido que algún profesor de literatura se dirigiera a mí con tono de molestia porque he estado con cara de boba como si su clase fuese una pérdida de tiempo; y la verdad es que no, amo la literatura y siento que me he fallado a mí misma. Y dos: fue una vergüenza inmensa que Manoban fuera la primera en hacerlo, ¿y si piensa que no me importa su clase? ¿Y si destruí mi imagen en frente de ella? Que dolor cuando te sucede algo vergonzoso delante de tu amor platónico... éste es un caso similar.

—¿Y qué tal tú? —se detuvo un momento. —¿Jennie Kim? ¿Qué tal tu experiencia al leer Querido John?

Sentí que fue una pregunta donde ella realmente no esperaba respuesta. Fue inevitable no contestar cuando la verdad ya me lo he leído alrededor seis veces. O quizá exagero.

—No importa en qué lugar del mundo estés, siempre podrás tapar la luna con tu dedo. —le respondí expresando una sonrisa sátira. —Es una linda novela. Supongo que a usted también le gusta.

En ese momento se escuchó el sonido inquietante del timbre.

Lisa se notaba que era una mujer muy apasionada por la literatura o al menos eso es lo que se puede notar de ella. Su léxico también es realmente precioso y eso es hermoso aunque en algunas ocasiones asusta un poco, pero eso me encanta.

Al salir del salón me detuvo por un momento.

—Me alegro que te hayas leído el libro.

Yo me alegro tanto de que esta mujer me haya hablado. No sé cómo controlé mi euforia pero lo hice discretamente perfecto, o al menos supuse que ella nunca lo notó.

—Me alegro que te gusten las obras de Nicholas. —le respondí al instante pero no dijo más nada y me marché.

Tuve que dar una pequeña carrera para alcanzar a Rosé y a Jisoo que iban a la zona de deportes. Supuse que para ver jugar a Jason—que lo odio con toda mi existencia— aunque no quise hablar de eso. Pero si me preguntan por qué lo odio puedo darte una extensa lista de diferentes aspectos, iniciando la vez que engañó a Rosé con la prostituta de Mary Jean; y no le digo prostituta por insulto o porque la odie, es porque realmente es prostituta y Jason salía con ella. En fin. Me acerqué contando mi hermosa experiencia con Lisa Manoban, y con bella experiencia me refiero a un intercambio de palabras de dos segundos.

—¿Eres lesbiana? —preguntó Jisoo.

Rosé carcajeó y su risa me contagió. Aunque ahí no sucedió nada más porque Jason llegó y Rosé se despidió. Jisoo me acompañó hasta mi casa e incluso mi madre la invitó a quedarse y comer pero ella se excusó con que había mucha tarea cuando la verdad no. Siento que sus sentidos se habían quedado en aquella última pregunta que hizo.

Dear Lover | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora